La reciente colapsación de la red eléctrica en España dejó a 60 millones de personas en la oscuridad, revelando los peligros asociados con la adopción agresiva de energías renovables sin sistemas de respaldo adecuados. Durante años, ingenieros y operadores de la red habían advertido sobre la inestabilidad que podría generar una expansión descontrolada de las energías renovables; sin embargo, sus preocupaciones fueron desestimadas. Este apagón resultó en al menos cuatro muertes, pérdidas económicas que alcanzan miles de millones de dólares y un caos generalizado que incluyó vuelos cancelados y trenes detenidos.
La operadora de la red eléctrica de España reconoció los riesgos derivados de una alta dependencia de las energías renovables, pero las medidas críticas para garantizar la estabilidad fueron retrasadas o ignoradas. Los expertos sostienen que las energías renovables por sí solas carecen de la fiabilidad necesaria que ofrecen las fuentes tradicionales de energía, evidenciando que una ideología no puede reemplazar la resiliencia del sistema eléctrico.
Un desastre anunciado
El colapso se produjo cuando dos plantas solares en el suroeste español fallaron, lo que desencadenó una serie de fallos que cortaron la conexión entre la red española y Francia. En cuestión de horas, los aeropuertos suspendieron vuelos, los hospitales perdieron energía crítica y los trenes quedaron varados. El Primer Ministro español, Pedro Sánchez, afirmó que el 95% del suministro eléctrico se había restablecido para el martes siguiente; sin embargo, ya era demasiado tarde: al menos cuatro muertes fueron atribuidas al apagón, incluida una familia que falleció por intoxicación por monóxido de carbono tras depender de un generador para alimentar un ventilador médico.
Las pérdidas económicas ascienden entre 2.5 y 5 mil millones de dólares según RBC Capital Markets. No obstante, el costo humano es incalculable: pasajeros durmieron en los pisos de las estaciones de tren, farmacias se apresuraron a preservar vacunas y negocios tuvieron que cerrar. «No somos nada sin la red eléctrica», expresó un viajero varado en redes sociales. «Me explota la cabeza solo pensarlo».
Avisos ignorados
Este desastre fue anticipado en múltiples ocasiones. En febrero de 2024, Red Eléctrica de España (REE) advirtió explícitamente en su informe anual sobre «desconexiones debido a la alta penetración de renovables sin las capacidades técnicas necesarias para una respuesta adecuada». Anteriormente, en septiembre de 2020, técnicos de REE propusieron medidas «esenciales» para prevenir inestabilidades en la red, pero su implementación se retrasó mientras las energías renovables seguían expandiéndose.
Aún más alarmante fue el hecho de que incluso la Red Europea de Operadores del Sistema Eléctrico (ENTSO-E) señaló riesgos al indicar que el cierre planificado de plantas nucleares y a gas —como el previsto para 2035— erosionaría la resiliencia del sistema eléctrico. Sin embargo, REE desestimó estas preocupaciones asegurando que el sistema era seguro. Días antes del apagón, dos reactores en la planta nuclear Almaraz fueron detenidos debido a un «exceso» de energía eólica, decisión que pudo haber agravado la fragilidad del sistema.
La ilusión energética verde
Cuando ocurrió el fallo, el 53% del suministro eléctrico provenía de energía solar. Defensores como Beatriz Corredor, presidenta de REE y exministra socialista, insisten en que las energías renovables son «estables», pero muchos expertos discrepan. Antonio Turiel del Consejo Superior de Investigaciones Científicas culpó a una integración «imprevista y desorganizada» de las energías renovables; mientras tanto, el consultor energético Carlos Cagigal describió a la red como estando al borde del colapso durante días antes del incidente.
El problema central radica en que la energía solar y eólica carecen de la inercia necesaria proporcionada por fuentes tradicionales. Cuando disminuye la generación eléctrica, es esencial contar con respaldo inmediato —algo que solo pueden ofrecer los combustibles fósiles o la energía nuclear—. Sin este respaldo, las fluctuaciones en el voltaje pueden llevar a apagones.
A pesar del evidente papel estabilizador que desempeñan los reactores nucleares en las redes eléctricas, el Primer Ministro Sánchez afirmó erróneamente que esta fuente no habría evitado el apagón. Líderes opositores acusaron a su gobierno de negligencia mientras ingenieros como Alfredo García calificaban sus declaraciones como «una mentira».
A medida que funcionarios españoles se apresuran a investigar lo sucedido, el mundo observa un caso ejemplar: confiar únicamente en energías renovables no es suficiente para sostener una civilización moderna. El apagón en España representa un sombrío anticipo para aquellos países dispuestos a sacrificar confiabilidad por dogmas climáticos. La transición energética exige honestidad: sin fuentes estables como la nuclear o los combustibles fósiles, las redes eléctricas fracasarán —y habrá consecuencias fatales—. Como advierten los propios avisos emitidos por REE: la ideología no puede reemplazar a la física. La pregunta es: ¿aprenderán otras naciones antes que sus luces se apaguen?
La noticia en cifras
Cifra |
Descripción |
60 millones |
Población afectada por el apagón |
4 |
Muertos relacionados con el apagón |
$2.5 - $5 mil millones |
Pérdidas económicas estimadas debido al apagón |
53% |
Porcentaje de energía solar en la red cuando ocurrió el apagón |