En las recientes movilizaciones contra la gentrificación en la Ciudad de México, la consigna «¡Fuera gringo!» ha resonado con fuerza entre los manifestantes. Este grito refleja el descontento hacia el aumento del costo de la vivienda y el encarecimiento de la vida en áreas donde se han asentado extranjeros provenientes de Estados Unidos, quienes suelen tener un alto poder adquisitivo.
El término "gringo", utilizado para referirse a personas extranjeras, especialmente estadounidenses, adquiere un carácter despectivo en muchos contextos de América Latina. Esta connotación está ligada a las heridas históricas infligidas por sucesivos gobiernos y grandes empresas estadounidenses en la región.
Un contexto tenso
Recientemente, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, expresó: «No es un gringo quien le va a dar órdenes a este presidente de la República», en medio de tensiones con su homólogo estadounidense, Donald Trump. Esta declaración surge en el marco de amenazas sobre aranceles del 50% a Brasil debido a un proceso judicial contra el expresidente Jair Bolsonaro.
La historia latinoamericana está marcada por intervenciones respaldadas por Washington que han incluido golpes militares contra gobiernos progresistas y apoyo logístico y financiero para combatir insurgencias. Además, Estados Unidos ha liderado planes antidrogas que han incrementado la violencia y la desigualdad en la región, considerada su ‘patio trasero’.
Impacto de las multinacionales
Las multinacionales estadounidenses también han dejado una huella profunda en América Latina, caracterizada por explotación laboral y daños ambientales. Casos emblemáticos incluyen a Chiquita Brands, que fue hallada culpable de financiar el paramilitarismo en Colombia, y Cargill, involucrada en prácticas laborales abusivas en Brasil.
A pesar del resentimiento que puede generar el término "gringo", algunas personas ven la llegada de estadounidenses como una oportunidad para mejorar sus economías locales mediante inversiones y aumento de ingresos por ventas y rentas.
Resonancia regional
El grito «¡Gringo, go home!» no es exclusivo de México; también se ha escuchado en otros países como Colombia y Panamá. En Colombia, se relaciona con problemáticas como la gentrificación y el turismo sexual. En Panamá, ciudadanos han protestado contra declaraciones del presidente estadounidense sobre retomar el control del canal. Venezuela también ha vivido tensiones con EE.UU., especialmente desde el gobierno de Hugo Chávez.
El doctor Rodrigo Martínez Baracs señala que el uso del término "gringo" se ha reforzado en México como una forma de autodefinición nacional ante posibles subordinaciones culturales o económicas. A pesar de esta apropiación cultural, algunos lingüistas consideran que su origen se encuentra en España.
Etimología del término
Según Martínez Baracs, "gringo" podría derivar del español del siglo XVIII y estar relacionado con la palabra 'griego', utilizada para describir algo incomprensible. El etimólogo Joan Corominas sostiene que su evolución implicó dos etapas: primero 'griego' se transformó en 'grigo', luego este último dio paso a 'gringo'. Sin embargo, existen explicaciones populares sobre su origen que sitúan su raíz durante la invasión estadounidense a México entre 1846 y 1848.
Aunque estas teorías son menos aceptadas académicamente, reflejan cómo las narrativas sobre el término "gringo" están profundamente entrelazadas con la historia compartida entre Estados Unidos y América Latina.