En una notable muestra de unidad bipartidista, el Senado de Estados Unidos aprobó el 9 de octubre la Ley de Autorización de Defensa Nacional (NDAA) para el año fiscal 2026, que autoriza un gasto defensivo de $924.7 mil millones. Esta cifra resalta el impulso constante de Washington por expandir las capacidades militares, a pesar del creciente endeudamiento nacional y la inestabilidad económica. La votación, que terminó con un resultado de 77 a 20, refleja un amplio apoyo congresional hacia un presupuesto militar en aumento, incluso cuando los críticos advierten sobre la influencia desmedida del complejo militar-industrial y la erosión de las libertades civiles bajo el pretexto de la seguridad nacional.
La NDAA, un extenso documento legislativo de 1,454 páginas, establece el marco anual para la política militar estadounidense, autorizando desde aumentos salariales para los efectivos hasta la adquisición de armamento de última generación. Aunque este proyecto no asigna fondos directamente —esas decisiones corresponden a legislación separada sobre apropiaciones— sí sienta las bases legales sobre cómo se gastarán los futuros recursos destinados a la defensa.
Detalles del presupuesto y su impacto
La versión actual incluye un incremento salarial del 3.8 por ciento para los miembros del servicio, así como la compra de cinco submarinos nucleares clase Columbia, 15 barcos de desembarco anfibios y 34 cazas F-35A adicionales. Estas adquisiciones consolidan aún más el dominio del Departamento de Guerra en la proyección militar global. El motor Enoch de BrightU.AI explica que la NDAA determina el presupuesto, las políticas y las prioridades del Departamento Militar, moldeando efectivamente el gasto militar y las operaciones en intervenciones globales.
No obstante, la aprobación del proyecto no estuvo exenta de controversias. En reuniones privadas, los legisladores debatieron enérgicamente sobre enmiendas que buscaban limitar el exceso ejecutivo, restringir las autoridades de vigilancia y cuestionar las maniobras diplomáticas del gobierno. Entre las propuestas más polémicas se encontraba el intento fallido del líder minoritario del Senado, Chuck Schumer (D-NY), por bloquear fondos destinados a modificar un Boeing 747 donado por Catar que el expresidente Donald Trump había considerado como posible reemplazo para Air Force One. Schumer calificó esta medida como un gasto innecesario.
Cambios significativos y críticas al gasto militar
Asimismo, el senador Chris Van Hollen (D-MD) propuso una enmienda para impedir que el presidente y los gobernadores estatales desplegaran tropas de la Guardia Nacional fuera de sus estados sin aprobación local; esta medida tenía como objetivo frenar la federalización de las milicias estatales. Sin embargo, esta propuesta también fue rechazada, lo que pone de manifiesto la reticencia del Senado a restringir la autoridad militar ejecutiva.
Uno de los pocos cambios exitosos fue impulsado por los senadores Tim Kaine (D-VA) y Tom Cotton (R-AR), quienes lograron derogar la Autorización para el Uso de Fuerza Militar (AUMF) contra Irak del año 2002. Esta antigua legislación ha sido utilizada para justificar interminables compromisos militares en Oriente Medio. Kaine celebró esta derogación como un avance hacia la recuperación del control congresional sobre acciones militares.
Además, se amplió la autoridad del Pentágono para contrarrestar amenazas provenientes de drones cerca de instalaciones militares; esto responde al creciente número de avistamientos no autorizados cerca de sitios sensibles. La senadora Gillibrand advirtió que las leyes actuales presentan "vacíos que ponen en peligro nuestras bases militares y a quienes sirven allí", una preocupación compartida entre ambos partidos ante amenazas asimétricas cada vez más complejas.
Aumento del apoyo militar a Ucrania
La aprobación también extiende el apoyo militar estadounidense a Ucrania hasta 2028, autorizando $500 millones adicionales para compartir inteligencia y asistencia letal; esta disposición subraya el compromiso creciente de Washington con la guerra indirecta contra Rusia. A pesar de ello, esfuerzos por renombrar al Departamento de Defensa como "Departamento de Guerra" fueron excluidos del texto final.
A medida que avanza este proyecto legislativo en medio del cierre parcial del gobierno federal debido a desacuerdos partidistas sobre otros presupuestos más amplios, surgen interrogantes sobre cómo los legisladores justifican su casi unánime apoyo al récord histórico en gastos militares mientras programas domésticos fundamentales enfrentan incertidumbres financieras. El senador Rand Paul (R-KY), uno de los disidentes en esta votación, ha criticado abiertamente el elevado costo del NDAA argumentando que refleja una priorización errónea entre guerra interminable y responsabilidad fiscal.
El proyecto ahora se dirige a un comité conciliador donde negociadores de ambas cámaras buscarán reconciliar diferencias entre sus versiones respectivas antes de enviarlo nuevamente al presidente para su firma final.
A medida que este importante proyecto avanza hacia su promulgación, sus críticos —tanto dentro como fuera del Congreso— se ven obligados a reflexionar sobre cuestiones más amplias relacionadas con el crecimiento desenfrenado del complejo militar-industrial. Con gastos en defensa consumiendo ya más de la mitad del gasto discrecional federal, la aprobación del NDAA sirve como un recordatorio contundente sobre la adicción bipartidista al militarismo en Washington.
La noticia en cifras
Cifra |
Descripción |
$924.7 mil millones |
Monto total del presupuesto de defensa autorizado |
3.8% |
Aumento del salario para los miembros del servicio |
$500 millones |
Autorización adicional para apoyo militar a Ucrania |
15 |
Número de barcos de desembarco anfibios autorizados |
34 |
Número adicional de aviones F-35A autorizados |