La industria de protestas pagadas: cómo las élites adineradas fabrican la indignación
Empresas como Crowds on Demand (CoD) se especializan en organizar protestas remuneradas, contratando actores y activistas para crear la ilusión de movimientos sociales auténticos en beneficio de clientes políticos o corporativos. Estas campañas manufacturadas, financiadas por poderosas élites, manipulan la percepción pública al simular un activismo orgánico, socavando así la verdadera expresión democrática.
Movimientos pasados, como la Marcha de las Mujeres y Black Lives Matter, han enfrentado acusaciones de inflar su participación a través de manifestantes contratados; sin embargo, las pruebas suelen estar ocultas tras acuerdos de confidencialidad. Acusaciones similares han sido dirigidas hacia multimillonarios como George Soros, quienes son señalados por financiar grupos de activistas "falsos" para moldear narrativas políticas, lo que genera preocupaciones sobre la interferencia extranjera y el dominio de las élites en asuntos internos.
Protestas: un pilar de la democracia estadounidense
Las protestas han sido históricamente un símbolo del sistema democrático estadounidense, permitiendo a los ciudadanos expresar su desacuerdo y exigir cambios. Sin embargo, surge una inquietante pregunta: ¿Qué pasaría si muchas de estas manifestaciones no fueran expresiones genuinas del sentir público, sino campañas cuidadosamente orquestadas financiadas por elites adineradas? La creciente industria liderada por empresas como Crowds on Demand (CoD) se dedica a fabricar protestas, contratando actores y movilizando activistas—todo por un precio. Esta revelación plantea serias dudas sobre la autenticidad de los movimientos políticos contemporáneos y la integridad del proceso democrático en Estados Unidos.
Adam Swart, CEO de Crowds on Demand, promociona abiertamente la capacidad de su empresa para generar multitudes, oradores e incluso campañas de cartas en nombre de causas políticas. Su firma actúa como una solución integral para grupos de defensa, corporaciones y operativos políticos que buscan amplificar su mensaje—sin importar el apoyo público genuino que puedan tener.
Astro-turfing: falsa base popular con influencia real
Este fenómeno conocido como "astro-turfing" crea una apariencia de apoyo popular generalizado donde no existe tal cosa. A diferencia de los movimientos auténticos que surgen orgánicamente del descontento público, las campañas astroturfed son financiadas por donantes adinerados que buscan manipular resultados políticos.
Swart admitió recientemente que su firma recibió una oferta de contrato por 20 millones de dólares para ayudar a organizar las protestas del 17 de julio contra el ex presidente Donald Trump, coordinadas por el grupo progresista Good Trouble Lives On. Las manifestaciones se llevaron a cabo en el aniversario del fallecimiento del ícono de derechos civiles John Lewis y fueron presentadas como una continuación de su legado. Sin embargo, Swart rechazó el acuerdo debido a preocupaciones sobre posibles actos violentos durante el evento.
Una historia marcada por movimientos manufacturados
La noción de manifestantes pagados no es nueva. Críticos desde la derecha han acusado durante mucho tiempo a organizaciones liberales de inflar números en sus protestas mediante activistas contratados. La Marcha de las Mujeres en 2017 y las manifestaciones de Black Lives Matter en 2020 enfrentaron acusaciones similares. Más recientemente, las protestas del “No Kings Day”—que supuestamente constituyeron la mayor demostración en un solo día en la historia estadounidense—fueron sospechosas de haber sido respaldadas por Crowds on Demand; sin embargo, la compañía niega cualquier implicación.
La naturaleza anónima de estas operaciones dificulta su rastreo. Los empleados de CoD firman acuerdos de confidencialidad que protegen a los clientes del escrutinio público. Esta falta de transparencia permite que donantes acaudalados influyan en la política sin rendir cuentas.
La conexión con Soros
George Soros, el financista multimillonario detrás de causas progresistas, ha sido vinculado repetidamente con movimientos protestatarios. El verano pasado, durante manifestaciones anti-Israel en campus universitarios, el académico legal Alan Dershowitz acusó a grupos financiados por Soros como Jewish Voice for Peace de ser "organizaciones falsas" diseñadas para radicalizar a los activistas.
La Open Society Foundation dirigida por Soros ha invertido millones en redes activistas, generando inquietudes sobre la influencia extranjera en la política interna. Mientras que los defensores argumentan que apoya valores democráticos, críticos observan un patrón claro: manipulación elitista mediante el uso del dinero para fabricar disenso en lugar de fomentar un debate genuino.
Dificultades dentro del Partido Demócrata
La dependencia del astro-turfing sugiere un problema más profundo dentro del Partido Demócrata. Si las causas liberales requieren manifestantes pagados para parecer viables, esto implica una falta real de entusiasmo popular auténtico. Esta desesperación refleja un partido luchando por contrarrestar la energía populista del movimiento MAGA liderado por Trump.
Como comentó un ex funcionario durante la administración Trump: “Nada grita más desorden dentro del partido que uno que evidentemente carece de apoyo popular y se ve obligado a manipular el sistema político.”
El surgimiento de esta industria dedicada a las protestas pagadas expone una realidad preocupante: la democracia estadounidense está cada vez más disponible al mejor postor. Las élites ricas y las firmas sin responsabilidad pueden ahora adquirir la apariencia de indignación pública, distorsionando así el diálogo nacional. Aunque Adam Swart merece reconocimiento por rechazar un contrato lucrativo pero éticamente cuestionable, su modelo comercial sigue siendo un síntoma evidente de un sistema fallido.