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Kontuz, entramos en zona de alto riesgo
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Kontuz, entramos en zona de alto riesgo

Por José Luis Úriz Iglesias
miércoles 21 de mayo de 2025, 12:30h

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Ha pasado el super domingo electoral en Europa con una sensación más amarga que dulce, aunque con algo de alivio una vez superado el susto de Rumanía.

Antes, la pérdida de dos hombres buenos, primero Francisco y después Pepe Mujica habían dejado este mundo nuestro un poco más pobre.

Para añadir más picante al guiso, lo ocurrido en el festival de Eurovisión nos produce una mayor sensación de hastío y preocupación.

Mientras Israel seguía asesinando seres humanos, especialmente mujeres y niños, bombardeando hospitales y tiendas de campaña, mientras intenta matarlos de hambre y sed, la ciudadanía europea disfrutaba cómodamente desde el sillón de casa apretando la tecla que les apoyaba.

Era más que un apoyo musical, dada la endeblez del producto que presentaban, para vergüenza de la humanidad. ¿Realmente podemos decir humanidad?

No puede extrañar por tanto que titule esta reflexión así, porque aún falta añadir la sinrazón de una guerra injusta de Rusia contra Ucrania, las locuras de un Trump desbocado y la sinrazón de los argentinos apoyando el proyecto de Milei.

Pero volvamos a lo acontecido electoralmente el domingo.

Rumanía superó el match bal, aunque sin grandes aspavientos ya que el vencedor, Nicusor Dan, actual alcalde de Bucarest, tampoco es para tirar cohetes dada su ideología claramente conservadora, pero es que la alternativa, George Simion significaba la vuelta a una etapa oscura, antieuropeísta confeso, de ultra derecha radical y próximo a las teorías de Putin y Trump. Una joya, vamos.

En Polonia, en la primera vuelta de sus elecciones presidenciales, ocurría algo parecido, vencía la derecha casi moderada de Rafal Trzaskowski frente al fascista Karol Nawrocki por apenas dos puntos (31, 29), con el agravante de que los dos siguientes más de extrema derecha aún obtenían el 14 y 6 %, lo que aventura que si se ponen de acuerdo podrían ganar en la segunda vuelta, colocando a este país y a la UE en una situación extremadamente difícil.

Nos queda para rematar la faena de un fin de semana para olvidar lo ocurrido en nuestro vecino Portugal.

Desde la ilusionante revolución de los claveles de 25 abril 1974, la izquierda y la derecha venían compitiendo en igualdad, aunque en numerosas ocasiones la primera era capaz de conseguir el poder.

Así fue ocurriendo hasta la dimisión del anterior líder de Partido Socialista Antonio Costa, debido a supuestos casos de corrupción que luego quedaron en nada. Había dirigido el país como primer ministro de 2015 a 2023.

En buena lógica la derecha del PSD dirigido por Luis Montenegro ganó por los pelos las siguientes elecciones, pero un nuevo caso de corrupción que se le descubrió ha llevado a estas del domingo, donde ha sido capaz a pesar de ello de arrasar a la izquierda.

Lo que demuestra algo que algunos llevamos defendiendo años, que el electorado de izquierda es infinitamente más sensible a los casos de corrupción que el de la derecha, que ya se ve apenas le afectan.

Pero lo más grave es que esa desafección social provoca el surgimiento, el crecimiento, de los partidos de extrema derecha, en el caso de Portugal el Chega, que incluso ha estado a punto de arrebatar a los socialistas el segundo lugar.

Rumanía, Polonia, Portugal, antes Hungría, Alemania, Austria, Suecia, Italia o Francia, tienen ya potentes alternativas de una extrema derecha, contraria a los derechos humanos, a la justicia social, a Europa, e incluso a la democracia.

Son los valores de esa Europa los que cada vez están en mayor peligro.

Mientras tanto en nuestro país sigue la batalla de filtraciones y maniobras contra el PSOE y el gobierno progresista, al que intentan hacer caer de todas las maneras posibles.

Ya lo dijo el siniestro José María Aznar; “el que pueda hacer, que haga”.

La izquierda española, la europea, la global debe despertar lo antes posible de su sopor suicida.

Los nuevos tiempos traen nuevas armas que están alejando a la sociedad, en especial a la gente joven, de nuestros planteamientos y por tanto de una democracia que tanto nos costó consolidar.

Vienen, estamos ya inmersos en ellos, tiempos muy difíciles que nos exigen lucidez, actualización de proyectos y capacidad de comunicación.

Como se señala en las carreteras navarras en los puntos de peligro; “kontuz”.

Veremos...

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