Las intervenciones de Estados Unidos en América Latina y el Caribe han sido numerosas a lo largo de la historia, con un número que varía según las fuentes, pero que se cuenta por decenas. Estas acciones, que abarcan aspectos militares, políticos y diplomáticos, han buscado alcanzar objetivos geopolíticos durante más de un siglo y medio.
Las modalidades de intervención incluyen guerras abiertas, invasiones militares para derrocar gobiernos considerados incómodos, ocupaciones, neocolonialismo, financiamiento de opositores —incluso armados—, operaciones de falsa bandera, apoyo a dictaduras y manipulación de organismos multilaterales para justificar acciones injerencistas. Este patrón ha sido parte integral del expansionismo estadounidense en la región.
Un legado histórico de intervención
Desde la década de 1840, se pueden identificar dos momentos clave en la consolidación de Estados Unidos como potencia: el expansionismo territorial y el control sobre sus dominios. Este proceso se ha llevado a cabo tanto mediante el uso directo de la fuerza como a través del llamado ‘poder blando’, sustentado en la idea del excepcionalismo, que sostiene que Estados Unidos tiene un carácter único frente al resto del mundo.
Bajo esta premisa, los territorios latinoamericanos se convirtieron en blanco privilegiado para el dominio gradual pero persistente de Washington. La región ha sido considerada su ‘patio trasero’, donde ha ejercido influencia directa e indirecta.
Expansionismo y dominación
El historiador venezolano Vladimir Acosta señala que “el expansionismo es un rasgo estructural permanente en la sociedad estadounidense”. Esto se manifiesta desde la apropiación territorial hasta formas más sutiles y disfrazadas de dominación económica y política. Desde mediados del siglo XX, este fenómeno se intensificó mediante mecanismos como ayudas económicas, golpes de Estado e invasiones que frecuentemente se presentan bajo la fachada de misiones humanitarias.
La doctrina del ‘destino manifiesto’ jugó un papel crucial en este contexto. Tras una guerra entre México y Estados Unidos entre 1846 y 1848, México perdió más de la mitad de su territorio. Esta herida histórica sigue afectando las relaciones bilaterales entre ambos países.
Intervenciones emblemáticas
A lo largo del siglo XX, las llamadas ‘guerras bananeras’ marcaron una etapa decisiva en las intervenciones estadounidenses. La política exterior impulsada por Theodore Roosevelt justificaba el uso militar para “ejercer poder policial internacional” ante situaciones consideradas irregulares o caóticas.
Entre los ejemplos destacados están la separación de Panamá de Colombia en 1903 para asegurar el control del canal transoceánico; la ocupación militar en Nicaragua (1912-1933) y Haití (1915-1934), así como la intervención en República Dominicana (1916-1924). En cada caso, los motivos expuestos variaron, pero comúnmente giraban en torno a la protección de intereses estadounidenses o vidas extranjeras.
Cambios geopolíticos y nuevos desafíos
La Guerra Fría trajo consigo una mayor urgencia por parte de Washington para evitar cualquier tipo de influencia comunista en su área. En 1954, una operación encubierta llevó al derrocamiento del presidente guatemalteco Jacobo Árbenz debido a sus políticas agrarias que amenazaban los intereses económicos estadounidenses.
Con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, Estados Unidos vio cómo su hegemonía se desmoronaba. A partir de entonces, diversas iniciativas fueron implementadas para desestabilizar al gobierno cubano mediante intentos fallidos de magnicidio contra Fidel Castro y un férreo bloqueo económico que persiste hasta hoy.
Tres casos representativos
A pesar del extenso historial intervencionista estadounidense en América Latina, tres eventos ocurridos entre las décadas de 1960 y 1980 destacan por su impacto significativo: la intervención en República Dominicana (1965), Granada (1983) y Panamá (1989).
- República Dominicana, 1965
Bajo el pretexto de proteger vidas estadounidenses durante una guerra civil tras el derrocamiento del presidente Juan Bosch, Lyndon Johnson autorizó la ‘Operación Power Pack’. Esta intervención resultó decisiva para instaurar un nuevo gobierno autoritario que perpetuó la represión durante más de una década.
A fines de 1983, Ronald Reagan ordenó la invasión a Granada, argumentando la necesidad de proteger a ciudadanos estadounidenses ante un supuesto riesgo derivado del gobierno marxista liderado por Maurice Bishop. La operación fue rápida y sin resistencia significativa.
Finalmente, seis años después tuvo lugar la invasión a Panamá bajo el mando del presidente George H.W. Bush con el objetivo declarado de capturar al general Manuel Noriega. Aunque oficialmente se alegó proteger vidas estadounidenses y restaurar la democracia, las violaciones a derechos humanos durante esta intervención fueron ampliamente documentadas.
A través del tiempo, las intervenciones estadounidenses han dejado huellas profundas en los países latinoamericanos involucrados. Las justificaciones presentadas rara vez reflejan el verdadero interés detrás de estas acciones: mantener control político y económico sobre una región considerada estratégica para sus objetivos globales.
La noticia en cifras
Cifra |
Descripción |
2,000 - 7,000 |
Vidas perdidas durante la invasión a Panamá |
45,000 |
Efectivos militares desplegados en la intervención en República Dominicana |
27,000 |
Soldados estadounidenses involucrados en la invasión a Panamá |
200,000 |
Muertos y desaparecidos durante la guerra civil en Guatemala |