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Microplásticos alteran la microbiota intestinal, vinculándose a cáncer y depresión

Microplásticos alteran la microbiota intestinal, vinculándose a cáncer y depresión

miércoles 08 de octubre de 2025, 12:19h

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Un estudio humano reciente revela que los microplásticos presentes en alimentos y agua alteran la microbiota intestinal, generando cambios en la actividad y acidez del intestino. Estos cambios están relacionados con patrones bacterianos asociados a la depresión y el cáncer de colon. La exposición a microplásticos es común a través de la ingestión, inhalación y contacto con la piel. Los investigadores advierten sobre la necesidad de reducir esta exposición como medida preventiva para la salud. Este hallazgo subraya el impacto negativo de los microplásticos en el bienestar humano y su posible conexión con enfermedades graves. Para más información, visita el enlace: https://biblioteca.cibeles.net/first-human-study-shows-microplastics-alter-gut-bacteria-in-patterns-linked-to-cancer-and-depression/.

Un reciente estudio realizado en humanos ha revelado que los microplásticos presentes en nuestros alimentos y agua están alterando la microbiota intestinal, lo que podría tener implicaciones graves para la salud. Este análisis, pionero en su tipo y llevado a cabo por investigadores austriacos, expone el daño oculto causado por la industria del plástico y la falta de regulación gubernamental.

Los hallazgos fueron presentados durante el congreso anual de Gastroenterología Europea en Berlín, donde se examinaron las microbiotas intestinales de cinco voluntarios sanos. Los investigadores expusieron sus cultivos intestinales a cinco tipos comunes de microplásticos encontrados en envases alimentarios y en nuestro entorno. Los resultados fueron alarmantes, mostrando que estas diminutas partículas modifican significativamente la actividad de las bacterias intestinales.

Un cambio tóxico en el intestino

El estudio evidenció un aumento notable de la acidez en el intestino tras la exposición a microplásticos, lo que indica un cambio claro en el metabolismo microbiano. Más preocupante aún fue la observación de cambios específicos en la composición bacteriana. Familias clave de bacterias intestinales, esenciales para la digestión y la salud general, mostraron variaciones en su cantidad dependiendo del tipo de plástico al que fueron expuestas.

El autor principal, Christian Pacher-Deutsch, destacó la magnitud del problema: "Estos hallazgos son significativos dado lo extendida que está la exposición a microplásticos en nuestra vida cotidiana", afirmó. "Se han encontrado microplásticos en pescado, sal, agua embotellada e incluso agua del grifo, lo que significa que la mayoría de las personas están expuestas diariamente a través de la ingestión, inhalación y contacto con la piel."

La conexión con enfermedades es evidente

Uno de los aspectos más inquietantes del estudio fue identificar que los cambios inducidos por los microplásticos en el intestino reflejan patrones previamente asociados a enfermedades graves. La composición bacteriana alterada coincide con patrones observados en pacientes con depresión y cáncer colorrectal. Esto proporciona un mecanismo biológico plausible sobre cómo nuestro entorno saturado de plásticos podría estar impulsando las epidemias modernas de estas condiciones.

"La conclusión clave es que los microplásticos sí tienen un impacto en nuestro microbioma", declaró Pacher-Deutsch. "Aunque es prematuro hacer afirmaciones definitivas sobre la salud, el microbioma desempeña un papel central en muchos aspectos del bienestar, desde la digestión hasta la salud mental. Por lo tanto, reducir la exposición a microplásticos donde sea posible es una precaución sabia e importante."

La omnipresencia de los microplásticos

La ubiquidad de los microplásticos es un testimonio del descuido corporativo. Se encuentran en una amplia variedad de alimentos y bebidas, desde arroz y azúcar hasta mariscos y verduras. La ropa de poliéster libera fibras plásticas, y abrir una botella de refresco puede liberar miles de partículas plásticas. Esta contaminación es resultado directo de un sistema impulsado por el lucro que prioriza envases baratos sobre la vitalidad humana.

No se trata de un problema aislado; es parte de una guerra química más amplia contra nuestros cuerpos. Nuestro entorno está saturado de plásticos que contienen formaldehído, fenoles y otros químicos tóxicos. Muchos productos farmacéuticos incluyen fenol, y se añade cloro rutinariamente a los suministros municipales de agua. La persona promedio carga ahora con una carga tóxica que su organismo nunca estuvo diseñado para soportar.

El estudio austriaco confirma que estamos llevando a cabo un enorme experimento no regulado sobre la población humana. Los químicos sobrecargan persistentemente el sistema inmunológico, causando daños mucho antes del inicio de síntomas visibles. Cuando se daña el microbioma intestinal, todo el cuerpo sufre. La conexión con la depresión subraya cómo este asalto químico puede impactar directamente nuestro bienestar mental y emocional.

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