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Putin lleva a cabo en Siria la mayor intervención militar de Rusia desde la retirada de Afganistán

Por Enrique_MONTÁNCHEZ
miércoles 23 de septiembre de 2015, 07:55h

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Es el mayor despliegue militar de Rusia fuera de sus fronteras desde 1989, fecha de la retirada de Afganistán. Para combatir al Estado Islámico y sin la oposición de Estados Unidos, Moscú está enviando a Siria cazabombarderos, helicópteros de ataque, baterías de misiles, carros de combate y próximamente 2.000 militares.

La fuerza expedicionaria rusa cuenta con la tolerancia de Washington, fruto de las conversaciones hasta hace poco secretas que mantienen los aparatos de inteligencia rusos y norteamericanos para tratar de acabar con la amenaza del Estado Islámico.

Toneladas de material militar es desembarcado en el puerto de Latakia, en su aeropuerto y en la cercana base naval de Tartus, cedida a Rusia por el régimen de Bashar al-Asad. Los cazabombarderos llegan desde sus bases rusas al tiempo que aviones de transporte Antonov AN-124 descargan pertrechos en el aeropuerto.

Por vez primera las fuerzas de Estados Unidos, la OTAN y Rusia se unen para combatir al mismo enemigo: el Estado Islámico
El diario británico “The Telegraph” informa de la llegada al aeropuerto de Latakia de 28 cazabombarderos Sukhoi-25, cuatro Sukhoi-27 (Flanker) y 15 helicópteros artillados MI-24. En la fotografía de satélite pueden observarse las instalaciones aeroportuarias el 4 de septiembre sin apenas movimiento y la actividad registrada el 15 de septiembre.

Ha causado cierta sorpresa la llegada de los Flanker, un cazabombardero de superioridad aérea (combate aire-aire) teniendo en cuenta que el Estado islámico no cuenta con fuerza aérea alguna. Si bien es cierto, que el Flanker puede ser configurado para misiones de combate a tierra.

En el aeropuerto se han instalado baterías de misiles tierra-aire SA-22, conocidos como Pantsir-S1. En las últimas semanas también han llegado, al menos, seis carros de combate T-90, y alrededor de 200 soldados de Infantería de Marina rusos se encargan de la protección del aeropuerto.

Ofensiva terrestre

En este escenario que cambia cada día, surgen las especulaciones sobre las intenciones últimas de Putin de “entrar en fuerza” en el territorio sirio, según la terminología militar.

Así, la inteligencia militar israelí sigue al minuto las pautas del despliegue ruso y llega a la conclusión de que Putin alberga la intención de mantenerse en Siria por un largo periodo de tiempo.
Putin alberga la intención de mantener a sus tropas en Siria por un largo periodo de tiempo

En las próximas semanas está prevista la llegada de 2.000 militares entre personal de mantenimiento, de apoyo logístico y tropas de combate. Si la presencia de estas últimas se confirmase, la intervención rusa daría un salto cualitativo e indicaría que Putin está dispuesto a pasar a mayores. Es decir, desencadenar una “ofensiva terrestre” en toda regla contra el Estado Islámico.

Analistas militares señalan que las guerras no se ganan desde el aire y que para lograr la victoria, antes o después, es imprescindible ocupar el terreno. Ante un escenario de esas características, el líder ruso se vería obligado a enviar miles de soldados en una escalada cuyos resultados son difíciles de prever.

Unidos ante el enemigo común


El Pentágono y el Ministerio de Defensa ruso trabajan ya en la “coordinación de los vuelos de reconocimiento y de bombardeo a las posiciones del Estado Islámico”de los cazas rusos y de la coalición internacional liderada por Estados Unidos, informan fuentes militares.

Nunca hasta la fecha las fuerzas aéreas de Rusia, Estados Unidos y los países de la OTAN se han unido para combatir en el mismo bando a un enemigo común: el Estado Islámico.

Las citadas fuentes califican de “extraordinaria experiencia” ver cómo evolucionan en el teatro de operaciones sirio las fuerzas aéreas rusas y norteamericanas, teniendo en cuenta que en Europa están a “cara de perro”.

Aparcar, provisionalmente, el enfrentamiento que ambos bloques viven a causa del conflicto de Ucrania para volcarse en combatir la amenaza yihadista, era impensable hace unos meses, concluyen.

Eje Moscú-Pekín contra el yihadismo

China acaba de anunciar su intención de enviar armas y tropas a Siria para acabar con los 3.500 yihadistas de la etnia uigur que adquieren experiencia de combate en territorio sirio. La estrategia del Estado Islámico es utilizar estos terroristas como punta de lanza para transformar la región autónoma china de Xinjiang en una provincia del Califato islamista.

En estos momentos de parón económico, Pekín quiere a toda costa estabilidad social y para asegurarla está dispuesto a perseguir terroristas chinos a cualquier confín del mundo.

Por su parte, Putin se ha marcado como prioridad derrotar al Estado Islámico en sus feudos de Siria e Irak y evitar así que se extienda a la estratégica región del Cáucaso ruso. Confluyen, pues, los intereses rusos y chinos en cuanto al yihadismo se refiere.

Conviene preguntarse si Estados Unidos estaría dispuesto a dejar que Rusia y China se beneficiasen de una eventual victoria sobre el Estado Islámico del que saliese fortalecido el eje Moscú-Pekín en detrimento de Washington. Una victoria de estas proporciones certificaría ante la opinión pública mundial el declive acelerado de la gran potencia norteamericana.

Y no solo eso. Un poderoso ejército ruso, apoyado por China, en una Siria pacificada y con Irán como aliado de Damasco, no sería plato de gusto para Israel y cambiaría la relación de fuerzas de Oriente Medio, empezando por las monarquías del Golfo Pérsico.
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