La cotorra argentina: un ave que se convierte en plaga
La Myiopsitta monachus, comúnmente conocida como cotorra argentina o monje, es un ave originaria de diversas regiones de América del Sur, incluyendo Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay. Esta especie se distingue por su plumaje predominantemente verde y sus rémiges azuladas, las cuales son visibles durante el vuelo.
A pesar de su apariencia inofensiva, la cotorra argentina ha sido catalogada como una plaga en Sudamérica. Su presencia puede acarrear problemas significativos en el ámbito agrícola, económico e incluso estructural. Esto se debe a sus grandes nidos, que pueden alcanzar un peso de hasta 200 kilogramos, así como a su método de alimentación.
Impacto en México y expansión territorial
En México, estas aves han logrado establecerse en la Ciudad de México y en los estados de Puebla y Veracruz, siendo este último el más afectado por su presencia. Las cotorras argentinas representan una amenaza para las especies nativas del lugar. Desde 2013, se han registrado avistamientos de estas aves a lo largo del bulevar Manuel Ávila Camacho, ubicado en la zona costera del municipio de Veracruz.
Desde entonces, la población de cotorra argentina ha crecido rápidamente, expandiéndose hacia municipios cercanos como Alvarado y Medellín de Bravo. Según el biólogo Fabián Ramírez Valencia, estas aves llegaron a la región probablemente debido a contrabando o porque escaparon o fueron liberadas de hogares donde eran mantenidas como mascotas.
Consecuencias para la fauna local
Las cotorras argentinas son territoriales y agresivas, lo que representa un riesgo considerable para la fauna local. Además, son portadoras de enfermedades que pueden transmitirse a otras aves e incluso a los seres humanos. Forman grandes bandadas que atacan para monopolizar recursos alimenticios y lugares para anidar.
Esta organización social les permite adaptarse y sobrevivir en condiciones adversas, desplazando a especies endémicas. Entre sus víctimas se encuentran el perico azteca (‘Eupsittula canicularis’), el loro cachete amarillo (‘Amazona autumnalis’) y el guayabero (‘Amazona finschi’), todas nativas de México. A diferencia de estas aves autóctonas que anidan en cavidades, las cotorras argentinas construyen sus nidos con ramas o en edificaciones humanas.
Estrategias para controlar su población
En la Ciudad de México, los especialistas han comenzado a administrar anticonceptivos a estas aves invasoras con el fin de reducir su población. En otros países como Estados Unidos y España, se ha optado por medidas más drásticas como la aniquilación. Para prevenir su reproducción continua, se recomienda a los residentes remover sus nidos y no intentar protegerlos.
"Estos animales poseen una resistencia notable y una capacidad de adaptación sorprendente. Cuando encuentran un entorno sin amenazas, simplemente se establecen y dominan", afirma Ramírez Valencia.
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