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América Latina: pionera en la prohibición de armas nucleares
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América Latina: pionera en la prohibición de armas nucleares

sábado 12 de julio de 2025, 17:18h

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América Latina se destaca como la primera región del mundo en declararse libre de armas nucleares, gracias al Tratado de Tlatelolco firmado en 1967. Este tratado, suscrito por varios países latinoamericanos y caribeños, prohíbe la fabricación y el uso de armas nucleares, promoviendo el uso pacífico de la energía atómica. La iniciativa surgió en un contexto de tensiones globales, como la Crisis de los Misiles de 1962, y fue impulsada por diplomáticos como Antonio García Robles. A lo largo de las décadas, científicos latinoamericanos han trabajado para garantizar que la energía nuclear se utilice con fines pacíficos, contribuyendo a la estabilidad regional. Este modelo puede servir como ejemplo para otras regiones del mundo que buscan desarmarse nuclearmente. Para más detalles, visita el enlace a la noticia completa.

En un contexto global donde la tensión entre potencias nucleares representa una preocupación constante, América Latina se destaca como la primera región del mundo en declararse libre de armas nucleares. Este hito se alcanzó en 1967 con la firma del Tratado de Tlatelolco, un acuerdo que contó con la adhesión de varios países, incluyendo Antigua y Barbuda, Argentina, Brasil, Chile, Cuba y México, entre otros.

El tratado establece el compromiso de las naciones firmantes de utilizar exclusivamente con fines pacíficos el material y las instalaciones nucleares bajo su jurisdicción. Asimismo, prohíbe cualquier práctica relacionada con el uso bélico de la energía atómica, lo que incluye ensayos, fabricación y adquisición de armas nucleares. Los países latinoamericanos también se comprometieron a no participar indirectamente en actividades vinculadas a la industria bélica nuclear.

Un marco legal innovador

El Tratado de Tlatelolco no solo prohíbe el uso de armas nucleares, sino que también define este tipo de armamento en términos de sus efectos destructivos y no solo en función de los artefactos existentes en ese momento. De esta manera, el tratado adquiere un carácter atemporal que lo protege contra cambios políticos futuros.

De acuerdo con el artículo 5 del tratado, se considera "arma nuclear" todo artefacto capaz de liberar energía nuclear de forma descontrolada y que posea características bélicas. Sin embargo, el tratado es solo una parte del esfuerzo más amplio por establecer zonas libres de armas nucleares a nivel mundial. Esto fue posible gracias al compromiso de especialistas que vieron en la ciencia atómica una oportunidad para mejorar la calidad de vida y promover la paz.

Los inicios del movimiento

La idea de crear una zona libre de armas nucleares comenzó a tomar forma en la década de 1950. Uno de los primeros logros fue la prohibición de armas nucleares en la Antártida, un área sin población permanente. Este éxito sentó las bases para otros acuerdos internacionales como el Tratado de Moscú (1963), que prohíbe los ensayos nucleares en diversas áreas.

A pesar de estos avances iniciales, las iniciativas estaban dirigidas principalmente a regiones deshabitadas. El Tratado de Tlatelolco marcó un cambio significativo al enfocarse en poblaciones humanas y establecer compromisos claros para evitar la proliferación nuclear en América Latina.

El papel clave del diplomático mexicano

Antonio García Robles, un destacado abogado y diplomático mexicano, desempeñó un rol fundamental en este proceso. En la década de 1960, presidió la Comisión Preparatoria para la Desnuclearización de América Latina y fue instrumental en la firma del Tratado de Tlatelolco. Su trayectoria incluyó importantes contribuciones a organizaciones internacionales como las Naciones Unidas y fue reconocido con el Premio Nobel de la Paz en 1982 por su labor en favor del desarme nuclear.

A medida que avanzaba el tiempo, otros países latinoamericanos comenzaron a desarrollar programas pacíficos relacionados con la energía nuclear. Argentina estableció su Comisión Nacional de Energía Atómica ya en 1950; Brasil fundó su Instituto de Energía Atómica en 1956; mientras que México inauguró su primer reactor nuclear en 1964.

Compromiso científico hacia la paz

A pesar del contexto internacional tenso durante la Guerra Fría, los científicos latinoamericanos se comprometieron desde el principio al uso pacífico de la energía nuclear. Un ejemplo notable es Humberto Fernández Morán, quien fundó un centro dedicado a aplicaciones médicas relacionadas con energía nuclear en Venezuela.

Este enfoque contrastó con el desarrollo militarista observado en otras partes del mundo durante esa época. La voluntad colectiva por parte de los científicos y gobiernos latinoamericanos ha permitido mantener a esta región alejada del desarrollo armamentista nuclear.

Influencia estadounidense y perspectivas actuales

No obstante, es importante reconocer que Estados Unidos también jugó un papel importante promoviendo el uso civil pacífico de la energía nuclear a través del programa "Átomos para la Paz", presentado por el presidente Eisenhower ante las Naciones Unidas en 1953. Esta iniciativa buscaba ofrecer tecnología nuclear para propósitos constructivos y mejorar las condiciones sociales y económicas globales.

A pesar del progreso logrado hasta ahora con tratados como Tlatelolco, aún persisten desafíos significativos relacionados con programas nucleares opacos alrededor del mundo. La existencia continua de tales programas subraya la necesidad urgente por establecer más zonas libres de armas nucleares globalmente.

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