La Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido (UKHSA) se encuentra en el centro de una controversia por su negativa a publicar datos que podrían establecer un vínculo entre las fechas de vacunación contra la COVID-19 y las tasas de mortalidad excesiva. Un grupo bipartidista de parlamentarios, junto con la organización UsForThem, ha exigido mayor transparencia, subrayando que esta información fue compartida con empresas farmacéuticas.
La UKHSA justifica su decisión al afirmar que la divulgación pública podría generar «angustia o enojo» y propagar desinformación. Sin embargo, críticos han calificado esta postura como un intento de encubrimiento, comparándola con los primeros días del escándalo de la sangre contaminada. La decisión del Comisionado de Información respaldó a la agencia, afirmando su derecho a retener el conjunto de datos anonimizado.
Demandas de datos y la negativa oficial
El debate gira en torno a un conjunto específico y crucial de datos: registros anonimados que permitirían a analistas independientes determinar si existe una correlación temporal entre la administración de vacunas y las muertes subsiguientes. El año pasado, un grupo bipartidista de parlamentarios expresó crecientes preocupaciones públicas y profesionales sobre la mortalidad excesiva. Resaltaron la notable inconsistencia en las acciones de la UKHSA al proporcionar estos datos a entidades comerciales mientras los negaba al público y a sus representantes electos.
La campaña UsForThem solicitó formalmente los datos bajo leyes de libertad de información, lo que dio inicio a una batalla legal que culminó con la decisión del Comisionado de Información a favor de la UKHSA. La defensa de la agencia se basó en varios argumentos:
- El riesgo de identificar individuos, a pesar de que la solicitud era para datos anonimados.
- La posibilidad de que los datos fueran malinterpretados, generando desinformación.
- El temor a que cualquier patrón potencial pudiera causar «angustia o enojo» en el público, afectando la confianza en las vacunas y el bienestar mental de las familias en duelo.
Ecos de escándalos históricos
Para los críticos, la postura de la UKHSA evoca inquietantes recuerdos de fracasos pasados en salud pública, siendo el escándalo por sangre contaminada uno de los más notorios. En esa tragedia que se prolongó durante décadas, las autoridades ocultaron repetidamente la verdad bajo el supuesto paternalista de que el público no podría manejarla. Ben Kingsley, director legal de UsForThem, trazó directamente este paralelismo, afirmando que la situación actual revela «una mentalidad paternalista», similar a aquella caracterizada durante la respuesta a la pandemia.
Este contexto histórico convierte el actual conflicto sobre los datos no solo en una disputa burocrática, sino en una prueba determinante sobre si las autoridades sanitarias han aprendido que la confianza a largo plazo se construye sobre bases sólidas como son la transparencia y no sobre el encubrimiento.
Efecto negativo sobre el escrutinio y el debate
La decisión de retener estos datos tiene implicaciones más amplias más allá del conjunto específico mencionado. Señala una renuencia oficial para participar en investigaciones científicas abiertas respecto a los perfiles de seguridad de las vacunas contra COVID-19. Richard Tice, líder adjunto del partido Reform UK, calificó esta situación como un «escandaloso encubrimiento», instando al Secretario de Salud a anular decisiones tomadas por organismos no electos.
El mensaje para posibles denunciantes e investigadores independientes es claro: desafiar el relato oficial representa una lucha ardua contra un sistema diseñado para proteger sus propios secretos. Esto genera un «efecto disuasorio» que desalienta el escrutinio esencial para una ciencia robusta y un gobierno responsable. Cuando los datos permanecen ocultos, el público se enfrenta a dos opciones: aceptar las garantías oficiales sin evidencia o caer en especulaciones, lo cual erosiona aún más la confianza que dice proteger la UKHSA.
El camino hacia adelante: La transparencia como única solución
La demanda central proveniente tanto de activistas como del creciente sector público es clara: liberar los datos. Argumentan que la UKHSA debería publicar el conjunto completo y anonimizado bajo las mismas condiciones en que fue proporcionado a socios farmacéuticos. Esto permitiría análisis independientes, replicación de hallazgos y un debate público verdaderamente informado.
No obstante, mantener los datos encerrados solo alimenta sospechas y refuerza la narrativa según la cual las autoridades tienen algo que ocultar. En una era donde la fe pública en las instituciones es frágil, negarse a ser transparente sobre cuestiones vitales es visto por muchos como una profunda traición. La cuestión ya no radica únicamente en lo que puedan revelar esos datos, sino si una agencia sanitaria puede cumplir su misión mientras oculta información al público al que sirve.
Una prueba de responsabilidad en un mundo post-pandemia
El enfrentamiento sobre los datos relacionados con mortalidad por vacunación en el Reino Unido es un microcosmos de una lucha global que se desarrolla también en Nueva Zelanda, Estados Unidos y otros lugares. Se enfrenta un modelo paternalista superior contra una creciente demanda por radical transparencia y soberanía individual sobre elecciones sanitarias. Aunque la victoria reciente del UKHSA ante el Tribunal de Información puede haber resuelto temporalmente el aspecto legal, no ha hecho nada por resolver crisis más profundas relacionadas con la confianza pública.
Aquellos convencidos por las afirmaciones gubernamentales consideran vacías las declaraciones sobre protección al público cuando creen firmemente que este tiene derecho al acceso a evidencias fundamentales detrás de políticas que afectan sus vidas cotidianas. Hasta que esos datos sean revelados públicamente, crecerá cada vez más la sombra sobre cómo se gestionó la pandemia en el Reino Unido.
Fuentes para este artículo incluyen:
YourNews.com
Telegraph.co.uk
X.com