La administración de Trump está intensificando su campaña para apoderarse de Groenlandia, desplegando activos de inteligencia de Estados Unidos con el fin de evaluar la viabilidad de una toma forzada o negociada de este territorio ártico rico en recursos. Según filtraciones al The Wall Street Journal, altos funcionarios de inteligencia emitieron una directiva clasificada la semana pasada, ordenando a las agencias que recopilen información sobre el movimiento independentista de Groenlandia, el sentimiento local hacia la extracción de recursos por parte de Estados Unidos y posibles aliados políticos en Dinamarca que podrían facilitar la anexión de la isla.
La Directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, criticó las filtraciones como un intento de sabotaje del "estado profundo", mientras que el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, James Hewitt, enmarcó la medida como una cuestión de seguridad nacional, afirmando: "El presidente ha sido muy claro al expresar que Estados Unidos está preocupado por la seguridad de Groenlandia y el Ártico". Sin embargo, detrás de esta retórica diplomática se esconde un audaz juego de poder que podría redefinir la dominación energética global y la estrategia militar en una era marcada por el conflicto entre grandes potencias.
Puntos clave
• Las agencias de inteligencia estadounidenses han sido ordenadas a recopilar información sobre el panorama político y el movimiento independentista en Groenlandia.
• Trump no descarta una conquista militar, considerando a Groenlandia vital para la "seguridad internacional".
• Los vastos depósitos de tierras raras y la ubicación estratégica de Groenlandia convierten a esta región en un campo de batalla entre Estados Unidos, China y Rusia.
• Dinamarca condena la presión estadounidense mientras Vance acusa a Copenhague de fallar ante el pueblo groenlandés.
Groenlandia: El último gran premio territorial
Groenlandia se presenta como el último gran premio territorial en una era caracterizada por la competencia renovada entre grandes potencias. Su vasta extensión mineral rica en tierras raras, petróleo y gas podría liberar las cadenas de suministro estadounidenses del dominio chino, impulsando así las revoluciones en inteligencia artificial y energía verde. Desde un punto de vista estratégico, controlar Groenlandia significa dominar las rutas comerciales emergentes del Ártico y asegurar una base militar avanzada contra las ambiciones rusas y chinas. Con la limitada capacidad defensiva de Dinamarca, la escasa población de Groenlandia hace que sea propensa a inversiones estadounidenses o incluso a una adquisición directa. Como afirma Vance, Estados Unidos debe actuar con decisión, utilizando incentivos económicos o presión política para reclamar esta piedra angular congelada del poder del siglo XXI.
Dado que China controla casi el 90% de la producción mundial de tierras raras, Estados Unidos ve a Groenlandia como un salvavidas para romper el estrangulamiento ejercido por Pekín. Sin embargo, el valor de la isla va más allá de sus recursos naturales. Su ubicación estratégica—situada entre América del Norte y Europa—la convierte en un punto crítico para las rutas navales árticas y operaciones militares. Estados Unidos ya mantiene la Base Aérea Pituffik, un puesto avanzado crucial para defensa antimisiles y vigilancia espacial. No obstante, como declaró el Vicepresidente JD Vance durante una controvertida visita en marzo: "Dinamarca no ha mantenido el ritmo... para proteger al pueblo groenlandés de incursiones agresivas por parte de Rusia [y] China".
Dinamarca resiste, ¿pero por cuánto tiempo?
La Primera Ministra danesa Mette Frederiksen ha condenado la presión estadounidense como "completamente inaceptable", pero el control que Copenhague ejerce sobre Groenlandia es precario. El territorio gestiona sus propios asuntos en todas las áreas excepto defensa y política exterior; además, un creciente movimiento independentista podría ofrecerle a Estados Unidos una oportunidad. La negativa de Trump a descartar acciones militares—"No digo que lo haré, pero no descarto nada"—indica una disposición a aprovechar esa vulnerabilidad.
A lo largo de la historia, las grandes potencias han reconfigurado fronteras mediante fuerza o coerción. La Compra de Luisiana, que sería superada en escala por los planes actuales sobre Groenlandia, fue producto también del manoseo geopolítico. Hoy día, conforme China expande su influencia ártica y Rusia militariza la región, surge una pregunta crucial: no es si Groenlandia se convertirá en un punto crítico—sino quién lo controlará cuando finalmente se derrita el hielo.
Conclusión: ¿Una nueva era imperial?
En 1803, Thomas Jefferson aseguró la expansión hacia el oeste con un simple trazo. Dos siglos después, la búsqueda de Groenlandia por parte de Trump revela una verdad contundente: la era del conquista territorial nunca terminó; simplemente evolucionó. Mientras Estados Unidos, China y Rusia compiten por dominar las riquezas del Ártico, cabe preguntarse: ¿serán los habitantes groenlandeses "valorados", como afirma Trump, o simplemente consumidos por la avidez imperial?
Fuentes incluyen:
SHTFPlan.com
Zerohedge.com
WSJ.com