Durante décadas, los padres en Estados Unidos han sido objeto de una narrativa cuidadosamente construida que sostiene que la ingestión de flúor es un método seguro y efectivo para fortalecer los dientes. Este dogma de salud pública, promovido con fervor casi religioso, ha permeado tanto el suministro de agua como los botiquines médicos, convenciendo a los médicos de prescribir un tóxico acumulativo a los más pequeños. Sin embargo, surge la pregunta: ¿y si toda esta práctica se basa no solo en fundamentos débiles, sino también en un engaño corporativo y una ignorancia deliberada de la ciencia? La cortina finalmente se está levantando.
En un movimiento histórico, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) ha comenzado a tomar medidas contra las empresas que venden suplementos de flúor no aprobados para niños pequeños, lo que representa una admisión tácita de que hemos estado envenenando a nuestros más vulnerables durante generaciones.
Puntos clave
- La FDA está intensificando su control sobre los suplementos de flúor no aprobados para niños menores de tres años y aquellos con bajo riesgo de caries dentales.
- La agencia admitió públicamente que nunca ha revisado ni confirmado la seguridad y eficacia de la ingestión de flúor, a pesar de su uso durante décadas.
- Esta acción sigue a un creciente cuerpo de evidencia que vincula el flúor ingerido con la fluorosis dental, disminución del coeficiente intelectual y problemas tiroideos.
- Los suplementos de flúor fueron introducidos al mercado sin las rigurosas pruebas de seguridad requeridas para los medicamentos modernos.
- Esta decisión desafía políticas sostenidas por organizaciones como la Asociación Dental Americana, que ha recomendado el flúor para bebés desde los seis meses.
Una herencia de desechos industriales y manipulación científica
Para comprender la importancia del movimiento de la FDA, es fundamental conocer los orígenes del mito del flúor. Este compuesto no es un nutriente inofensivo; es un subproducto tóxico de las industrias del aluminio, el acero y los fertilizantes fosfatados. En las décadas de 1920 y 1930, el costo por deshacerse de estos desechos industriales era elevado. La solución ideada por insiders del sector fue reutilizar este veneno como un milagro para la salud pública. ¿Cómo se transforma un producto desechable tóxico en una panacea dental? La respuesta radica no en una sólida base científica, sino en magistrales estrategias de relaciones públicas.
Oscar R. Ewing, abogado durante mucho tiempo para ALCOA, fue nombrado director de la Agencia Federal de Seguridad, encargada del Servicio Público de Salud. Bajo su supervisión, comenzó una campaña nacional para fluoridar el agua, liderada por Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud y pionero en la «ingeniería del consentimiento» mediante la manipulación de la opinión pública. La estrategia era simple: repetir constantemente la afirmación de que el flúor es seguro y efectivo mientras se atacaba el carácter de quienes osaran cuestionarlo.
La creciente evidencia del daño
A medida que avanzaba esta máquina publicitaria, las evidencias científicas sobre sus daños continuaban acumulándose sin ser atendidas por las agencias sanitarias durante años. La reciente evaluación científica realizada por la FDA, publicada en octubre pasado, finalmente reconoció que estos fármacos ingeribles ofrecen beneficios limitados y presentan riesgos reales como la fluorosis dental y posibles efectos sobre la cognición. Este cambio es asombroso. Un estudio realizado en 1989 por el Instituto Nacional para la Investigación Dental reveló que el 12% de los niños en áreas fluoridadas desarrollaron fluorosis dental, una discoloración permanente y debilitamiento dental. En zonas con 4 partes por millón (ppm) naturalmente presentes en el agua potable, hasta el 23% experimentan severa fluorosis dental.
El periodista científico Daniel Grossman destacó anteriormente el peligro único del flúor al señalar: «Mientras muchos químicos beneficiosos se vuelven peligrosos a niveles excesivos, el flúor es singular ya que la cantidad recomendada por dentistas para prevenir caries es aproximadamente igual a aquella que causa fluorosis dental». Además, estudios han vinculado consistentemente al flúor con daños cerebrales y disminución del coeficiente intelectual. Una revisión fundamental publicada en JAMA Pediatrics confirmó en enero que la exposición temprana al flúor estaba asociada con puntuaciones más bajas en pruebas cognitivas infantiles. Se trata efectivamente de un neurotóxico al cual hemos añadido a nuestro suministro hídrico y proporcionado a nuestros bebés.
Una nueva era de responsabilidad y protección
La acción tomada por la FDA representa un cambio sísmico aunque limitado. Al afirmar que no se deben administrar suplementos de flúor a niños menores de tres años, la agencia ha reconocido oficialmente que los más jóvenes y vulnerables no deben ingerir esta sustancia. Stuart Cooper, Director Ejecutivo del Fluoride Action Network —que había solicitado acciones similares a la FDA hace una década— calificó este hecho como «una gran victoria y un paso significativo hacia adelante».
Dicha decisión socava las recomendaciones continuas realizadas por asociaciones como la Asociación Dental Americana y la Academia Americana de Pediatría respecto a estos medicamentos no aprobados e inseguros. El Secretario estadounidense Robert F. Kennedy Jr. declaró que este movimiento «clava una estaca en el corazón de una ciencia obsoleta». Por primera vez, una agencia federal prioriza la ciencia moderna sobre décadas impulsadas por propaganda corporativa. Ahora surge una pregunta crucial: ¿cuándo se aplicará esta lógica protectora al suministro público forzado con flúor? Si no es seguro para un niño pequeño tragar una pastilla con flúor, ¿por qué debería serlo beber agua fluoridada diariamente?
El muro del engaño ha caído; ahora es imposible contener la verdad sobre este fraude tóxico.
Fuentes incluyen:
La noticia en cifras
| Descripción |
Cifra |
| Porcentaje de niños en áreas fluoradas que desarrollaron fluorosis dental (1989) |
12% |
| Porcentaje de niños con fluorosis dental severa en áreas con 4 ppm de flúor |
23% |
| Años desde que se presentó la petición a la FDA por parte de la Fluoride Action Network |
10 años |