Un chocolate originario de Dubái, titulado «Can’t Get Knafeh Of It», se ha convertido en una sensación viral, pero su popularidad ha desencadenado la aparición de versiones fraudulentas que representan un grave riesgo para la salud, especialmente para las personas con alergias alimentarias. La Agencia de Normas Alimentarias del Reino Unido (FSA) ha emitido advertencias urgentes tras descubrir que estas barras falsificadas contienen alérgenos no declarados como cacahuetes y sésamo, así como aditivos ilegales, toxinas de moho y compuestos carcinogénicos.
Las autoridades han subrayado que la omisión de información sobre alérgenos es tanto ilegal como extremadamente peligrosa. Se estima que alrededor de diez personas en el Reino Unido mueren cada año a causa de reacciones alérgicas inducidas por alimentos. Esta crisis pone de manifiesto las deficiencias sistémicas en la regulación alimentaria, ya que las importaciones no reguladas eluden los controles de seguridad, erosionando la confianza en el etiquetado de productos y trasladando la responsabilidad de la seguridad a los consumidores.
Un fenómeno global con riesgos ocultos
El chocolate mencionado fue creado por la chocolatera británico-egipcia Sarah Hamouda, quien combinó pistacho, tahini (hecho de semillas de sésamo) y knafeh (una pasta filo crujiente) para elaborar un delicioso dulce cubierto de chocolate. Sin embargo, su creciente popularidad ha llevado a un aumento en la demanda que ha provocado incluso una escasez de pistachos.
A medida que este producto ganaba notoriedad a través de las redes sociales, se desató una ola de imitaciones que carecen del debido control sanitario. Este fenómeno ha suscitado preocupaciones críticas sobre la seguridad alimentaria, la responsabilidad corporativa y las vulnerabilidades inherentes a las cadenas de suministro globalizadas.
Advertencias severas ante un peligro inminente
Las investigaciones realizadas por la FSA revelaron que algunas de estas barras contienen cacahuetes y sésamo ocultos, dos alérgenos potentes capaces de desencadenar reacciones anafilácticas mortales. Además, los análisis detectaron colorantes ilegales, toxinas provenientes del moho y sustancias químicas asociadas al cáncer, transformando lo que debería ser un placer festivo en un potencial peligro para la salud.
Rebecca Sudworth, directora de políticas de la FSA, expresó con claridad: «Las personas con alergias no deben consumir chocolate estilo Dubái». La agencia estima que aproximadamente diez británicos fallecen anualmente debido a reacciones alérgicas alimentarias, siendo los niños particularmente vulnerables debido a su menor masa corporal. Para los padres ajenos a las alergias alimentarias de sus hijos, un bocadillo sin etiquetar podría resultar desastroso.
Crisis en el etiquetado alimentario
Jessica Merryfield, representante del Instituto Chartered Trading Standards (CTSI), enfatizó que la falta de declaración sobre alérgenos no solo es negligente sino también ilegal. «No hacerlo es ilegal y sumamente peligroso», advirtió mientras instaba a las empresas a cumplir con las normativas inmediatamente.
La advertencia emitida por la FSA resalta una crisis más amplia: la erosión de la confianza en el etiquetado alimentario. Los productos legítimos vendidos en el Reino Unido deben listar claramente los alérgenos, incluir detalles del fabricante y mostrar pesos y fechas de caducidad. Sin embargo, los falsificadores aprovechan lagunas legales para inundar el mercado con productos mal etiquetados.
Responsabilidad compartida entre consumidores y reguladores
A pesar del consejo práctico proporcionado por la FSA para que los consumidores examinen cuidadosamente las etiquetas y compren únicamente en comercios reconocidos, esta recomendación coloca la carga de seguridad sobre los compradores en lugar de sobre los reguladores. Este escándalo recuerda fallas históricas en la supervisión alimentaria; desde crisis por leche contaminada con melamina en China hasta brotes de salmonela por maní en Estados Unidos.
A medida que se aproxima la temporada festiva y aumenta la demanda por estos chocolates, el enfoque reactivo adoptado por las autoridades pone en evidencia brechas sistémicas en los controles preventivos sobre importaciones. Aquellos sin alergias pueden disfrutar del producto con precaución; sin embargo, para poblaciones vulnerables, los riesgos superan ampliamente el atractivo del dulce moderno.
Con tendencias alimentarias globales superando a las regulaciones existentes, este episodio sirve como un recordatorio contundente: no todas las indulgencias son seguras y mantener vigilancia es esencial para disfrutar sin riesgos. Hasta que las autoridades refuercen sus medidas regulatorias, lo más dulce podría convertirse en lo más amargo.
Mire este video sobre metales pesados como plomo y cadmio detectados en chocolate.
Fuentes incluyen:
DailyMail.co.uk
Food.gov.uk
BrightU.ai
Independent.co.uk