La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó el pasado jueves el proyecto de ley conocido como One Big Beautiful Bill Act, que prohíbe a los estados regular la inteligencia artificial (IA) durante una década. Esta legislación, impulsada por los republicanos de la Cámara, se alinea con una normativa de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) que permite a los investigadores utilizar datos genéticos y médicos de los estadounidenses sin su consentimiento en estudios considerados “de bajo riesgo”. Críticos y defensores de la privacidad advierten que esta combinación de autoridad federal amplia y acceso corporativo a datos sensibles podría dar lugar a un sistema centralizado de vigilancia en IA y biotecnología, sin opciones para que los ciudadanos o los estados puedan actuar.
Reacciones ante el avance legislativo
La sección 43201 del proyecto bloquea a los estados de establecer leyes o regulaciones sobre el diseño, rendimiento, responsabilidad o manejo de datos relacionados con la IA durante los próximos diez años. Mientras tanto, agencias federales como el Departamento de Defensa y empresas del sector salud buscan integrar la IA en sistemas militares, atención médica e investigación genómica. La mayoría de los republicanos en la Cámara apoyaron esta disposición, con solo dos representantes manifestando su desacuerdo.
A pesar de que la aprobación en el Senado aún es incierta, el expresidente Donald Trump ha respaldado públicamente este proyecto y la iniciativa “Stargate” de $500 mil millones que apoya. Esta última ha sido descrita por Larry Ellison, CEO de Oracle, como una plataforma para fusionar innovaciones en IA con biotecnología. Por otro lado, las relajadas normas de consentimiento de la FDA y la reciente adquisición de 23andMe por parte de Regeneron han suscitado preocupaciones sobre el control corporativo desmedido sobre información personal.
Implicaciones del proyecto para el futuro
El One Big Beautiful Bill Act reconfigura un debate histórico sobre el federalismo. Desde sus inicios, los estados han funcionado como laboratorios democráticos, experimentando con regulaciones en diversas áreas. Sin embargo, la sección 43201 del proyecto elimina ese poder al imponer una supremacía federal en la supervisión de IA durante una década.
A medida que el Congreso avanza hacia una política centralizada sobre IA, estados como Colorado y California ya han tomado medidas al respecto, implementando protecciones en transparencia y responsabilidad. Por ejemplo, Colorado ha promulgado una ley pionera que obliga a las empresas a abordar sesgos raciales en algoritmos utilizados en préstamos y vivienda. Ahora, esos esfuerzos podrían verse interrumpidos por esta nueva legislación.
Crisis entre derechos estatales y control federal
Dawn Buckingham, senadora estatal de Texas y opositora vocal del exceso federal, expresó: “Esto no es modernización; es rendición. Cuando el gobierno federal dice a los estados que no pueden proteger a sus ciudadanos de los daños causados por la IA, no están ayudando; están indicando que debemos retroceder mientras desaparece nuestra privacidad.”
Los críticos comparan esta disposición del proyecto con otras intrusiones federales previas, como las mandatos educativos del programa No Child Left Behind o la expansión del Medicaid bajo la Ley del Cuidado Asequible. Robert Popper, académico del American Enterprise Institute, comentó: “La mentalidad ‘de talla única’ ignora lo esencial; los estados pueden crear soluciones adaptadas. Este proyecto elimina esa opción.”
Nuevas alianzas entre lo federal y lo corporativo
El momento en que se aprobó este proyecto ha generado suspicacias. La nueva regla sobre exenciones de consentimiento de la FDA —finalizada el mes pasado— permite a investigadores usar muestras sanguíneas, datos genéticos e historias clínicas sin permiso del paciente para estudios considerados “de riesgo mínimo”. En paralelo, se anunció que Stargate se enfocará en desarrollar medicamentos basados en mRNA dirigidos a genomas humanos.
Además, Regeneron ahora posee acceso a 23andMe y sus 10 millones de perfiles genéticos tras su adquisición reciente. Lena Rodriguez, defensora digital de derechos civiles, advirtió: “Estamos ante una tormenta perfecta; Stargate puede analizar tu genoma mientras la FDA permite usar tus datos sin consentimiento y Regeneron controla toda esa información —y tu estado no puede detenerlo.”
Movimientos ciudadanos ante un panorama incierto
Los opositores argumentan que la sección 43201 fue apresurada y carece de supervisión adecuada. Aunque el proyecto financia modernización federal en IA —incluyendo $500 millones para adquisiciones hasta 2035— sus prohibiciones sobre leyes estatales dejan vacíos significativos en términos de responsabilidad. Esta falta de transparencia ha motivado campañas ciudadanas instando a senadores a oponerse al proyecto.
Robbin Farmer, representante del grupo Liberty First USA expresó: “Estoy cansada de que Washington acapare poder mientras silencia a los estados. Esto no se trata solo de IA; se trata sobre quién decide lo mejor para ti: ¿tus legisladores estatales o algún contratista del DOD?”
Reflexiones finales sobre poder centralizado versus progreso local
El One Big Beautiful Bill Act pone énfasis en un conflicto fundamental: autoridad centralizada frente al control local. Los partidarios sostienen que libera el potencial tecnológico de la IA; sin embargo, sus detractores ven un peligroso precedente que pone en riesgo la privacidad personal y la soberanía estatal. A medida que se configura esta conexión entre IA militar y biotecnología bajo Stargate, la votación del Senado determinará si los estadounidenses otorgan al gobierno federal —o retienen— el derecho definitivo a regular sus datos y su destino.