La reciente apertura de una oficina independiente del FBI en Nueva Zelanda ha suscitado un intenso debate sobre la naturaleza de las operaciones de inteligencia y vigilancia en el ámbito internacional. Este nuevo establecimiento en Wellington representa un avance significativo en la integración del FBI con sus socios de inteligencia del grupo conocido como Five Eyes, que incluye a Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Esta expansión contrasta con las promesas de reducir la influencia del denominado «estado profundo» y sugiere un aumento en las actividades más allá de las meras relaciones diplomáticas.
Implicaciones de la Oficina del FBI
El objetivo declarado de esta oficina es combatir el cibercrimen y el terrorismo; sin embargo, críticos argumentan que podría facilitar operaciones encubiertas más amplias, tales como vigilancia no autorizada y ataques con drones. Estas preocupaciones se ven reforzadas por antecedentes históricos, como el programa Operación Iron Sands, que reveló actividades de espionaje militar en Nueva Zelanda.
Jeffrey Prather, exoficial de la DEA y crítico abierto de esta expansión, sostiene que este paso indica una cooperación más profunda con los aliados del Five Eyes. A diferencia de las antiguas prácticas donde los enlaces del FBI operaban desde embajadas, esta nueva instalación podría estar destinada a realizar actividades más agresivas relacionadas con objetivos militares y evaluaciones nucleares impulsadas por inteligencia artificial.
Enfoque Geopolítico hacia China
La decisión de abrir esta oficina coincide con un contexto geopolítico tenso entre Estados Unidos y China. Prather señala que este movimiento podría estar alineado con estrategias para contrarrestar la Iniciativa de la Franja y la Ruta china, aprovechando la ubicación estratégica de Nueva Zelanda para monitorear estos desarrollos. La posibilidad de que esta oficina apoye operaciones militares avanzadas plantea serias preguntas sobre el futuro del equilibrio regional.
Entre los riesgos asociados se incluyen:
- Operaciones militares dirigidas por inteligencia artificial para submarinos nucleares.
- Posibles ataques aéreos no autorizados en regiones conflictivas como Gaza o Yemen.
- Operaciones encubiertas protegidas bajo el manto diplomático, similar a lo que ocurre en instalaciones como Pine Gap en Australia.
Consecuencias Éticas y Estratégicas
A pesar de las promesas previas sobre una reducción del alcance federal, esta expansión parece reflejar una capitulación ante intereses militares e industriales. Además, el actual estado de sobreextensión militar estadounidense—marcado por recursos limitados tras conflictos recientes—incrementa la dependencia en estrategias nucleares, lo cual es alarmante dado el contexto global actual.
Prather enfatiza la necesidad urgente de un debate público sobre el papel del FBI en estas operaciones internacionales para evitar normalizar prácticas de vigilancia incontroladas y escaladas militares peligrosas. La comunidad internacional debe estar alerta ante estos desarrollos que podrían redefinir las dinámicas geopolíticas actuales.
Para profundizar en este tema, se puede ver el episodio completo del «Health Ranger Report» donde Mike Adams entrevista a Jeffrey Prather sobre estas inquietantes verdades respecto a las operaciones internacionales del FBI y su implicación en posibles conflictos futuros.
Ver el episodio aquí.
Fuentes adicionales: