El expresidente Zapatero, reconocido interlocutor del chavismo, ha intentado articular una transición política eliminando a Nicolás Maduro y a los principales jerarcas con órdenes de captura en Estados Unidos. Pretende preservar la estructura del régimen bajo un nuevo ropaje: un “neochavismo” sin Cabello, sin Padrino y sin el propio Maduro y negociar la millonaria recompensa ofrecida por el gobierno de Donald Trump por facilitar la captura de los miembros del cártel de los Soles.
Las reuniones tuvieron lugar, en el hotel Santo Mauro, Madrid, donde Zapatero se reunió a finales de agosto con ciertos exiliados y operadores políticos de origen chavista y opositor. Entre los asistentes se mencionan nombres de peso, como el exministro Miguel Rodríguez Torres, el exdiputado opositor Eudoro González Dellán, así como antiguos cuadros del chavismo caídos en desgracia como Luisa Ortega Díaz y Rafael Ramírez. El objetivo: Provocar un relevo pactado que garantizara impunidad a ciertos sectores, a la vez que facilitara una salida negociada ante Washington.
Se pretende la aceptación internacional a través de contactos indirectos con la administración estadounidense, utilizando como intermediarios a gobiernos aliados como Qatar. La estrategia pasa por presentar un bloque renovado, sin las figuras más comprometidas con el narcotráfico y la represión, pero manteniendo en pie el armazón político y económico del chavismo y ser Zapatero el representante y portavoz.
Pero, la propuesta tropezó con la oposición entre miembros cualificados exiliados. La idea de un “neochavismo” tutelado por los viejos operadores del régimen y capitaneado por Rodríguez Zapatero no genera confianza, y el encuentro se cerró sin avances concretos. La figura de Zapatero, lejos de fortalecer el consenso, volvió a despertar recelos: se le acusa de actuar como garante de sus intereses en Caracas más que como mediador neutral.
A la par, Zapatero intentó presionar directamente al presidente electo Edmundo González, exigiéndole aceptar un escenario de repliegue y asilo antes de asumir el poder. Aunque nunca se formalizó una negociación, el clima quedó marcado por la desconfianza. González, respaldado por Washington, se mantiene firme en su decisión de no avalar fórmulas que perpetúen al chavismo disfrazado.
Las reuniones de Zapatero, denunciadas por la antena de la CIA en Madrid, ha generado un terremoto político en Miami y en Washington. Altos cargos de la diplomacia estadounidense han llegado incluso a sugerir la posibilidad de retirarle la visa a Zapatero por sus vínculos con la cúpula chavista. El mensaje es claro: cualquier intento de transición debe contar con la salida real de Maduro y de quienes están en la lista negra de Estados Unidos.
Zapatero, mientras tanto, insiste en su papel de facilitador. El régimen venezolano, concretamente Delcy Rodríguez, lo sigue considerando un interlocutor útil, especialmente después de su mediación en acuerdos recientes de intercambio de presos. Su proximidad al poder en Caracas le garantiza acceso, pero también lo convierte en una figura controvertida en el exterior.