El gobierno iraquí se ha visto obligado a retractarse de su decisión de clasificar a Hezbollah y al movimiento Ansarallah como organizaciones terroristas, alegando un «error burocrático». Este giro revela la complicada situación política que enfrenta Irak en medio de una intensa presión por parte de Estados Unidos para que corte lazos con Irán y sus milicias aliadas.
La controversia comenzó el 18 de noviembre, cuando una publicación oficial del Ministerio de Justicia de Irak incluyó a ambos grupos en una lista de terrorismo y financiamiento extremista, ordenando el congelamiento de todos sus activos en el país. Esta medida era legalmente vinculante para todos los bancos y entidades gubernamentales iraquíes.
Reacción rápida ante la presión internacional
No obstante, semanas después, el Comité del Banco Central de Irak para Congelación de Fondos Terroristas declaró que la inclusión en la lista fue un «error». El comité argumentó que el documento había sido publicado prematuramente, incluyendo incorrectamente a grupos sin vínculos con ISIS o Al-Qaeda, que eran los objetivos previstos por una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Un alto funcionario del gobierno iraquí había presentado la decisión original como un paso necesario para alinearse con los estándares financieros internacionales establecidos por el Grupo de Acción Financiera (FATF), liderado por Estados Unidos. La rápida retractación sugiere que la inclusión inicial fue una concesión a las demandas estadounidenses que resultó ser políticamente explosiva dentro del país.
El delicado equilibrio político en Irak
Este incidente pone de manifiesto un conflicto fundamental en la política iraquí. Durante años, Estados Unidos ha presionado a Bagdad para desmantelar las facciones de resistencia vinculadas a Irán y desvincularse completamente de Teherán, un proveedor energético crucial para Irak.
Las facciones como Kataib Hezbollah son componentes integrales de las Unidades de Movilización Popular (PMU), una coalición de grupos armados formalmente incorporada al aparato militar iraquí. Las PMU tienen vínculos históricos con Hezbollah y Ansarallah, y durante la guerra en Gaza han llevado a cabo operaciones conjuntas con el grupo yemení. Además, han sido responsables de numerosos ataques contra bases militares estadounidenses en Irak y Siria.
Aumento de la presión estadounidense
Recientemente, la presión estadounidense ha aumentado significativamente. Tras ataques con drones dirigidos a campos petroleros operados por empresas estadounidenses en la región kurda de Irak el pasado julio, Washington intensificó su campaña. Estos ataques fueron atribuidos a grupos de resistencia iraquíes y provocaron un endurecimiento en las exigencias hacia Bagdad.
Fuentes indican que estos incidentes «enfurecieron a Washington» y llevaron a demandas más estrictas. Esta presión también se ha extendido al bloqueo de un nuevo proyecto de ley que institucionalizaría aún más las PMU y al impulso por reanudar las exportaciones petroleras desde la región kurda, lo cual fue recientemente aprobado por Bagdad junto con nuevos contratos con empresas petroleras estadounidenses.
Consecuencias internas tras el intento fallido
El fallido intento de inclusión en la lista negra generó condenas inmediatas dentro del país. Mustafa Sanad, un parlamentario iraquí cercano a Kataib Hezbollah, calificó la acción como una «vergüenza», señalando que muchos estados árabes han evitado tal medida y cuestionando la sinceridad del discurso pro-resistencia del gobierno.
Este episodio refleja una microcosmos más amplio de la campaña estadounidense que está reconfigurando el Medio Oriente. En Líbano, presiones similares han llevado al gobierno a prohibir transacciones con el sistema financiero de Hezbollah e imponer nuevas restricciones sobre transferencias monetarias.
Peligros inminentes para Irak
Los riesgos para Irak se han incrementado considerablemente. Hace unos días, medios sauditas informaron que un enviado estadounidense advirtió a Bagdad sobre planes inminentes de Israel para llevar a cabo una campaña militar contra Hezbollah en Líbano. La advertencia incluía una amenaza clara: cualquier intervención por parte de facciones resistentes iraquíes para ayudar a Hezbollah sería respondida con «duros» ataques israelíes.
La clasificación «errónea» realizada por Irak y su rápida corrección evidencian un gobierno atrapado entre dos frentes. Por un lado, enfrenta demandas incesantes por parte de Estados Unidos para abandonar su alianza iraní y neutralizar las PMU bajo amenazas financieras y repercusiones militares; por otro lado, debe lidiar con poderosas facciones armadas dentro de su propia estructura de seguridad que mantienen fuertes vínculos ideológicos y operativos con los mismos grupos que Washington desea excluir.
A pesar del ultimátum entregado por Washington y la posibilidad inminente de acciones militares israelíes, el delicado equilibrio político en Irak podría colapsar pronto, arrastrando al país hacia un conflicto regional más amplio que intenta evitar desesperadamente.