En un mundo inundado de influenciadores de salud, cultura dietética y videos sobre «Lo que como en un día», es fácil perderse entre una variedad de opciones alimenticias, cada una prometiendo un estilo de vida más saludable. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando la búsqueda de una alimentación limpia se convierte en una obsesión que puede afectar la salud mental? Esta es la dura realidad de la ortorexia, un trastorno alimentario emergente que, aunque a menudo pasa desapercibido, está ganando terreno en la comunidad preocupada por la salud. La transición de una pasión por comer sano a una obsesión poco saludable es peligrosa y muchos jóvenes adultos están atravesando este camino en silencio.
Comprender y abordar la ortorexia no se limita a identificar sus signos; implica desafiar las presiones sociales que perpetúan su crecimiento y reconocer patrones de pensamiento rígidos que pueden llevar a la paranoia, sentimientos de insuficiencia, preocupación constante por los «toxinas» y miedo hacia ciertos alimentos. La pregunta que persiste es: ¿podemos encontrar una manera de abrazar la salud sin perder el sentido de la realidad?
Puntos clave sobre la ortorexia
- La ortorexia es una condición caracterizada por una fijación obsesiva en comer sano, lo que con frecuencia conduce a un grave malestar psicológico.
- Este trastorno se manifiesta a través de una adherencia rígida a reglas dietéticas específicas y un intenso temor a consumir alimentos considerados poco saludables.
- A diferencia de otros trastornos alimentarios, la ortorexia se centra en la calidad del alimento más que en la cantidad consumida.
- Las plataformas de redes sociales pueden alimentar la ortorexia al promover dietas estrictas y estándares de salud poco realistas.
- Las opciones de tratamiento para la ortorexia incluyen terapia cognitivo-conductual (TCC), asesoramiento nutricional y construcción de redes de apoyo.
Imagina esto: estás en un viaje por carretera con amigos y paran en un diner para disfrutar de comida típica americana. Un amigo, conocido por su compromiso con una alimentación limpia, parece incómodo al ver el menú. Mira los platillos, elige su favorito y luego se preocupa por las posibles grasas y conservantes presentes en la comida. Para quienes observan desde afuera, su comportamiento podría parecer razonable; después de todo, está optando por una opción más saludable. Pero la ansiedad subyacente cuenta otra historia.
El término ortorexia nerviosa fue acuñado por el Dr. Steven Bratman en 1997 para describir exactamente esta situación. Se trata de un trastorno alimentario caracterizado por una obsesión con consumir alimentos considerados saludables, frecuentemente a expensas del bienestar mental. El término mismo significa “apetito correcto”, destacando la paradoja inherente a esta condición: el individuo busca el tipo correcto de alimento pero termina perjudicando su salud psicológica. Cuando comer sano se convierte en una OBSESIÓN o genera sentimientos de INSUFICIENCIA, ya no es saludable.
Diferenciar entre alimentación saludable y ortorexia
La ortorexia no se trata simplemente de elegir el platillo más saludable; implica creencias rígidas y turbulencias emocionales asociadas con las decisiones dietéticas. El Dr. Rafaat W. Girgis, psiquiatra certificado, señala que este trastorno puede ser fácilmente confundido con hábitos alimenticios normales. «La ortorexia suele parecerse a una alimentación saludable en apariencia», explica. «Pero quien lucha contra ella no experimentará la misma facilidad que alguien que disfruta comer sano pero permite cierta flexibilidad».
Las raíces de la ortorexia son multifacéticas e interconectadas con presiones sociales y la promoción generalizada de elecciones dietéticas «perfectas». Las redes sociales, con sus influenciadores promoviendo dietas estrictas, solo avivan las llamas del problema. «Es sorprendente cuán a menudo las personas en plataformas como TikTok e Instagram alardean sobre sus hábitos alimenticios ‘limpios’, sin considerar si estas elecciones son equilibradas o sostenibles», afirma Amy Shapiro, dietista registrada.
A lo largo del tiempo, los trastornos alimentarios han estado vinculados principalmente a preocupaciones sobre imagen corporal, como el deseo de ser delgado. Sin embargo, la ortorexia se distingue al centrarse en la pureza dietética más que en la pérdida de peso. Este cambio puede hacerla aún más insidiosa al alinearse con narrativas sociales sobre salud y bienestar, dificultando su reconocimiento. Como señala Girgis, esta condición puede superponerse con otros trastornos mentales como el TOC y la ansiedad, creando un complejo entramado de síntomas.
Cultura influencer: Un impacto negativo
En un entorno donde las publicaciones en Instagram sobre ensaladas perfectamente elaboradas pueden recibir miles de "me gusta" y comentarios, no sorprende que buscar la perfección dietética haya tomado protagonismo. Las plataformas sociales han evolucionado hasta convertirse en criaderos para contenido que normaliza e incluso fomenta hábitos alimentarios extremos. Estas plataformas suelen exhibir dietas «perfectas», perpetuando una ilusión de salud casi imposible de mantener en la vida real.
«Muchos influenciadores que promueven sus dietas no ofrecen una visión completa sobre lo que comen o cómo viven cada día», explica Shapiro. «Es como ver un resumen destacado pero nunca conocer el trabajo detrás». Esta representación fragmentaria puede llevar a los espectadores a sentirse inadecuados, al comparar sus hábitos alimentarios menos estrictos con las rutinas impecables de estos influenciadores. El resultado es una obsesión creciente por lo que otros comen, fenómeno especialmente desencadenante para aquellos con trastornos alimentarios preexistentes.
Aunado a esto, el énfasis en pureza y ausencia de «toxinas» puede crear una mentalidad fóbica donde nada es realmente «suficiente». «Las personas con ortorexia suelen sentir necesidad de limpiar o desintoxicar su cuerpo como respuesta ante impurezas percibidas», dice Girgis. Esta respuesta puede agravar el ciclo obsesivo, creando un loop vicioso donde las reglas dietéticas se vuelven cada vez más estrictas.
Caminos hacia la recuperación: Encontrar equilibrio
Navegar las complejidades de la ortorexia requiere un enfoque multifacético que va más allá del asesoramiento nutricional. La terapia cognitivo-conductual (TCC) ha surgido como una herramienta crítica para abordar los patrones mentales profundamente arraigados asociados con esta condición. «La TCC ayuda a los individuos a identificar y desafiar los pensamientos negativos que impulsan sus comportamientos», explica Girgis. Al reformular estos pensamientos, los pacientes pueden comenzar a desarrollar una relación más equilibrada con la comida y sus cuerpos.
Otro componente vital para la recuperación es el asesoramiento nutricional. Trabajar junto a un dietista registrado puede ayudarles a comprender las sutilezas relacionadas con sus necesidades nutricionales, fomentando así un enfoque más realista y flexible hacia la alimentación. «No se trata solo de encontrar la dieta perfecta; se trata de hallar aquella dieta sostenible y nutritiva», enfatiza Shapiro.
Cultivar una red solidaria también es fundamental. Rodearse de amigos y familiares que comprendan las luchas asociadas con la ortorexia puede proporcionar estabilidad emocional y estímulo durante el proceso recuperativo. «El poder del sistema apoyo no debe subestimarse», afirma Shapiro. «La recuperación puede ser larga y desafiante; contar con personas dispuestas a apoyar marca toda la diferencia».
Sobretodo, es crucial abordar este recorrido con paciencia y comprensión. La recuperación frente a la ortorexia no ocurre instantáneamente; es un maratón, no una carrera rápida. Aceptar que sanar lleva tiempo puede aliviar presión para obtener resultados inmediatos, permitiendo así avanzar hacia progresos sostenibles.
Fuentes consultadas: