El presidente Donald Trump ha emitido un ultimátum a 17 importantes compañías farmacéuticas: deben reducir los precios de los medicamentos en un plazo de 60 días o enfrentar una intervención gubernamental severa. Las cartas, dirigidas a gigantes de la industria como Pfizer, Eli Lilly y Johnson & Johnson, exigen que los precios de los medicamentos en Estados Unidos se alineen con las tarifas más bajas pagadas en otros países desarrollados. Esta medida sigue a una orden ejecutiva de Trump emitida en mayo, que busca abordar las disparidades en los precios, dado que los estadounidenses suelen pagar hasta tres veces más por los mismos medicamentos que los pacientes en el extranjero.
Un desafío directo a la industria farmacéutica
Las cartas, firmadas personalmente por Trump y difundidas públicamente a través de Truth Social, detallan exigencias estrictas para una reforma inmediata de precios. Durante una conferencia de prensa, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, leyó una de las cartas, subrayando la determinación del gobierno. "Si se niegan a actuar, utilizaremos todas las herramientas a nuestra disposición para proteger a los estadounidenses de prácticas abusivas en la fijación de precios", advirtió Trump.
Entre las demandas del presidente se incluye la obligación para los fabricantes de extender sus precios internacionales más bajos a todos los pacientes de Medicaid, garantizar el precio "más favorecido" para nuevos medicamentos y repatriar ingresos excesivos provenientes de ventas en el extranjero para reducir costos para los consumidores estadounidenses. Además, Trump propuso modelos de venta directa al consumidor para evitar intermediarios y asegurar que los pacientes reciban precios justos sin aumentos ocultos.
Reacciones adversas y presión sobre la industria
No sorprende que la industria farmacéutica haya reaccionado negativamente; las acciones de importantes laboratorios cayeron tras el anuncio. Empresas como Bristol Myers Squibb y Novo Nordisk vieron descensos cercanos al 5%, mientras que Sanofi sufrió una caída superior al 8%. Alex Schriver, vicepresidente senior de PhRMA, el grupo más grande de cabildeo del sector, descalificó las exigencias como "importación de controles de precios extranjeros", advirtiendo que esto podría "socavar el liderazgo estadounidense y perjudicar a pacientes y trabajadores".
A pesar del rechazo por parte del sector farmacéutico, la postura adoptada por Trump refleja una frustración prolongada entre los estadounidenses que enfrentan altos costos por medicamentos. Un estudio realizado por Rand Corporation confirma que los pacientes en EE.UU. pagan entre dos y tres veces más que aquellos en otras naciones desarrolladas—y hasta diez veces más en ciertos casos. Mientras Big Pharma culpa a intermediarios como gerentes de beneficios farmacéuticos por estos altos costos, el ultimátum de Trump coloca la responsabilidad directamente sobre los fabricantes.
Con un plazo establecido hasta el 29 de septiembre, ahora recae sobre los directores ejecutivos farmacéuticos decidir cómo responder. Algunas empresas han emitido declaraciones vagas sobre "discusiones productivas" con la administración; Pfizer y Novartis han sido parte de estas conversaciones mientras AstraZeneca confirmó haber propuesto reducciones voluntarias en sus precios. Sin embargo, muchos analistas mantienen escepticismo respecto al cumplimiento real. Stacie Dusetzina, profesora de políticas sanitarias en la Universidad Vanderbilt, señaló que es poco probable que haya cambios sin medidas coercitivas efectivas.
La lucha por los pacientes estadounidenses
A lo largo de décadas, los pacientes estadounidenses han subsidiado la innovación global en medicamentos mientras gobiernos extranjeros negocian descuentos significativos. El ultimátum planteado por Trump representa un punto crucial en esta demanda por equidad. "Las familias estadounidenses merecen alivio inmediato ante precios exorbitantes y el fin del aprovechamiento injusto del sistema estadounidense por parte de naciones europeas y otros países desarrollados", afirmó.
Si esta política resulta exitosa, podría significar ahorros significativos tanto para contribuyentes como para pacientes. En caso contrario, podría desencadenar acciones gubernamentales sin precedentes—desde controles de precios hasta políticas de importación. De cualquier manera, las líneas están trazadas.
El ultimátum del presidente Trump hacia Big Pharma no es solo una táctica negociadora; es un desafío directo a una industria que ha explotado durante mucho tiempo a los consumidores estadounidenses. Con 60 días para actuar, las grandes farmacéuticas deben decidir si cumplirán o arriesgarán un enfrentamiento regulatorio. Para millones de estadounidenses que luchan por acceder a medicamentos vitales, el desenlace podría redefinir su futuro.
La noticia en cifras
Cifra |
Descripción |
60 días |
Plazo dado a las compañías farmacéuticas para reducir los precios de los medicamentos. |
3 veces más |
Los pacientes estadounidenses pagan hasta tres veces más por medicamentos que otros países. |
29 de septiembre |
Fecha límite para que las empresas farmacéuticas respondan al ultimátum. |
10 veces más |
En algunos casos, los estadounidenses pagan hasta diez veces más por ciertos medicamentos que en otros países desarrollados. |