En un cambio significativo en la política de salud pública de Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) ha revocado las Autorizaciones de Uso de Emergencia (EUA) para las vacunas contra el COVID-19 basadas en ARN mensajero. Esta decisión pone fin a todos los mandatos de vacunación y se considera un retorno a la autonomía tanto de pacientes como de médicos. La medida fue anunciada por el secretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS), Robert F. Kennedy Jr., tras meses de presión ejercida por grupos médicos independientes y organizaciones defensoras del público.
La decisión de la FDA para rescindir las EUAs de las vacunas desarrolladas por Pfizer, Moderna y Novavax, que habían sido utilizadas bajo disposiciones de emergencia desde 2020, se basa en la evolución de las condiciones de salud pública y en un enfoque centrado en el acceso “basado en riesgos” para personas mayores e inmunocomprometidas. Además, la agencia ha emitido autorizaciones limitadas para la comercialización de estas vacunas para grupos de alto riesgo, permitiendo que pacientes y médicos evalúen juntos los beneficios y riesgos.
Un regreso a la autonomía del paciente
“Las acciones tomadas hoy son un necesario retorno a la cordura tras años de excesos imprudentes”, afirmó el Dr. Joseph Varon, presidente de la Alianza Médica Independiente (IMA), una coalición que agrupa a 15,000 profesionales de la salud. “Los mandatos de vacunación destruyeron vidas mediante amenazas de pérdida laboral y exilio social. Ahora, las personas pueden elegir junto a sus médicos.”
La decisión de la FDA pone fin a meses de presión por parte de la IMA y otros grupos que demandaban la revocación del EUA, señalando preocupaciones alarmantes sobre la seguridad y dilemas éticos relacionados con los mandatos. Este desarrollo coincide con datos provenientes de estudios que vinculan las vacunas basadas en ARN mensajero con casos de miocarditis, problemas de fertilidad y reacciones adversas en niños, lo que ha generado un escepticismo generalizado.
Kennedy delineó cuatro objetivos principales en su publicación en redes sociales: poner fin a la emergencia sanitaria pública (declarada concluida en mayo de 2023), eliminar los mandatos, mantener la disponibilidad de vacunas para grupos vulnerables y exigir ensayos controlados con placebo para los fabricantes farmacéuticos.
Respuestas divididas y contexto histórico
La acción tomada por la FDA refleja esfuerzos por reequilibrar la política pública en salud tras años de medidas emergentes. Mientras que la IMA y defensores de libertades celebran esta decisión, grupos como la Academia Americana de Pediatría (AAP) han instado a continuar con recomendaciones universales, considerando las vacunas como una “herramienta central para la prevención”.
Los críticos argumentan que la postura del AAP ignora datos evolutivos sobre los riesgos asociados. “Ningún padre debería obligar a un infante de seis meses a recibir una vacuna experimental sin consentimiento informado”, expresó el Dr. Varon.
A nivel internacional, Europa y Canadá presentan posturas divididas. La Unión Europea recientemente aprobó vacunas para infantes tan jóvenes como seis meses, mientras que las fuerzas armadas canadienses mantienen despidos para miembros no vacunados después del mandato.
Una nueva era en la toma de decisiones médicas
La decisión adoptada por la FDA representa un momento crucial para el sistema sanitario estadounidense al devolver el poder a médicos y pacientes tras tres años marcados por mandatos impulsados por emergencias. “Durante décadas nos aferramos a una falsa dicotomía: ‘mi elección versus supervivencia’”, comentó el Dr. Varon. “Hoy hemos restaurado el derecho a elegir—y la confianza fundamental entre paciente y médico.”
A medida que los CDC actualizan su calendario de inmunización infantil para reflejar las pautas establecidas por la FDA, los médicos esperan que esto marque el inicio de políticas alineadas con evidencias científicas más que con agendas políticas.
Fuentes consultadas:
X.com
TheHill.com