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Jamás fue una vacuna: siempre fue un sistema digital de control

viernes 04 de junio de 2021, 10:30h

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Identidad digital 2020, tercera extremidad del trípode tras la vacunación universal y los impulsores genéticos. ID 2020, megalómano proyecto de la Fundación Gates acompañado, curioso, por el clan de los Rockefeller y Gavi, la “Alianza para las vacunas”.

Tecno-matarratas transgénico

ID 2020 dio comienzo en el año 2017. Y cuenta con las compañías más importantes en el sector de los blockchains, organizaciones dedicadas al uso de datos biométricos para la identidad digital; la ICC, International Computing Center de Naciones Unidas; entre otras. ¿El objetivo? identificar a cada persona, puenteando los registros de identidad de cada Estado Nacional, registros ya de por sí odiosos. De acuerdo a los propios desarrolladores, en un futuro, esta identidad digital será necesaria para acceder a educación, salud, beneficios sociales, derechos políticos como votar ( bota el voto) y realizar transacciones económicas.

Esta identidad digital pretende enlazar nuestras huellas digitales, iris de los ojos, registros médicos, fecha de nacimiento, nivel educativo, viajes realizados, tarjetas de crédito, historiales de empleo, licencias de conducción y cuentas bancarias. Tendrá la característica de la “persistencia”, “desde el nacimiento hasta la muerte” y de ser “portable”. Lo que supone un gran y sórdido salto a la sociedad tecno totalitaria en el que cada uno de nuestros movimientos estará vigilado y controlado y pasarán a formar parte de los millones de datos que ya configuran y desfiguran el mundo. Todo ello supone la digitalización absoluta de nuestras vidas.

Cómo quieren implantarnos un microchip

¿Y entonces qué pintan las vacunas en todo esto? Y…¿La “Alianza para las Vacunas”? Porque el proyecto ID2020 - aterrador “pasaporte” y liberticida salvoconducto del mundo futuro - resulta ideal para que los grandes laboratorios puedan tener, más allá de cada Estado, un detalle preciso de cada individuo que ha sido vacunado, cuándo, cómo, dónde. Al mismo tiempo hará posible la implantación de la vacunación obligatoria y, sobre todo, de su control. Control “verde”, of course. Refresquen el caletre: The Digital Green Certificate.

De momento este proyecto se puede llevar a cabo gracias al control de nuestros datos mediante nuestros aparatos tecnológicos “inteligentes”. Sin embargo el ambicioso proyecto pretende introducirnos microchips en el cuerpo mediante la técnica del “tatuaje cuántico”. Exactamente, vacunación con micro - agujas de puntos cuánticos. Para la correcta implantación del monstruoso engendro - que aúna indivisiblemente los citados controles vacunero y tecnológico- se requiere de la ineludible enzima Luciferasa. Peculiar nombre, el precursor de la enzima, luciferina. Obviamente, estos microchips pretenden ser introducidos junto a la vacuna que “combate” el inexistente Sars-Cov-2.

Es decir, nos quieren implantar un microchip, tamaño nano, con todos nuestros datos insertado en nuestro cuerpo. Me temo lo peor. Solo queda la abierta insurrección contra este futuro inhumano. ¿Nos negaremos ahora? Con la burda excusa de la seguridad y la salud somos convertidos en seres digitales, mutantes andantes, adaptados a las inapelables necesidades de trazabilidad del mundo-máquina.

Recuerden que gran cantidad de animales domésticos, incluso salvajes, ya lleva un microchip. Incluso los árboles de París ya cuentan con uno para saber su estado de salud y necesidades de agua o nutrientes. Los siguientes seremos nosotros. Si no luchamos a muerte. El siguiente objeto en entrar en la lógica de la trazabilidad, tras plantas y animales no humanos, somos nosotros. Solo resta oponerse.

Vacunas, nuclear fragmento de la contaminación generalizada

El desarrollo de las vacunas, grosso modo, proviene del deshumanizado desarrollo del capitalismo industrial. Tal despliegue proviene de la necesidad de este sistema que produce unas condiciones de vida tan nocivas que exigiría otra nocividad, aún peor: las vacunas. Buscar soluciones tecnológicas a los problemas de la sociedad industrial sólo retrasa la caída al abismo, al mismo tiempo que el viaje al mismo se hace más duro y penoso. Un sistema que ha devenido tecno científico y que en su afán de mercantilizar y artificializar cada proceso, relación, ser vivo, ha arrasado el mundo y llevado a una catástrofe ecológica social que hace tambalearse al mundo.

Esta catástrofe destruye el mundo natural, altera la biodiversidad, aniquila el planeta y sus habitantes mediante miles de productos químicos, radioactivos, electromagnéticos, nucleares… Pura toxicidad en todo. Esta terrible mezcla de productos dañinos y sus consecuencias permiten la propagación de enfermedades cada vez más numerosas y en estas circunstancias la vacunación constituye la excusa ideal de la invivible sociedad tecno industrial. Es un producto más de ella.

La “vacuna”, pieza esencial del totalitarismo presente…y futuro

La vacunación jamás fue un proceso neutro es una técnica que se configura dentro del totalitario sistema tecno científico. Es imposible imaginarla de forma aislada. Sin laboratorios y científicos, sin fábricas y obreros, sin la industria de la extracción, de la distribución, de la propaganda, del control. Sin una sociedad organizada y planificada racionalmente, sin la maquinización de nuestras almas. Sin el mundo-máquina.

Como decía Jaime Semprún, hablando de los automóviles, devendría grave error ver en la vacunación “sólo un objeto aislado, de una utilidad ocasional, benigno y de pocas consecuencias”. No se puede aislar a las vacunas del mundo que las crea y requiere y exige. Las vacunas al igual que al resto de los artefactos industriales asolan la tierra, mediante la despiadada extracción de los materiales necesarios para su fabricación, distribución y elaboración. No sólo su producción devasta la tierra, además del turbio asunto del trabajo esclavo, incluido el infantil, también supone el sufrimiento y matanza de millones de animales convertidos en objetos en los laboratorios de FARMAFIA, utilizados para experimentos de vacunas y otros fármacos.

Es altísimamente seguro que el matarratas transgénico contra el Sars-Cov-2 transporte nano partículas horrendamente peligrosas para nuestra salud que serían capaces de alcanzar el interior de células y otras partes del organismo (incluso la sangre que circula por el cerebro) pudiendo afectar al funcionamiento de las mismas. Inclusión, desde luego, de OMC (Organismos Modificados Genéticamente) en la futura vacuna contra el fantasmagórica contra el Sars- Cov-2 .La vacunación no es una técnica para “mejorar” nuestra salud. Suculenta y averiada mercancía, de la cual extraer espaciosos beneficios, que además se convierte en una inmejorable técnica de control social.

Nací libre, moriré libre

Vacunas, intrínseca nocividad, por ser inexcusable pieza para el funcionamiento del mundo-máquina. Y rechazo ser un ser desposeído de mi capacidad de curarme, de mi innegociable e intangible soberanía, rechazando la colonización de mi cuerpo por la medicina que nos hace cada vez más dependientes de su espantoso mundo. Decidir sobre mi cuerpo y sobre mi vida.

La sociedad industrial nos hace total dependientes de ella y sus artefactos y absurdos cachivaches. Sustrayéndonos de nuestra capacidad de curarnos, seguimos dependiendo del Sistema Sanitario. Heil! Seig Heil! Elijo libertad y verdad porque ambas no caben en sus “racionales” y genocidas cálculos. Ni cabrán.

En fin.

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