La termogénesis de actividad no relacionada con el ejercicio, conocida como NEAT por sus siglas en inglés, es un concepto que, aunque puede parecer técnico, se refiere a toda la energía que se gasta a lo largo del día en actividades que no incluyen dormir, comer o hacer ejercicio estructurado. Cada acción, por pequeña que sea—como caminar por la casa, jardinería, subir escaleras o incluso moverse nerviosamente—contribuye al NEAT. Si bien los entrenamientos formales como correr o asistir al gimnasio son beneficiosos, el verdadero secreto para mantener un equilibrio energético y apoyar una salud a largo plazo radica en estos movimientos más pequeños y frecuentes que ocurren durante todo el día.
NEAT abarca todas las calorías que se queman a través de movimientos cotidianos que no son parte de un ejercicio programado. Actividades como caminar, limpiar o trabajar en el jardín pueden tener un impacto significativo en el gasto energético diario total y en la salud metabólica general.
La importancia del NEAT en la gestión del peso
Este tipo de actividad es crucial para la gestión del peso, ya que el movimiento diario consume más energía total que una sola sesión de entrenamiento. Además, el movimiento regular activa las mitocondrias—las fábricas de energía dentro de nuestras células—para seguir produciendo energía de manera eficiente, lo cual reduce el estrés oxidativo y previene los efectos nocivos de permanecer sentado durante largos períodos.
Un aspecto interesante es cómo nuestra mentalidad influye en este proceso. Estudios han demostrado que considerar las tareas físicas diarias—como las labores del hogar o caminar—como ejercicio real puede aumentar tanto sus beneficios físicos como psicológicos. Creer que estamos activos puede mejorar nuestro metabolismo, condición física y motivación.
Estrategias para incrementar el NEAT
Existen diversas maneras sencillas de aumentar el NEAT. Por ejemplo, se recomienda caminar después de las comidas, levantarse o estirarse cada 30 minutos, cocinar y limpiar con mayor energía, estacionar más lejos y optar por escaleras en lugar de ascensores. Estos movimientos constantes ayudan a mantener niveles de energía estables y contrarrestan los hábitos sedentarios.
A pesar de la creencia popular, el ejercicio tradicional solo contribuye a una pequeña parte del gasto energético diario total. Lo que realmente impulsa la quema de energía y apoya el control del peso es precisamente el NEAT. A lo largo del día, los movimientos espontáneos envían señales a nuestras mitocondrias para seguir generando energía eficientemente. Esta activación constante evita la stagnación metabólica y mejora los procesos naturales de desintoxicación del cuerpo.
El vínculo entre movimiento y alimentación
Asimismo, existe una conexión profunda entre cómo nos movemos y cómo respondemos a la ingesta alimentaria. En la naturaleza, movimiento y alimentación estaban interrelacionados; los animales (y los humanos primitivos) solían moverse más después de comer para buscar alimento o utilizar esa energía. Sin embargo, en tiempos modernos hemos roto ese ritmo natural: resulta fácil consumir en exceso mientras permanecemos inmóviles, lo cual lleva a un desequilibrio energético y aumento de peso.
Por lo tanto, al movernos conscientemente más durante el día—levantándonos cada 30 minutos o caminando tras las comidas—podemos restablecer esta conexión natural entre la ingesta energética y su consumo. Con el tiempo, esto ayuda a regular el apetito y estabilizar los niveles de azúcar en sangre.
Poder del pensamiento sobre la actividad física
Un estudio realizado por la psicóloga Dr. Alia Crum demostró que nuestra percepción sobre el movimiento también tiene un impacto significativo. Las trabajadoras domésticas fueron informadas de que su labor diaria contaba como ejercicio según las recomendaciones para un estilo de vida activo; mientras tanto, un grupo control no recibió tal información. El grupo que consideró su trabajo como ejercicio no solo perdió más peso sino que también mostró mejores indicadores de salud—aunque ambos grupos realizaron la misma cantidad de trabajo físico.
Esta evidencia resalta el poder de la percepción: cuando pensamos en nuestros movimientos cotidianos como ejercicios beneficiosos, nuestro cuerpo responde positivamente.
Sencillos hábitos para potenciar tu NEAT
Aumentar tu NEAT no requiere ir al gimnasio; hay múltiples formas de integrar movimiento en tu vida diaria sin salir de casa. Comienza por moverte más en casa: cocina desde cero, limpia con vigor o realiza trabajos en el jardín. También puedes reducir el tiempo frente a pantallas, estableciendo metas antes de encender la televisión e incorporando movimiento durante esos momentos.
Caminando siempre que sea posible—ya sea al hablar por teléfono o al realizar diligencias cercanas—puedes sumar pasos adicionales fácilmente. Además, intenta socializar activamente, optando por paseos con amigos en lugar de encuentros sedentarios.
Nuevas investigaciones sobre cronotipo y NEAT
Investigaciones recientes indican que tu cronotipo, es decir, si eres una persona matutina o vespertina, podría influir en tus niveles de NEAT. Un estudio longitudinal encontró que aquellos con cronotipo vespertino tienden a tener menor actividad física general y mayor tiempo sedentario.
En conclusión, NEAT representa una herramienta poderosa pero frecuentemente ignorada para mejorar nuestra salud y vitalidad. Mantenerse activo durante todo el día mediante pequeñas elecciones cotidianas no solo quema más energía sino que también apoya funciones celulares esenciales y mejora nuestro bienestar general.