Un reciente estudio ha arrojado luz sobre los factores que permiten a un pequeño grupo de personas alcanzar edades superiores a los 110 años, convirtiéndose en supercentenarios. La investigación se centra en Maria Branyas, quien vivió hasta los 117 años y fue la persona más longeva del mundo verificada hasta su fallecimiento en agosto de 2024. Publicado en Cell Reports Medicine, este trabajo empleó un enfoque avanzado conocido como “multiómica”, que analiza el ADN, la actividad genética, así como muestras de sangre, saliva, heces y bacterias intestinales para descubrir los factores biológicos relacionados con su notable longevidad.
- Genes protectores raros: Los investigadores encontraron que Maria Branyas poseía variantes genéticas poco comunes que la protegían de enfermedades graves relacionadas con la edad, como el cáncer y las enfermedades cardíacas, lo que le permitió alcanzar los 117 años en relativamente buen estado de salud.
- Baja inflamación: Su sangre mostraba niveles bajos de marcadores inflamatorios, lo que sugiere que su organismo evitó la inflamación crónica de bajo grado que típicamente acelera el envejecimiento y las enfermedades.
- Microbioma intestinal juvenil: A pesar de su edad avanzada, las bacterias intestinales de Branyas eran similares a las de una persona mucho más joven, incluyendo altos niveles de Bifidobacterium, un microbio beneficioso que generalmente se pierde con el paso del tiempo.
- Edad biológica frente a edad cronológica: El análisis del ADN reveló que su edad biológica era décadas más joven que su edad real, indicando que su cuerpo envejecía más lentamente de lo esperado.
Revelaciones sobre la longevidad: genes raros y buena microbiota
El hallazgo central del estudio desafía la creencia común de que el envejecimiento trae consigo inevitablemente problemas de salud. Aunque Branyas presentaba marcadores biológicos del envejecimiento, como telómeros acortados y una población celular inmune envejecida, permaneció libre de enfermedades graves relacionadas con la edad. Esto sugiere que bajo condiciones excepcionales, el envejecimiento y las enfermedades pueden desvincularse.
Su sangre también contenía niveles inusualmente bajos de marcadores inflamatorios. La inflamación crónica leve, a veces denominada “inflammaging”, es un importante impulsor de condiciones relacionadas con la edad. Al evitar esto, su organismo pudo estar protegido contra muchas enfermedades típicas de la vejez.
Genes protectores poco comunes
El análisis genético reveló que Branyas portaba variantes genéticas poco comunes que probablemente la protegieron contra enfermedades cardiovasculares y cáncer, dos de las principales causas de muerte en todo el mundo. Estos factores genéticos raros pudieron haber sido cruciales para permitir que su cuerpo funcionara adecuadamente durante más de un siglo, a pesar del desgaste celular natural.
Aportaciones significativas desde el microbioma intestinal
Uno de los descubrimientos más sorprendentes provino del estudio de su intestino. La comunidad bacteriana en los intestinos de Branyas se asemejaba a la de una persona mucho más joven. Mantenía niveles significativos de Bifidobacterium, una bacteria beneficiosa conocida por apoyar la salud intestinal, el equilibrio inmunológico y la estabilidad metabólica. Esta bacteria tiende a disminuir drásticamente con la edad; sin embargo, su organismo logró mantenerla en niveles más comunes entre individuos jóvenes.
La presencia de tales bacterias podría haber ayudado a reducir la inflamación sistémica, mejorar la absorción de nutrientes y fortalecer su resistencia contra infecciones—factores especialmente relevantes para sobrevivir a edades extremas.
Diferencias entre edad biológica y cronológica
Cuando los investigadores midieron su “edad epigenética”—un reloj biológico basado en marcadores químicos en el ADN—descubrieron que era biológicamente décadas más joven que sus 117 años reales. Esto sugirió que su cuerpo había envejecido mucho más lentamente de lo esperado, proporcionando evidencia adicional de que una longevidad extrema está vinculada a un retraso en el declive biológico en lugar de simplemente sobrevivir más tiempo con mala salud.
Implicaciones para nuestra salud futura
Aunque los hallazgos son fascinantes, los investigadores advierten sobre sacar conclusiones amplias basadas en un único estudio. No obstante, la biología de Branyas resalta caminos clave para futuras investigaciones. Los conocimientos sobre genes protectores, control inflacionario y salud del microbioma podrían inspirar nuevas terapias e intervenciones dietéticas personalizadas diseñadas para ralentizar el declive relacionado con la edad.
En última instancia, este estudio subraya que la longevidad extrema no solo es posible sino también puede ir acompañada por una salud robusta. Para muchas personas, aunque alcanzar los 110 años pueda seguir siendo esquivo, estrategias enfocadas en preservar la salud intestinal, reducir la inflamación y apoyar la estabilidad genética podrían contribuir a extender tanto la esperanza como calidad vida.
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