La contaminación plástica ha alcanzado niveles alarmantes, afectando no solo a los ecosistemas marinos y terrestres, sino también representando un riesgo emergente para la salud humana. Recientes investigaciones han revelado que los microplásticos, definidos como fragmentos de menos de cinco milímetros, tienen la capacidad de atravesar el torrente sanguíneo materno y llegar al feto durante el embarazo.
Diversos estudios han documentado esta preocupante situación, destacando cómo estos diminutos fragmentos pueden comprometer el desarrollo fetal.
Nuevas dimensiones de la contaminación
Los plásticos no desaparecen del medio ambiente; en cambio, se fragmentan progresivamente debido a factores como la exposición solar, las condiciones químicas y el desgaste físico. Este proceso da lugar a macroplásticos, mesoplásticos, microplásticos y finalmente a nanoplásticos, partículas que miden menos de 100 nanómetros y son lo suficientemente pequeñas para interactuar a nivel celular.
Una revisión publicada en 2025 integró estudios realizados en animales, cultivos celulares y muestras de tejido humano, confirmando que tanto los microplásticos como los nanoplásticos pueden atravesar la barrera placentaria, un sistema natural que normalmente protege al feto.
Efectos sobre la salud fetal
Una vez que estas partículas ingresan al organismo fetal, pueden alterar el equilibrio de la unidad fetoplacentaria. Esto interfiere en los mecanismos de comunicación celular, activa procesos de apoptosis y favorece el estrés oxidativo, un fenómeno dañino que ocurre cuando se acumulan radicales libres en exceso.
La posibilidad de que los plásticos atraviesen esta barrera selectiva es motivo de gran preocupación. La placenta actúa como un filtro sofisticado, impidiendo el paso de muchas sustancias nocivas mientras permite el flujo de nutrientes y oxígeno esenciales para el crecimiento fetal.
Investigaciones alarmantes
Algunos estudios han detectado micro y nanoplásticos en órganos fetales como el cerebro, pulmones, hígado, riñones y corazón. Aunque estos tejidos pueden parecer normales bajo observación microscópica, se han registrado indicadores preocupantes: placentas más pequeñas, menor peso al nacer y posibles alteraciones en la formación de órganos vitales.
A través de investigaciones experimentales con modelos placentarios humanos, se ha demostrado que partículas muy pequeñas (20-40 nanómetros) pueden inducir dificultades en la proliferación celular, mientras que las más grandes (50-500 nanómetros), aunque no inocuas, presentan una toxicidad reducida.
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