El 9 de julio de 1816
Las Provincias Unidas del Río de la Plata declararon formalmente su emancipación de la monarquía española y renunciaron a cualquier tipo de dominación extranjera. Este acontecimiento fue celebrado como el clímax de un proceso que había comenzado años atrás, en el contexto de la Revolución de Mayo de 1810.
El camino hacia la independencia
A pesar de que el primer grito por la libertad resonó en 1810, no existió un consenso inmediato sobre cómo y cuándo romper los vínculos con España. Las tensiones políticas se hicieron evidentes entre quienes abogaban por un cambio radical, como Mariano Moreno, y aquellos que preferían una transformación más gradual, como Cornelio Saavedra.
Las ideas revolucionarias coexistían con temores diplomáticos. El contexto internacional, marcado por la caída de Napoleón y el resurgimiento de las monarquías europeas, no favorecía movimientos abiertamente republicanos. Por esta razón, las discusiones internas se extendieron hasta 1816.
El histórico 9 de julio y el debate sobre la forma de gobierno
En ese año, Ignacio Álvarez Thomas, quien había asumido como Director Supremo en lugar de José Rondeau, convocó a un Congreso General Constituyente en Tucumán con la intención de alcanzar una definición política.
El Congreso se reunió en la casa de Francisca Bazán de Laguna, declarada Monumento Histórico Nacional en 1941. La mayoría de los representantes se inclinaba hacia una monarquía constitucional, un modelo predominante en Europa. En ese entonces, la república era considerada una rareza que solo había prosperado en Estados Unidos.
Según relatos históricos, la sesión comenzó alrededor de las dos de la tarde. El diputado jujeño Teodoro Sánchez de Bustamante propuso abordar el tema de la independencia. Posteriormente, el secretario Juan José Paso formuló la pregunta clave: “¿Queréis que las Provincias de la Unión sean una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli?”
Más allá del vínculo con España: rechazo a toda dominación
La respuesta fue unánime. Así se firmó el Acta de Independencia, proclamando el fin del vínculo con la corona española.
Diez días después, el 19 de julio, Pedro Medrano, diputado por Buenos Aires, propuso una enmienda crucial. Ante rumores sobre posibles entregas del país al dominio portugués o inglés, impulsó la inclusión de una cláusula que aclarara que la independencia también abarcaba cualquier potencia extranjera.
La frase "de toda dominación extranjera" fue incorporada al Acta. Los congresales eran conscientes del escepticismo europeo hacia cualquier movimiento revolucionario; por ello redactaron un documento adicional titulado "Fin de la Revolución, principio del Orden", buscando mostrar moderación ante los ojos del mundo.