En un contexto global marcado por la inminente caída del dólar estadounidense, el gobernador del banco central de China, Pan Gongsheng, ha proclamado el inicio de un «sistema monetario internacional multipolar». Este nuevo sistema propone que el renminbi y su unidad principal, el yuan, compitan con el dólar y el euro. Sin embargo, detrás de esta aparente transformación se oculta una verdad más sombría: los mismos actores de poder que establecieron el antiguo orden financiero están simplemente reconfigurando su control bajo una nueva etiqueta.
Instituciones como The Financial Times, Goldman Sachs y otros organismos globalistas han anticipado esta transición, presentándola como un avance económico mientras estrechan las cadenas de vigilancia y explotación. Los puntos clave de este cambio son significativos:
- El gobernador del banco central chino prevé la aparición de un sistema monetario «multipolar», lo que indica un posible fin de la dominancia del dólar.
- Este cambio refleja el antiguo plan de Goldman Sachs para los BRICS, sugiriendo que esta transición fue diseñada y no orgánica.
- A pesar de las afirmaciones sobre descentralización, el nuevo sistema sigue bajo el control de las mismas élites globalistas, ahora con capacidades de vigilancia mejoradas.
- Las similitudes históricas con el acuerdo de Bretton Woods revelan cómo los cambios monetarios tienden a consolidar poder en lugar de dispersarlo.
- La alianza BRICS no es una rebelión contra la hegemonía occidental, sino un proyecto globalista reconfigurado con China liderando la iniciativa.
La ilusión de la liberación multipolar
En su reciente discurso en Shanghái, Pan Gongsheng presentó la disminución del dólar como una evolución inevitable, mencionando el ascenso del euro y la creciente influencia financiera de China desde la crisis de 2008. Sin embargo, esta narrativa omite los cimientos deliberadamente establecidos por instituciones como Goldman Sachs, que acuñó el término «BRICS» en 2001 como parte de una estrategia para realinear la economía mundial. Lejos de ser un movimiento popular, el bloque BRICS—ahora ampliado para incluir a Sudáfrica—siempre fue un proyecto impuesto desde arriba, diseñado para desplazar influencias económicas mientras se mantenían intactas las estructuras globalistas.
Como señaló Rolo Slavskiy en su análisis, el multipolarismo no es una desmantelación del globalismo sino una nueva marca, donde las élites regionales aplican la misma agenda bajo diferentes estandartes. Vladimir Putin, a menudo visto como un opositor a la hegemonía occidental, ha continuado implementando políticas globalistas similares a las de su predecesor Boris Yeltsin. De igual manera ocurre con el Partido Comunista Chino, que promueve la «desdolarización» mientras establece un sistema distópico de crédito social que vincula la moneda al comportamiento.
Repetición del manual de Bretton Woods
La última gran reforma monetaria tuvo lugar en 1944 con el acuerdo de Bretton Woods, que consolidó al dólar como moneda reserva mundial. Este sistema, diseñado por potencias occidentales, también dio origen al FMI y al Banco Mundial—instituciones que han impuesto austeridad y esclavitud por deuda a naciones en desarrollo. Ahora, mientras Pan y Christine Lagarde discuten sobre un «nuevo orden monetario global», la historia advierte que tales transiciones rara vez empoderan a las masas; más bien redistribuyen el control entre los mismos arquitectos financieros.
Aún más preocupante es la propuesta del uso de Derechos Especiales de Giro (DEGs)—una canasta de monedas—como alternativa al dólar. Los DEGs siguen siendo regulados por el FMI, una institución históricamente alineada con intereses occidentales. Como observó Sam X en el podcast Uncharted Territory: «Roma nunca cae; simplemente cambia de ubicación y se vuelve subterránea». El verdadero poder permanece concentrado en tres Estados Ciudad: Londres, El Vaticano y Washington D.C.
BRICS: Un caballo de Troya para el capitalismo de vigilancia
La agresiva acumulación de oro por parte de China—un refugio ante la caída del dólar—ha sido presentada como un paso hacia la soberanía financiera. No obstante, esta estrategia se alinea perfectamente con la predicción realizada por Goldman Sachs en 2003 sobre cómo las naciones BRICS superarían a las economías occidentales para 2039. Lo que los defensores de esta transición omiten es la infraestructura asociada a la vigilancia. Un sistema monetario multipolar no solo implicará reservas competitivas; también significará identidades digitales, dinero programable y puntajes crediticios sociales que dictarán el acceso al capital.
The Financial Times, Goldman Sachs y los bancos centrales globales no están anunciando libertad; están elaborando una forma más eficiente de control. La cuestión no es si caerá el dólar; es quién se beneficiará realmente de su declive.