El Departamento de Defensa (DoD) ha realizado una modificación significativa en su política respecto a la vacuna contra la influenza, eximiendo a los miembros de la Guardia Nacional y de las Reservas de la obligación de vacunarse, a menos que sean movilizados durante 30 días consecutivos o más. Esta decisión se produce en un contexto donde el escepticismo sobre las vacunas ha crecido entre los militares.
A pesar de que el personal activo sigue obligado a recibir la vacuna anual contra la gripe, esta nueva disposición representa un cambio notable en medio de años de políticas controvertidas sobre inmunizaciones en el ámbito militar. La medida fue comunicada en un memorando fechado el 29 de mayo, que fue obtenido por la Associated Press.
Causas del cambio en la política
La reciente revisión responde a las repercusiones del mandato de vacunación contra el COVID-19, que resultó en la expulsión de más de 8,000 miembros del servicio por negarse a recibirla. A pesar de una orden ejecutiva emitida en 2023 que permite su reinstalación, menos de 150 han regresado hasta ahora. Muchos otros abandonaron voluntariamente para evitar sanciones, lo que ha generado preocupaciones sobre la pérdida de experiencia valiosa dentro del ejército.
La teniente coronel Theresa Long, cirujana aérea, expresó que existe una creciente desconfianza entre los miembros del servicio hacia las agencias reguladoras y su capacidad para garantizar la seguridad de las vacunas. Este sentimiento se ha intensificado desde el inicio de la pandemia provocada por el coronavirus.
Implicaciones económicas y operativas
Críticos como Pam Long, directora del capítulo militar de Children’s Health Defense y veterana del Ejército, consideran que este cambio es superficial, ya que los reservistas aún enfrentarán requisitos si son activados. Además, las bajas deshonrosas por negarse a recibir la vacuna pueden perjudicar sus carreras profesionales, especialmente para aquellos pilotos que podrían verse excluidos del ámbito de la aviación comercial.
El impacto económico derivado del mandato de vacunación contra el COVID-19 ha sido significativo. La teniente coronel Long advirtió que esta situación ha interrumpido al ejército como nunca antes en tiempos de paz, con pérdidas estimadas en miles de millones debido a la salida forzada o voluntaria de personal capacitado.
Un panorama incierto para los mandatos militares
La flexibilización en torno a las vacunas contra la gripe se produce tras años de controversia sobre los requisitos de inmunización militar. El mandato relacionado con el COVID-19 fue defendido como esencial para mantener la preparación operativa, pero enfrentó desafíos legales y resistencia generalizada entre algunos miembros del servicio que presentaron objeciones religiosas o médicas.
Aunque el secretario de Defensa Pete Hegseth destacó indirectamente esta modificación al compartir un mensaje celebratorio de un miembro de la Guardia Nacional sobre no ser obligado a vacunarse este otoño, el Pentágono no ha hecho un anuncio oficial sobre esta política. Esto deja abiertas interrogantes sobre sus implicaciones completas.
En resumen, esta revisión parcial refleja un delicado equilibrio entre la preparación médica y la autonomía individual dentro del ejército. Mientras los efectivos activos continúan sujetos a estas exigencias, la exención para los reservistas podría ser vista como una concesión ante el descontento creciente—una señal que podría anticipar ajustes adicionales ante las dificultades actuales en reclutamiento.
La noticia en cifras
Cifra |
Descripción |
8,000+ |
Servicio miembros expulsados por rechazar la vacuna COVID-19. |
150 |
Número de miembros reinstalados tras la orden ejecutiva de 2023. |
13 |
Número de soldados que han regresado bajo la iniciativa de pago retroactivo del Pentágono. |
30+ |
Días consecutivos requeridos para que reservistas sean obligados a vacunarse. |