Recientes declaraciones de un científico de Johnson & Johnson han generado controversia al revelar que la compañía era consciente de que la vacuna contra el COVID-19 no era segura. En un video grabado de manera encubierta, el investigador admitió: “La gente lo quería, se lo dimos”, confirmando así las sospechas que millones de estadounidenses han mantenido desde el inicio de la pandemia.
El video, publicado por O’Keefe Media Group, muestra a Joshua Rys, principal científico de J&J, reconociendo que la vacuna fue lanzada al mercado con una “falta de investigación”. La empresa actuó en nombre del Centro para la Autoridad Biomédica Avanzada y Desarrollo, apresurándose a capitalizar los beneficios derivados de la iniciativa Operation Warp Speed. En este contexto, se priorizó el lucro y el reconocimiento por encima de la salud pública.
Reacciones ante la revelación
Cuando Rys fue confrontado por el periodista James O’Keefe, optó por huir del lugar, buscando refugio en un baño antes de escapar en su bicicleta eléctrica. Este acto ha sido interpretado como una clara señal del temor existente dentro de la industria farmacéutica respecto a las verdades ocultas sobre sus productos. La industria sabe que las vacunas no eran el “milagro” que prometieron al mundo.
Puntos clave:
- El científico de J&J admite que la vacuna contra el COVID-19 no era “segura y efectiva” debido a una “falta de investigación”.
- Las imágenes captadas con cámara oculta muestran a Rys afirmando que las vacunas fueron aceleradas porque “la gente lo quería”, no porque fueran seguras.
- La respuesta del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) fue insuficiente, ignorando las graves implicaciones del testimonio sobre negligencia corporativa.
- La confrontación realizada por O’Keefe pone al descubierto una cultura de secreto en Big Pharma; solo se revela la verdad cuando son sorprendidos.
- Los datos de ensayos clínicos respaldan las afirmaciones de Rys, mostrando tasas alarmantes de eventos adversos como hipertensión, letargo y daños neurológicos.
Dificultades en los estudios clínicos
A pesar de las advertencias emitidas por periodistas y científicos independientes censurados por hablar abiertamente sobre los riesgos asociados a las vacunas COVID-19, los documentos del ensayo Fase III de J&J revelan información crítica. En estos documentos se observa que un 75.7% de los receptores de dosis altas experimentaron efectos adversos solicitados, comparado con solo un 27.3% en el grupo placebo.
Aún más preocupante es que un 18.2% sufrió reacciones sistémicas graves (fiebre, malestar intenso), nueve veces más que aquellos que recibieron placebo. Los adultos mayores enfrentaron eventos cardiovasculares significativos durante los ensayos, algunos sin resolver al finalizar estos estudios.
Corrupción y falta de responsabilidad
Johnson & Johnson se convierte así en la primera compañía farmacéutica expuesta por causar coágulos sanguíneos y daños cardiovasculares entre la población. Para marzo de 2020, se habían reportado 60 casos relacionados con síndrome trombótico trombocitopénico (TTS) al Sistema Nacional de Reporte de Eventos Adversos a Vacunas (VAERS), resultando en nueve muertes. A pesar de esto, funcionarios gubernamentales aseguraron al público que estos riesgos eran raros y justificables.
A medida que crecía el rechazo hacia las vacunas, autoridades y profesionales médicos recurrieron a mandatos coercitivos para aumentar su aceptación, violando principios éticos mediante estrategias engañosas e incluso discriminatorias. Esta situación ha causado daños adicionales en toda la sociedad.
El escándalo relacionado con las vacunas COVID-19 no es un hecho aislado; representa el resultado acumulativo de décadas marcadas por la captura regulatoria y la avaricia corporativa. Desde los ensayos del Salk para la vacuna contra la polio hasta el escándalo Vioxx de Merck (que dejó 60 mil muertos), el modus operandi del sector farmacéutico permanece inalterado: crear y explotar emergencias mientras minimizan riesgos conocidos para maximizar ganancias.
A medida que miles de personas afectadas buscan reconocimiento por sus lesiones tras recibir estas vacunas, el silencio tanto mediático como legislativo resulta ensordecedor. Los denunciantes como Rys representan solo la punta del iceberg en esta problemática. La confianza ciega en la industria farmacéutica ha llegado a su fin; es imperativo exigir transparencia total sobre las lesiones provocadas por las vacunas y responsabilizar a estas empresas por sus acciones.
Fuentes consultadas:
La noticia en cifras
Cifra |
Descripción |
75.7% |
Receptores de dosis altas que experimentaron eventos adversos solicitados. |
27.3% |
Eventos adversos en el grupo placebo. |
18.2% |
Sufrió reacciones sistémicas de Grado 3 (fiebre, malestar, dolor extremo). |
9 veces |
Tasa de reacciones sistémicas en comparación con el grupo placebo. |