Vivimos tiempos extremadamente complejos, aquí y allí. La política de nuestro país ha vivido otros momentos de tensión parecidos, pero nunca con la intensidad de los que estamos viviendo en los últimos meses.
Las derechas que consideran que el poder les pertenece de manera natural no han digerido bien la derrota sufrida el pasado 23-J del pasado año.
Las previsiones les daban la seguridad de alcanzar el gobierno, pero no fue así. Llevan ya 5 años esperando su momento y la demora de otros tres más no parecen dispuestas a vivirla con tranquilidad y respetando las reglas de juego.
Además, la suerte les está siendo esquiva y así cuando ya perecía que tenían cobrada la presa con el “caso Koldo” la vida les ha traído la compensación negativa del “caso Ayuso”. Eso ha permitido que hayan sacado en público lo peor de sus instintos, especialmente dirigidos por su máximo ideólogo Miguel Ángel Rodríguez, MAR.
Este equilibrio de circunstancias adversas no les va a permitir afrontar de manera positiva la cascada de elecciones que les vienen encima.
Alguien en el PP y VOX debería entender que de momento la suerte del presidente del gobierno, Pedro Sánchez, continúa intacta. Mal fario para ellos.
Además, las elecciones que quedan hasta las europeas no les son propicias. Tradicionalmente tanto en Euskadi el próximo 21 de abril, como en Catalunya el 21 de mayo, sus resultados han sido pobres y a menudo irrelevantes y esta vez tiene toda la pinta de ser igual.
Las primeras en orden de llegada, las de Euskadi, parece que nos van a traer más de lo mismo y que a pesar de la importante crecida de EH Bildu, especialmente a costa de una Podemos en vías de extinción, incluso si les añadimos a Sumar que va por separado, no va a evitar que la suma del actual gobierno, PNV más PSE, siga dando mayoría absoluta.
Las siguientes, en Catalunya el 12-M, son incluso más interesantes, porque puede darse la circunstancia de que el PSC consiga una abultada mayoría, que sumado a la bajada del sector independentista (ERC, Junts, CUP) que en esta ocasión no sumaran la mayoría absoluta, pudiera favorecer una circunstancia deseada con ansiedad por Pedro Sánchez; gobernarla junto a ERC.
Esa circunstancia sería favorable a la hora de solucionar las viejas tensiones centro-periferia heredadas de nuestra Transición.
Abriría un nuevo periodo de acuerdos, primero en lo financiero pudiendo explorar una situación equivalente o parecida a la que detectan Euskadi y Navarra.
Es una vieja aspiración de los sectores más sensatos y pragmáticos el independentismo y tranquilizaría a sus bases sociales y económicas.
Después quedaría el asunto más peliagudo; el derecho a decidir, el referéndum. Pero en esta ocasión con incluso sectores importantes de ese mundo, dispuestos como un primer paso a aceptar el marco constitucional y pactado, en torno al artículo 92 de nuestra máxima norma.
De este modo permitiría que, así como la legislatura anterior fue la de lo social, esta fuera la de lo territorial.
Llegar así a las europeas con los socialistas fortalecidos en el gobierno de Euskadi y Catalunya y un PP a la baja más un VOX en vías de extinción, permitiría un resultado hace unos meses impensable.
La única pena es que las tensiones en la izquierda del PSOE entre Podemos y Sumar no permiten augurar un buen resultado para ese sector.
En esas elecciones Europa se juega mucho, con una extrema derecha al alza y una izquierda a la baja. Sería terrible que esos malos augurios se confirmaran.
Porque después, en noviembre, vendrán las elecciones en EE.UU. Con un Trump como posible triunfador.
El binomio Trump-Putin puede ser desastroso para este mundo, más aún con ayudas como las de Netanyahu y Milei. Las barbaridades que el primero sigue cometiendo en Gaza deberían llevarle ante el tribunal de derechos humanos y la locura del segundo augura momentos de tensión insufribles,
Pero eso da ya para otro análisis.
Ahora toca salir airosos desde la izquierda de las próximas citas, 21-A, 12-M y 6-J.
Veremos...