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Historias reales de la emigración
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Historias reales de la emigración

Por Jose Mateos Mariscal
domingo 27 de noviembre de 2022, 10:00h

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Me gustaría filmar una intensa historia de la realidad sobre migración española en Alemania, donde habla del amor materno, la fortaleza femenina, y los sentimientos.

El relato de la cinta cuenta cómo después de 25 años viviendo en Alemania, una madre de migrantes española decide traerse a su hijo. Ambos tendrán que encontrar la forma de adaptarse en el nuevo hogar familiar con un idioma imposible de dominar.

En los tiempos de la emigración española en Alemania, los Gästearbeiten, era muy común dejar a los hijos con los abuelos en España.Tanto para un padre como para una madre dejar a los hijos es doloroso, pero pareciera que para una mujer es casi inconcebible. Me llamó mucho la atención que muchas migrantes dejan a sus hijos para buscar una vida mejor.

Este artículo se paseó en mi cabeza durante ocho años puesto que era muy común dejar los hijos a cargo de los abuelos. Mi artículo, que trata sobre madres migrantes españolas en Alemania, fue una cosa muy académica que sigue todos los cánones que los antropólogos premian. Quería hacer una realidad que hablara de historias reales de la emigración española en Alemania y que al lector le diera la sensación de que esté leyendo algo verídico. Entonces, me puse a escribir sobre las vivencias de esas mujeres, lo que fue el momento clave para hacerlo.

Migración y realidades

En Alemania, las mujeres migrantes españolas, no es que todas tuvieran la misma historia de vida, pero compartían ciertos patrones como la edad, el tiempo de residencia, la forma de pasar el tiempo libre, con hijos en el país de origen y, por supuesto el Amor a sus descendientes.

Una de las cosas importantes que vi en estas mujeres migrantes en Alemania es que no se ceñían a la estructura a la que estamos acostumbrados. Lo común es que el hombre sea quien migre en busca de una vida mejor. En este artículo son ellas, que salen a buscar esa prosperidad con el gran sacrificio de dejar a los hijos en el país de origen.

El tema de la migración también es recurrente en mi obra "Un español en Alemania". Soy migrante e hijo de migrantes, es lo que más me mueve a escribir artículos. Mi madre es española y toda mi vida me habló de lo que supone ser extranjero en Alemania, del significado de alejarse del país de origen y adaptarse a una patria nueva. Sobre si cambió mi percepción del papel de las migrantes del pasado inmediato a su presente: “No soy creyente, pero de alguna forma quiero simbolizar cómo las veo. Son unas heroínas para mí, con fortaleza y son resistencia admirable. No pierden su fuerza para seguir adelante, sacrificando su estabilidad… justo en el artículo quiero mostrar a esa mujer emigrate que se juzga y cree que tiene que hacer las cosas de cierta manera para recibir al hijo, sacrificando su relación amorosa. Aunque no quiero juzgar esas historias por una cuestión ética, he vivido esa experiencia y, no me atrevo a sacar conclusiones, pero al final siempre quiero dar pie a la esperanza, creo que hace falta contar historias realistas, aunque a veces no es lo más amable, pero siempre ver un camino hacia que esa realidad pueda encontrar un final amoroso, esperanzador”.

Otros migrantes también extrañarán

María del Mar Martínez cumplió los treinta años, natural de un pueblo pequeño de León (España), divorciada con tres hijos que mantener, dejó a los niños en casa de sus padres, como tantas mujeres emigrantes españolas en Alemania por los años sesenta y setenta, y prometió regresar en dos años... Salió del segundo turno a las tres de la tarde, ha trabajado de 5 a 10 de la mañana en una panadería horneando pan y de 11 de la mañana a las 3 de la tarde el segundo turno, limpiando oficinas. En su camino para el tercer turno donde trabaja de ayudante de camarera en un restaurante libanés en Wermelskirchen (Alemania) se detiene en un kiosco para enviar su dinero semanal a su familia en un pueblo de León. Es domingo, en donde vive en Alemania todos los días de la semana se trabaja.

Una enorme fila la espera en el kiosco, siempre hay gente de todas las nacionalidades enviando dinero a cualquier hora cualquier día de la semana, siempre está el volumen de la radio a todo lo que da con música de todo el mundo, huele a carne frita, a pocos pasos hay otra fila esperando comprar los famosos Currywurst de salchichas, son la especialidad de la casa. Ve apiladas las cajas de cerveza, es lo que más compra la gente los fines de semana, una bolsa de pan, parecida al pan de pueblo gallego, como acompañamiento en el plato de comida.

Al principio, de recién llegada a Alemania, le llamaba la atención que la gente ponía remesas, recargaba tarjetas de teléfono de países de origen, cambiaban sus divisas y dejaban hasta el último céntimo de euro entre el supermercado y la tiendas de licores de al lado, nunca imaginó que pasarían tantos años en Alemania y que haría una rutina tan similar a la de esas personas que vio cuando recién llegada al país germano, a ese lugar donde nieva e la época en la que los árboles de los membrillos están a todo lo que dan en su pueblo natal.

María del Mar emigró cuando cumplió treinta años, como he dicho, divorciada y con tres hijos que mantener, por lo que dejó a los niños en casa de sus padres y prometió regresar en dos años, si le iba bien, y llevar dinero para comenzar un negocio en España; han pasado 15 años desde entonces, le falta por graduar de la Universidad Santiago de Compostela al último de sus hijos, y no piensa regresar hasta que lo logre.

En España trabajaba en la agricultura, si le revisaran el cuerpo todavía le encontrarían en la piel las secuelas de trabajar en el campo, en esas tierras de labradores se pasó la infancia y la adolescencia trabajando con sus padres y sus tíos, durmiendo en las chozas para proteger al ganado, ganando sólo lo justo para sobrevivir, tenía que ayudar a sus padres en la crianza de sus hermanos pequeños.

Se ha dado cuenta que en la fila, esperando para enviar su dinero, hay tantos como ella, a cargo de padres, abuelos, hermanos pequeños e hijos, cuando conversa con ellos resultan historias similares, no importa de qué lugar del mundo lleguen, ahí hay hasta bisnietos de los Gästearbeiten.

María del Mar Martínez se enteró de la existencia de los Gästearbeiten cuando un día, hace varios años, se fue a tomar unas cervezas con un joven español después de que ambos enviaran sus remesas, y es que su bisabuelo había sido Gästearbeiten. No era la única con una carga familiar en la espalda, era la mayoría de migrantes, por eso es que no regresaban en dos años como pensaron al principio. Como ella, también tienen fotos de los hijos en sus teléfonos móviles, no los vieron crecer, pero lograron criarlos con el envío de dinero ganado en Alemania. Y también conoció en el transcurso de los años a tantos que nunca han contado a sus familias en sus países de origen cómo viven realmente en Alemania… ella nunca le ha contado a su familia que alquilan un espacio en los sótanos de las casas en donde viven cinco emigraste más.

María del Mar Martínez sale del supermercado, ese día no ha estado tan frío en Alemania, el sol se ha dejado ver por momentos y las temperaturas no son tan deprimentes y desesperantes, respira el aire fresco que por un segundo le llevó el aroma del castaño y de los membrillos tiernos de los árboles en su natal León. Se pregunta mientras conduce hacia su tercer trabajo si los otros migrantes también extrañarán como ella cuando el sol se asoma entre el cielo plomizo del crudo invierno alemán.

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