El redactor del informe para el exterior ha observado también cómo hasta la fecha parece preocuparnos más nuestra propia lengua, nuestras religiones e ideologías, la defensa absurda de nuestras fronteras –cuando a renglón seguido somos nosotros los primeros que deseamos franquearlas para conocer las tierras de los vecinos, o si podemos quitárselas- y ahora al sufrir los embates de esta horrenda enfermedad nos damos cuenta que lo verdaderamente importante es que en ese futuro que deseamos –y que descubrimos de pronto que es el mismo que desean todas las demás personas sean de la raza, religión o nación que sean- absolutamente todos queremos: Sentirnos sanos y seguros, disponer de comida suficiente, protegernos frente a las inclemencias meteorológicas y fundar una familia y sacar adelante a nuestros hijos y nietos. Claro que también vemos que para ello es imprescindible que nos organicemos para conseguir esos deseos comunes. Y que para alcanzarlo es absolutamente necesario que cuidemos nuestro planeta, porque a la postre es el de todos y nadie puede: Ni escaparse de él, ni construir una cabañita solitaria aparte.
Ahora parece que por arte de magia se nos enseña que lo que debemos hacer para ese futuro común es luchar lo más unidos y solidarios posibles contra los enemigos comunes que no son otros que: Las enfermedades infecciosas –como esta- las situaciones de miseria, hambre, incultura, falta de educación y formación y sobre todo las guerras, que casi siempre son iniciadas y organizadas por gente sin escrúpulos que viven de ellas y con las mismas esclavizan a los demás y procuran que solo ellos y sus familias vivan seguros y felices. Y esta situación generalizada actual nos sitúa a todos en el mismo plano de comprensión para hacer frente al peligro, porque no excluye a nadie. Si el Virus no distingue entre humanos se nos hace absurdo que distingamos entre nosotros.
La mejor aportación de todas de esta pandemia es que nos demostrará que el mejor futuro posible es aquel en el que seamos conscientes que todos los humanos somos una única Especie, que poblamos un planeta que es de todos, y que las organizaciones por zonas –los estados y naciones- son eso, organizaciones humanas para mejor gobernarnos, pero nada más, y por ello hemos de luchar juntos: Para limpiar la contaminación, crear centros agrícolas y ganaderos que nos surtan de comida, procurar las condiciones económicas para que existan laboratorios y compañías farmacéuticas, y que solo si nos unimos y organizamos podremos alcanzar un orden adecuado aquí, en la Tierra, y crear programas que exploren el espacio exterior para conocerlo y usarlo si lo necesitamos en el futuro. La naturaleza solo procura un fin: Sobrevivir, convivir y expandirse. Toda especie que no lo hace… Fenece.
Al tener que hacer frente a esa infección en la misma proporción y con los mismos medios, ya nadie podrá alegar que una medicina nacionalista es mejor o peor que una globalizadora, que la medicina capitalista es mejor o peor que la socialista o comunista, y que la de unas razas es mejor o peor que la de las otras ¡No!, ahora vemos que solo si nos unimos y compartimos los conocimientos de cómo funciona el Virus, cómo se reproduce y trasmite, y buscamos antídotos y vacunas podremos combatirlo entre todos y para todos.
Ello nos llevará a ese futuro único que no es otro que el que los seres humanos seamos conscientes que disponemos de un planeta para todos, que entre todos debemos cuidarlo y sobre él organizarnos para sobrevivir y convivir. Ello solo podrá conseguirse con sustento y protección para todos y con el mejor equilibrio social posible. Lo demás, lo demás como diría nuestro fallecido premio nobel… Es música de flauta.
Sobre el autor
Carlos González-Teijón es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, El Sistema, y de reciente aparición Psicología de virtudes y pecados, de editorial, Letras de autor.
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