La enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés) ha alcanzado cifras alarmantes en la población infantil. Actualmente, afecta al 36% de los niños obesos y al 10% de la población pediátrica general, duplicando su incidencia desde 2017. Si no se trata adecuadamente, esta condición puede progresar hacia cirrosis, cáncer de hígado e insuficiencia hepática, convirtiéndose en la principal causa de trasplantes de hígado para el año 2030.
Recientemente, la enfermedad ha sido redefinida como enfermedad del hígado graso asociada a disfunción metabólica (MAFLD), debido a su fuerte relación con la obesidad y los trastornos metabólicos. Sin embargo, un 19% de los niños afectados presentan peso normal y niveles de azúcar en sangre adecuados, lo que complica su diagnóstico. Investigaciones emergentes sugieren que desequilibrios en el microbioma intestinal podrían contribuir al desarrollo de MAFLD.
Un problema alimentado por hábitos poco saludables
La NAFLD es impulsada por una dieta inadecuada, falta de actividad física y disfunción metabólica. Esta enfermedad provoca inflamación (NASH), cicatrices y eventualmente cirrosis. Incluso los niños con un índice de masa corporal normal pero con exceso de grasa abdominal están en riesgo. Las complicaciones a largo plazo incluyen diabetes tipo 2 y enfermedades cardíacas.
A pesar de su creciente prevalencia, las pruebas rutinarias como los análisis de sangre para medir enzimas hepáticas y las ecografías a menudo pasan por alto la NAFLD en los niños. Las resonancias magnéticas son precisas pero costosas; mientras que las biopsias hepáticas, aunque definitivas, son invasivas. La falta de un programa sistemático de detección significa que muchos casos quedan sin diagnosticar hasta que se produce un daño irreversible.
Desafíos en el diagnóstico y tratamiento
No existen medicamentos aprobados por la FDA específicamente para tratar la NAFLD; por lo tanto, la pérdida de peso, el ejercicio y la reducción del consumo de azúcares (especialmente fructosa) son fundamentales para revertir la enfermedad. Sin intervención adecuada, los niños diagnosticados hoy podrían enfrentar cirrosis a los 30 años. Los expertos demandan mejores métodos de detección, educación pública y acciones políticas para evitar una inminente crisis sanitaria.
Considerada anteriormente una afección exclusiva de adultos vinculada al consumo excesivo de alcohol, la NAFLD está afectando a los niños a tasas alarmantes. Desde su primer registro en adultos obesos en la década de 1950 hasta convertirse en una epidemia pediátrica actual, este problema requiere atención inmediata.
Nuevas definiciones y enfoques necesarios
A medida que se redefine la enfermedad como MAFLD, es crucial entender su conexión con trastornos metabólicos más amplios. Investigaciones recientes indican diferencias significativas en el microbioma intestinal entre niños con enfermedad del hígado graso y aquellos sin ella. Esto sugiere un posible vínculo entre el desequilibrio bacteriano intestinal y la disfunción hepática.
A pesar del creciente cuerpo de evidencia sobre esta condición silenciosa, muchos casos permanecen sin diagnosticar hasta que se producen daños irreversibles. La detección temprana es esencial para prevenir complicaciones graves en el futuro.
Prevención: Un enfoque integral es urgente
No hay tratamientos farmacológicos disponibles actualmente para la NAFLD pediátrica; así que las modificaciones en el estilo de vida se presentan como la primera línea de defensa. La pérdida de peso mediante una mejor nutrición y ejercicio ha demostrado ser efectiva para estabilizar e incluso revertir esta enfermedad. Además, reducir el consumo de azúcares añadidos es fundamental para combatir la acumulación de grasa en el hígado.
Aunque es raro que la NAFLD progrese a enfermedades hepáticas terminales durante la infancia, representa una señal clara sobre problemas futuros en salud adulta. Cada etapa del desarrollo de esta enfermedad puede tardar aproximadamente siete años; por lo tanto, los niños diagnosticados hoy podrían enfrentar cirrosis antes de cumplir 30 años.
Es imperativo que padres, médicos y responsables políticos presten atención urgente a esta situación. Mejorar las pruebas diagnósticas, educar al público sobre salud metabólica e implementar intervenciones específicas para niños en riesgo podría ayudar a frenar esta epidemia silenciosa antes de que escale aún más.
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Fuentes consultadas:
La noticia en cifras
| Cifra |
Descripción |
| 36% |
Porcentaje de niños obesos afectados por NAFLD. |
| 10% |
Porcentaje de la población pediátrica general afectada por NAFLD. |
| 19% |
Porcentaje de niños afectados por NAFLD que tienen un peso normal y niveles de azúcar en sangre normales. |
| 700% |
Aumento proyectado en la diabetes tipo 2 de inicio juvenil para 2060 en EE. UU. |