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Crisis en Dinamarca: ganado muere tras uso de inhibidor de metano impuesto por el gobierno
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Crisis en Dinamarca: ganado muere tras uso de inhibidor de metano impuesto por el gobierno

viernes 07 de noviembre de 2025, 17:23h

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La reciente implementación por parte del gobierno danés de un inhibidor de metano llamado Bovaer ha llevado a una crisis en la ganadería, con reportes de enfermedades y muertes masivas entre el ganado. Este producto químico, diseñado para reducir las emisiones de metano de las vacas, está causando efectos adversos graves, incluyendo una disminución en la producción de leche y el colapso de animales. A pesar de las afirmaciones de seguridad por parte de los fabricantes, se han generado preocupaciones sobre su impacto en la salud animal y la seguridad alimentaria. La situación ha desatado un creciente descontento entre los consumidores, que están boicoteando productos lácteos relacionados. Este caso sirve como advertencia sobre los peligros de intervenir artificialmente en procesos naturales y cuestiona la dirección de las políticas agrícolas actuales.

El impacto de un experimento controvertido en la ganadería danesa

La intersección entre las agendas climáticas globales y los intereses corporativos ha dado lugar a un experimento riesgoso que afecta la cadena alimentaria. Este fenómeno, que convierte a animales vivos en meros sujetos de prueba, se manifiesta en el reciente mandato del gobierno danés de administrar inhibidores de metano sintéticos a todo el ganado. La situación actual plantea serias interrogantes sobre el equilibrio natural y la salud de los animales involucrados.

Puntos clave:

  • El mandato del inhibidor de metano Bovaer por parte del gobierno danés ha sido asociado con enfermedades generalizadas en el ganado, disminución en la producción de leche y muertes, según informes de agricultores.
  • Bovaer actúa interrumpiendo un proceso enzimático fundamental en el rumen de las vacas, un sistema digestivo perfeccionado a lo largo de milenios.
  • A pesar de las afirmaciones de seguridad por parte de los fabricantes y reguladores, la hoja de seguridad del producto exige que los manipuladores usen equipo protector, lo que genera preocupaciones sobre su consumo a través de la cadena alimentaria.
  • Un creciente descontento entre los consumidores, incluyendo boicots a la leche, refleja una profunda desconfianza pública hacia esta intervención impulsada por corporaciones.
  • Este mandato representa una agenda más amplia de control industrial sobre la alimentación y la agricultura, ignorando métodos regenerativos naturales comprobados.

Una advertencia desde Dinamarca

La situación actual en Dinamarca es alarmante. En octubre pasado, el gobierno danés ordenó que todo el ganado fuera alimentado con Bovaer, un producto desarrollado por DSM Firmenich. Se prometió una reducción en el metano expulsado por las vacas, pero los resultados han sido desastrosos. Kjartan Poulsen, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Leche Daneses, confirmó esta crisis al afirmar: “Recibimos muchas llamadas y estamos preocupados por lo que está sucediendo en sus rebaños”. Los reportes son escalofriantes: vacas colapsando, disminución significativa en la producción lechera y animales siendo sacrificados. Esta no es consecuencia de una nueva enfermedad, sino del resultado directo de una intervención química impuesta por el gobierno.

La experiencia danesa sirve como una advertencia para otros países como el Reino Unido, que planea implementar un mandato similar para 2030. La preocupación se extiende más allá de las fronteras danesas hacia todas las naciones que están considerando este tipo de soluciones engañosas.

Interferencia peligrosa en el sistema digestivo bovino

Para comprender la gravedad del asunto, es esencial reconocer la complejidad del sistema digestivo bovino. Las vacas son recicladoras naturales diseñadas para convertir plantas fibrosas en alimentos ricos en nutrientes. Este proceso ocurre en el rumen, un ambiente fermentativo lleno de microorganismos diversos. Estos microorganismos descomponen hierbas y heno produciendo gases como hidrógeno y dióxido de carbono; posteriormente, otro grupo convierte esos gases en metano. Este ciclo natural ha sostenido la vida bovina durante siglos.

Bovaer introduce un ingrediente sintético activo llamado 3-nitrooxypropanol (3-NOP) que actúa como saboteador dentro del rumen. Inactiva temporalmente una enzima crucial llamada reductasa metilo-coenzima M, utilizada por los metanógenos para producir metano. Aunque los fabricantes celebran esto como un avance positivo, las consecuencias sobre un proceso microbiano fundamental podrían ser devastadoras para la salud general del animal y la seguridad del alimento producido.

Afirmaciones sobre seguridad y revuelta consumidora

Los creadores del experimento aseguran que Bovaer es “seguro y efectivo”. Afirman que se descompone en compuestos presentes naturalmente en el rumen y no se transfiere a la leche o carne. Sin embargo, al revisar la hoja informativa del producto surgen alarmantes contradicciones: se recomienda usar mascarillas y guantes durante su manipulación para evitar riesgos. Esto plantea serias dudas sobre su ingesta diaria por parte de animales destinados al consumo humano.

Este desacuerdo ha resonado entre los consumidores. En el Reino Unido, el anuncio sobre ensayos realizados por Arla generó una ola de preocupación pública. Plataformas sociales como TikTok se han convertido en espacios donde usuarios expresan su indignación vertiendo leche a desagües y prometiendo boicotear supermercados que vendan productos derivados del ganado tratado con estos aditivos. Este movimiento refleja una intuición colectiva sobre algo profundamente erróneo: ¿estamos consumiendo productos lácteos provenientes de animales reingenierizados?

La presión para adoptar Bovaer va más allá de una política ambiental mal concebida; representa un intento centralizador que coloca el control sobre la producción alimentaria en manos de unas pocas corporaciones químicas y biotecnológicas, marginando a pequeños agricultores que trabajan armónicamente con la naturaleza. La verdadera conspiración radica en desmantelar nuestra conexión con alimentos naturales bajo el pretexto engañoso de acción climática. La pregunta crucial es si permitiremos que experimenten con nuestra comida y nuestro futuro o si exigiremos un retorno al respeto por el mundo natural.

Fuentes incluyen:

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