Un creciente número de veterinarios, investigadores y dueños de mascotas han comenzado a expresar su preocupación por los riesgos asociados con las vacunas contra la rabia y la rápida consolidación de la industria veterinaria en manos de empresas de capital privado. Expertos advierten que los mandatos de vacunación obsoletos, los intereses económicos y la concentración corporativa están agravando crisis de salud entre las mascotas, que van desde trastornos autoinmunes hasta reacciones potencialmente mortales.
Vacunas contra la rabia: Un cruce en la salud pública
La doctora Marcie Fallek, veterinaria holística y crítica de las prácticas convencionales, sostiene que las vacunas —en particular la vacuna contra la rabia— están perjudicando a las mascotas a tasas alarmantes. “Más del 70% de lo que trato son lesiones causadas por vacunas, y la vacuna contra la rabia es una de las peores”, declaró a Stateline. Fallek argumenta que el régimen de dosificación uniforme, donde un Chihuahua de 1.4 kg recibe la misma inyección que un Mastín de 68 kg, satura el sistema de los animales pequeños con aluminio neurotóxico y adyuvantes, provocando efectos secundarios severos.
La doctora Patricia Jordan, DVM, una destacada defensora de la salud animal, enumera 65 formas documentadas en que las vacunas contra la rabia perjudican a las mascotas, abarcando desde choques alérgicos inmediatos hasta enfermedades autoinmunes crónicas. Condiciones como fibrosarcomas (tumores cancerosos en los sitios de inyección), epilepsia y anormalidades conductuales —como agresión incontrolable y persecución obsesiva de la cola— suelen aparecer meses o años después de la vacunación. A pesar de estudios que demuestran que las vacunas contra la rabia confieren inmunidad por hasta siete años, la mayoría de los estados exigen inyecciones anuales o trienales, con algunas clínicas sobreprescribiendo por lucro.
Preocupaciones sobre estándares más bajos y costos elevados
La toma corporativa del sector veterinario ha intensificado las críticas. Cadenas propiedad de capital privado, como National Veterinary Associates (JAB Consumer Partners) y Banfield Pet Hospitals (Mars, Incorporated), dominan gran parte del cuidado animal en Estados Unidos. Los críticos alegan que estas empresas priorizan el retorno para los accionistas sobre el bienestar animal, citando presiones para maximizar ingresos por paciente.
Melissa Ezell, veterinaria en Huntsville, Alabama, describió cambios drásticos tras la adquisición de su clínica por JAB en 2020. “Los gerentes exigían metas diarias más altas. Las mascotas se sometían a pruebas o procedimientos innecesarios, y el personal era forzado a trabajar turnos agotadores”, comentó. En 2023 decidió abandonar la cadena para regresar a una práctica privada.
Mars, el gigante global detrás de marcas como M&M's, posee 3,000 clínicas veterinarias en Estados Unidos y controla el 50% del mercado de alimentos para mascotas, lo cual genera preocupaciones sobre conflictos de interés. La doctora Fallek acusa a Mars de utilizar sus divisiones alimenticias para vender dietas costosas y ricas en granos que agravan problemas de salud inducidos por vacunas.
Un camino hacia adelante: Pruebas serológicas y transparencia
Los expertos instan a reformas que alineen el cuidado animal con la ciencia médica en lugar del lucro. La doctora Fallek y otros abogan por pruebas serológicas obligatorias para medir la inmunidad existente contra la rabia y así reducir inyecciones innecesarias. Actualmente, solo unos pocos estados aceptan resultados serológicos para evitar vacunaciones.
“Sabemos que la inmunidad contra la rabia dura años; exigir inyecciones cada tres años es obsoleto”, afirmó la doctora Jordan. Ella y la doctora Fallek también piden supervisión independiente sobre estudios relacionados con seguridad vacunal y abogan contra la influencia corporativa en decisiones regulatorias.
Los consumidores pueden mitigar riesgos optando por prácticas holísticas, evitando sobrevacunaciones y seleccionando dietas apropiadas para cada especie. “Los veterinarios deberían ser sanadores, no vendedores”, expresó Ezell. “Regresemos a los principios del cuidado del bienestar integral de las mascotas —no solo a emitir un recibo cada seis meses.”
Una tormenta perfecta para la salud animal
El aumento en el número de dueños de mascotas post-pandemia y una industria pet care valorada en $147 mil millones han atraído a firmas de capital privado y gigantes corporativos como Blackstone, que recientemente adquirió Rover.com, una plataforma para pasear perros. Al mismo tiempo, los avances en investigación vacunal han quedado rezagados frente a mandatos estrictos. Mientras tanto, el fracaso de la FDA por exigir etiquetado rutinario sobre neurotoxinas en vacunas humanas y animales continúa generando inquietudes.
La reciente acción de la FTC contra las fusiones anticompetitivas realizadas por JAB en cadenas veterinarias pone de relieve un creciente escrutinio regulatorio; sin embargo, los defensores afirman que se requieren más leyes estatales restringiendo propiedad corporativa —como las existentes en Nueva York e Iowa— para proteger tanto a las mascotas como a los profesionales veterinarios.
Una batalla por confianza y transparencia
A medida que las mascotas adquieren mayor relevancia dentro de los hogares estadounidenses, el debate sobre su salud se centra en cuestiones éticas y evidencias científicas. Mientras veterinarios vocales y datos provenientes de medicina holística destacan los riesgos asociados con la sobrevacunación, las consolidaciones corporativas amenazan con transformar el cuidado hacia un enfoque centrado más en ganancias que en compasión. Por ahora, el activismo, vigilancia y ciencia siguen siendo las mejores herramientas contra un sistema cada vez más inclinado hacia los intereses empresariales —y alejado del bienestar animal.