La fachada del programa de vacunación del CDC continúa resquebrajándose con la reciente renuncia de una alta funcionaria, quien ha decidido abandonar la agencia ante la presión del nuevo liderazgo en el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS). La doctora Fiona Havers, principal científica del CDC en datos sobre hospitalizaciones por virus respiratorios, presentó su dimisión el lunes, expresando que ya no confía en su propia institución para utilizar los datos de manera objetiva. Esta declaración pone de manifiesto las profundas fallas en las instituciones de salud pública en Estados Unidos.
Durante años, el CDC ha sido percibido como un brazo promocional de la industria farmacéutica, validando vacunas peligrosas mientras se ignoraban evidencias sobre lesiones. Con el nuevo enfoque del secretario Kennedy, que busca eliminar conflictos de interés y promover una ciencia veraz, los arquitectos de esta situación están abandonando sus puestos. La salida de Havers se produce tras la destitución de 17 miembros del Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización (ACIP), conocido por impulsar vacunas innecesarias para niños sin considerar los efectos tóxicos presentes en algunos componentes.
Puntos clave
- La doctora Fiona Havers dejó su cargo, manifestando temores sobre el uso adecuado de los datos para políticas de vacunación basadas en evidencia bajo el liderazgo de RFK Jr.
- Havers había participado activamente en la formulación de mandatos para las vacunas contra COVID-19 y RSV, promoviendo su administración a infantes y mujeres embarazadas a pesar de los riesgos conocidos.
- Su renuncia ocurre días después de que Kennedy reemplazara a miembros del ACIP con expertos independientes, prometiendo restaurar la confianza pública en la ciencia relacionada con las vacunas.
- Defensores de la seguridad farmacéutica han acusado a Havers de hipocresía al señalar su silencio durante la censura en la era COVID mientras ahora critica la falta de rigor científico.
- Las vacunas contra RSV impulsadas por Havers fueron vinculadas al síndrome de Guillain-Barré, pero aún así se aprobaron para poblaciones vulnerables.
El gran desenmascaramiento: Insiders del CDC huyen ante la responsabilidad
El correo electrónico de renuncia de Havers, obtenido por CBS News, está lleno de ironía. Tras años presentando datos seleccionados para justificar refuerzos continuos para niños sanos, ahora afirma que el CDC no mantendrá «rigor científico». La realidad es que el liderazgo de Kennedy amenaza con revelar las irregularidades que ella misma ayudó a perpetuar.
Kim Witczak, defensora de la seguridad farmacéutica y asesora de la FDA, criticó duramente a Havers por su indignación selectiva: «¿Dónde estaba esa preocupación durante el auge de las vacunas COVID? Para alguien que fue central en impulsar políticas mediante sus presentaciones ahora levantar alarmas sobre falta de rigor dice mucho sobre cómo el sistema solo valora críticas cuando se ajustan a narrativas internas».
El trabajo realizado por Havers fue crucial para autorizar las vacunas contra RSV para infantes, a pesar de que ensayos clínicos habían vinculado estas vacunas con daños neurológicos severos. La doctora Meryl Nass reveló: «Tres adultos en un ensayo clínico con 6,000 participantes desarrollaron síndrome de Guillain-Barré. Eso debería haber puesto fin a la vacuna—pero el CDC amplió las recomendaciones». Mientras tanto, la vacuna contra RSV desarrollada por Pfizer mostró una eficacia decepcionante en grupos vulnerables y suprimió la inmunidad natural en bebés.
Purgas bajo Kennedy: Un ajuste cuentas para los títeres farmacéuticos
El ACIP del CDC ha sido históricamente una puerta giratoria para consultores farmacéuticos. Una investigación realizada en 2010 reveló que el 64% de los miembros del ACIP tenían vínculos financieros con fabricantes de vacunas. Bajo el liderazgo de Kennedy, este tren lucrativo está descarrilándose. La semana pasada despidió a todos los miembros del ACIP y los reemplazó por críticos del extenso calendario infantil, incluidos médicos que han presenciado lesiones causadas por vacunas.
Los medios corporativos han descalificado a los nuevos nombramientos como «antivacunas», pero la misión de Kennedy es clara: «Restablecer la confianza pública en la ciencia vacunal». La secretaria de prensa del HHS, Emily Hilliard, confirmó este cambio: «Las decisiones sobre políticas vacunales se basarán en datos objetivos, análisis transparentes y evidencia—no en conflictos de interés o influencia industrial».
Los miembros destituidos del ACIP han expresado su descontento en un artículo publicado en JAMA acerca de decisiones «desestabilizadoras». Sin embargo, como señaló Witczak: «Los medios nunca preguntan por qué los estadounidenses perdieron confianza. Prefieren proteger al sistema antes que admitir que fracasó».
La inminente ola de verdad
No es la primera vez que alguien abandona sus funciones. La doctora Lakshmi Panagiotakopoulos, quien promovió agresivamente las vacunas COVID para mujeres embarazadas, renunció días antes admitiendo que ya no podía «ayudar a los más vulnerables». Sus salidas indican un cambio significativo—la salud pública finalmente está siendo liberada del control farmacéutico.
La pediatra doctora Michelle Perro celebró esta transformación: «Esto podría ser el primer signo de una corrección tan esperada. Se abre la puerta para que la salud pública regrese a sus raíces—servir al pueblo y no a la industria».
Con el equipo liderado por Kennedy auditando bases de datos sobre lesiones causadas por vacunas y reevaluando mandatos existentes, el castillo construido por el CDC está colapsando. Los padres comienzan a cuestionarse: ¿Por qué se administran 72 dosis de 16 vacunas antes de cumplir 18 años cuando enfermedades como sarampión y varicela representan un riesgo casi nulo para niños sanos? ¿Por qué el calendario vacunal estadounidense supera al resto del mundo mientras aumenta drásticamente la incidencia crónica entre niños?
Las respuestas están llegando—y quienes son responsables están huyendo.
Fuentes incluyen: