El cuerpo de Benedicto XVI fue trasladado el jueves a las grutas vaticanas para ser sepultado en la tumba que albergó el féretro de Juan Pablo II. Esto ha tenido lugar tras la celebración de la misa de exequias presidida por el papa Francisco.
Al final de la celebración, Francisco hizo el ritual de la última recomendación y despedida. Con una actitud solemne y triste, dijo: "Que el Dios de nuestros padres conceda al pontífice alabarle en la Jerusalén celestial en espera que su cuerpo mortal resucite en el último día".
Los presentes despidieron al fallecido con una sonora y emocionada ovación, acompañada de gritos pidiendo que sea declarado santo. Se vieron pancartas solicitando la canonización inmediata y que reciba el título de doctor de la Iglesia, honor reservado para los teólogos más destacados de la historia de la Iglesia.
Antes de desaparecer de la vista de la asamblea, el Papa Francisco se paró junto al féretro y le dio su bendición con una mano. Esta imagen insólita fue posible gracias a la histórica renuncia que hizo Benedicto XVI en 2013. Desde entonces y hasta el 31 de diciembre, cuando murió, Joseph Ratzinger vivió discretamente en el Vaticano.
A las 9.30 comenzó la eucaristía que reunió a 60.000 personas en la plaza de San Pedro. Estuvo presidida por 120 cardenales, 400 obispos y 4.000 sacerdotes.
Entierro de carácter privado
Tras la ceremonia, el cuerpo del Papa emérito fue llevado a la Basílica de San Pedro, como estaba previsto, para ser enterrado en las grutas vaticanas de manera privada.
Para preparar el féretro, se coloca una cinta alrededor con sellos del Capítulo de San Pedro, de la Casa Pontificia y de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas. El ataúd está hecho de madera de ciprés y se colocará dentro de uno de zinc que será soldado y sellado; luego, cubierto con una caja de madera que se ubicará en el mismo lugar donde estuvo el féretro de Juan Pablo II hasta su beatificación.
Durante la homilía, el papa Francisco destacó que Benedicto XVI se dejó guiar por la voluntad de Dios como Jesucristo, hasta sus últimas consecuencias. Esto es el programa de vida del corazón de un pastor, basado en la entrega agradecida a Dios y al pueblo.
El Papa destacó que Joseph Ratzinger, "igual que el Maestro", se encarga de soportar el cansancio por su gente para interceder "más allá de las incomprensiones que puedan surgir". "Amar quiere decir estar dispuestos a sufrir" y "dar a las ovejas el verdadero bien", que según Francisco es "el alimento de la presencia de Dios".
Durante la ceremonia de despedida a Benedicto XVI, uno de los principales celebrantes en el altar junto al Papa Francisco fue Juan Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio. A pesar de que no se trataba de una misa de Estado, ya que el Papa fallecido no era "reinante", hubo representantes oficiales de países como Italia y Alemania, así como también representantes personales de numerosos países y confesiones religiosas.
La reina Sofía ha liderado la delegación española, acompañada por el ministro de Presidencia Félix Bolaños (representante del Gobierno para las relaciones con las confesiones religiosas) y la exministra Isabel Celaá, embajadora de España ante la Santa Sede.
La Conferencia Episcopal Española (CEE) ha estado representada por su presidente y arzobispo de Barcelona, el cardenal Juan José Omella; el vicepresidente y arzobispo de Madrid, el cardenal Carlos Osoro; y el secretario general y obispo auxiliar de Toledo, César García Magán. Además, otros prelados españoles han asistido a la ceremonia en el Vaticano.