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Felipe González, embajador del mexicano Carlos Slim en la corrupta España

Por Joaquín_ABAD
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joaquincibelesnet/7/7/15
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martes 15 de marzo de 2016, 08:14h

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El mexicano Carlos Slim, uno de los cuatro hombres más ricos del planeta, está a punto de hacerse con el control de la estratégica empresa española FCC (Fomento de Construcciones y Contratas), gracias a los buenos oficios del expresidente socialista Felipe González. FCC es la mayor empresa de servicios -suministro de agua, recogida de basuras, limpieza y mantenimiento- a comunidades autónomas y ayuntamientos. Tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, la corrupción se ha trasladado a los contratos de prestación de servicios con cientos de políticos en juzgados y tribunales. Slim llega a España dispuesto a ser aún más rico a la sombra de la corrupción.

Si existe un país donde la corrupción está institucionalizada ese es México. Y si existe un personaje que ha crecido a la sombra de la corrupción política, ese es Carlos Slim (76 años), mexicano de familia libanesa, uno de los cuatro hombres más ricos del planeta. Su inmensa fortuna se fraguó gracias a que en 1990 el Presidente Carlos Salinas de Gortari le concedió la explotación de Telmex, el monopolio telefónico mexicano. Los sucesivos gobiernos le renovaron la licencia, frenando la competencia para que Slim multiplicara su inmensa fortuna a golpe de teléfono de 120 millones de mexicanos.

Carlos Slim quiere hacerse con el 100% de FCC, la mayor empresa de servicios a ayuntamientos y comunidades autónomas


No hay precedentes en el mundo de que el monopolio de las comunicaciones de un país lo detente un único empresario. Y con los miles de millones ganados en México su poder se ha extendido a otros países latinoamericanos, en muchos casos, gracias a la ayuda del ex presidente socialista español Felipe González que le introdujo, por ejemplo, en Panamá donde ahora las empresas de Slim (Ideal Panamá, S.A.) tienen graves problemas judiciales.

De la mano de González

Como no le bastaba Latinoamérica, Slim desembarcó en España hace poco más de un año de la mano de González y está a punto de hacerse con el 100 por 100 de FCC (Fomento de Construcciones y Contratas), tras lanzar una OPA a la empresa de Esther Koplowitz que da servicio a cientos de ayuntamientos y comunidades autónomas.

Slim posee el 36% de FCC, que ha adquirido por 900 millones de euros desembolsados en sucesivas tandas. Es insaciable, dicen los que le conocen, y pugna también por Portland Valderribas, filial de FCC que controla el 78% de la cementera. En medios económicos se afirma que Slim también prepara una Opa para quedarse con el 100 por 100 de la inmobiliaria Realia, de la que ya controla el 30% (FCC es dueña del 37% de la misma).

Conglomerado industrial

Los analistas financieros explican que en poco más de un año el amigo de Felipe González se ha apoderado de todo el conglomerado industrial de FCC, un sector estratégico, sobre todo, en los servicios a las administraciones públicas; el verdadero “núcleo duro” de la corrupción, una vez que se ha pinchado la burbuja inmobiliaria.

Carlos Slim no ha optado, como en México, por el negocio de la telefonía móvil, ya que en España son varias las operadoras que se disputan un mercado muy competitivo y el Gobierno no le garantiza el monopolio. En cambio, ha elegido la “joya de la corona”: FCC, empresa cuyos principales clientes son los gobiernos autonómicos y municipales.

Tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, la corrupción se ha trasladado a los servicios de suministro de agua, recogida de basuras, limpieza…

FCC mantiene contratos con cientos de ayuntamientos en los que el negocio de suministro del agua de consumo, la recogida de basuras, la limpieza de vías públicas y el mantenimiento de parques y jardines reporta beneficios millonarios. Es en estos servicios donde la corrupción se cuece a sus anchas.

Una vez aprobados los pliegos de condiciones, administraciones y empresas entran en una espiral de incumplimientos y corrupción. Las empresas, porque no respetan los recursos materiales y humanos prometidos sobre el papel, muchas veces con bajas temerarias en la licitación aún a sabiendas de que no cumplirán lo estipulado, pero que contarán con la complicidad del concejal de turno. Y las administraciones, porque no llevarán a cabo los controles e inspecciones necesarias para que los partidos se lo lleven crudo. Ese es el sistema de funcionamiento de los servicios públicos que se ha extendido en España en las últimas décadas, con gobiernos de uno y otro color político.

Billetes de quinientos euros

España es uno de los países más corruptos de Europa. Y quienes corrompen con billetes de quinientos euros en efectivo son las empresas que trabajan para las administraciones públicas. Si no, por ejemplo, de dónde iba entregar el PP valenciano a militantes de confianza mil euros en dos billetes de quinientos para que el militante en cuestión realizase una transferencia de mil euros al partido desde su cuenta corriente, en concepto de donación, con el fin de blanquear parte del dinero recibido de las empresas.

Hace años, un gran banquero español confesó que para llegar a amasar una gran fortuna, de esas mil millonarias, no de las que dan para comprarse un chalé en la localidad madrileña de Pozuelo y tener amarrado un barco con pretensiones en un puerto del Mediterráneo, hay que robar, sobornar a políticos, corromper, engañar o hacer algo ilegal. Que de forma legal, honesta, y con el dinero tributando en España, no se consigue amasar millones de millones.

La llegada de Carlos Slim a España, de la mano de Felipe González, da idea de que quien está acostumbrado a hacerse rico gracias a la corrupción de los gobiernos de turno mexicanos, y en otros latinoamericanos, sabe que en España la corrupción también le permitirá hacerse aún más rico.
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