El pasado domingo la catedral ortodoxa de Podgorica se llenaba de fieles para asistir al funeral del jerarca del Arzobispado de la Iglesia ortodoxa serbia en Montenegro, Amfilohije, que murió el pasado viernes de coronavirus. La capital montenegrina acogió a los máximos mandatarios ortodoxos, representantes de las comunidades religiosas católica y musulmana, y otras celebridades, aunque hubo una imagen que destacó sobremanera: miles de personas dando un beso al cuerpo inerte del fallecido sin mascarilla.
De nada sirvió que se repartiesen mascarillas a la entrada, se les diese gel hidroalcohólico o se les pidiese mantener la distancia de seguridad.
Una imagen que ha corrido como la pólvora en redes sociales y que inquieta ante la difícil situación en la que se encuentra el país en estos momentos.