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El estado del estado (59): En contra de la renta mínima (III)
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El estado del estado (59): En contra de la renta mínima (III)

Por Carlos González
sábado 31 de octubre de 2020, 14:44h

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Expuestos los grandes argumentos de los que están a favor, a Yony no le queda más remedio que recoger también los de los que puedan estar en contra. Tanto los que circulan en boca de los opositores, como de todos aquellos que piensan que solo traería cosas malas, o más que buenas, pero no lo exponen públicamente.

El principal argumento, y quizá el que más une a todos los que se oponen, y puede tener calado incluso en los que están a favor, es saber en realidad que implicación tendrá, tras su implantación, en la disposición de los ciudadanos favorecidos por ella para no trabajar y seguir siendo productivos. Si realmente puede o no provocar lo que se suele llamar, vaguería. ¿Es realmente la posibilidad de obtener un sueldo del estado, aunque pequeño, des incentivador para que las personas sean productivas, deseen prestar algún servicio a la comunidad, o querer mejorar profesionalmente? No cabe duda que esa es la gran cuestión que circula en la mente de los unos y los otros.

El problema para algunos que se oponen no es tanto que unas personas sean beneficiarias, sino quizá el problema sea el ejemplo que van a representar para todos los demás. De nuevo la pregunta también es evidente, ¿Si ese no da palo al agua, si aquel duerme con su mujer y no se preocupa de su familia e incluso cobra por ella y vive a la bartola, porqué yo he de seguir trabajando, madrugando, privándome los fines de semana, cuando puede que mi sueldo sea poco más que lo que él y su mujer con sus dos hijos cobran?. Se cree que surgirá la siguiente idea en muchas otras personas ayer dedicadas a su trabajo: ¿No debería yo hacer lo mismo?

No podemos dejar de lado para los opositores el argumento del gran Fraude que se va a producir. Muchos ciudadanos alegarán que no disponen de rentas o bienes, y una vez que obtienen la renta mensual se dedican a realizar trabajos ocasionales y obtienen doble dinero, el de la renta y el que cobran por sus servicios en B.

Otro nuevo argumento que surge en la actualidad de la llamada Globalización, es la abismal desproporción de renta entre fronteras como la Española y la Marroquí, o entre la Italiana y la Libia o Argelina. Es lo que ellos llaman, El efecto llamada.

Este no es otro que, si un ciudadano casi muere de hambre en su territorio, y comprueba la existencia de una renta mínima vital que, dada la diferencia de renta per cápita, es un barbaridad de buena según sus mediciones y valores, la pregunta es obligada, ¿No arriesgaría incluso su vida, y no utilizaría tres mil y un trucos para colarse en el país vecino y vivir –y para él muy bien- de esa renta mínima vital?. Ello, según los defensores de esta tesis, provocaría que miles y miles de ciudadanos extranjeros se colasen de una u otra forma en nuestro estado y procurarían vivir en condiciones de semi-miseria en nuestro suelo, pero comerían todos los días, dormirían a la bartola con su cónyuge y sus hijos se los estudiarían los demás, lo mismo que curarlos en la sanidad pública y gratuita y se los alimentarían en los comedores escolares. El tema puede ser más peligroso, dada la legislación social en todos esos países que instauran dicha renta básica, los sistemas de puntuación provocan que esos hijos de personas que obtienen dicha aportación, por ser pobres, y probarlo, pueden acceder a guarderías municipales gratuitas y a plazas escolares que los hijos de los semi-ricos nacionales, no pueden.

De esta forma el argumento no es negarles a los necesitados dicha obtención de sustento, sino qué injusticias genera en los demás que no gozan de esa declaración de, Necesitados.

Estos argumentos anteriores, junto con el de la creación de nuevos privilegiados –este lo defienden aquellos que creen que el trabajo es un castigo divino, y estas personas ya son unos auténticos privilegiados porque dejan de tener que trabajar- son los que circulan en boca de oradores públicos y privados que dicen que cada persona ha de luchar cada día por obtener su sustento. Pero otros van más allá y dicen que si antes, en la biología, cada macho para perpetuarse debería demostrar que era capad de defender a su prole, ¿Cómo es posible que ahora tanga hijos con su pareja y se la saquen adelante los demás? ¿No es esto alterar por completo las leyes de la zoología? ¿No es esto, de verdad, una revolución mucho más profunda que todas las anteriores por muy cargadas de idearios políticos que se presentasen?

Sobre el autor

Carlos González-Teijón es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, El Sistema, y de reciente aparición Psicología de virtudes y pecados, de editorial, Letras de autor.

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