En la cultura de Yony ya se maneja desde la enseñanza primaria que son los conflictos de la vida y sus posibles victorias o derrotas, y sobre todo estas últimas, las que nos hacen reconducir constantemente el camino de avance.
Una de las primeras y más importantes reformas que esta situación nos provocará es que, igual como sucedió con la imprenta, a la que la iglesia Católica se opuso con todas sus fuerzas porque ellos dominaban en los conventos –algunos solo vivían de eso, véase “El nombre de la rosa”- la redacción y encuadernación de libros a mano –los famosos amanuenses- y la impresión mecánica les rompió su mundo, también a partir de ahora el llamado “Teletrabajo”, es decir, el poder redactar facturas, recibos, controles presupuestarios, autorización de expedientes, y un sin fin de actividades, que sería, y es, mucho más propio que alguien controlase desde el ordenador de sus casas y no desplazarse, a veces con dos horas de transporte y unos costes diarios terribles, hasta una oficina cuyo único cometido es controlar el horario de ese trabajador/a, será la norma y no la excepción como hasta el momento sucede. Desde esta crisis se comprobará que es mucho más eficaz, y por supuesto eficiente, el controlar la cantidad de trabajo que una persona desempeñe, y no las horas –a veces de simple estancia, o tomando cafelitos- a las que se le obliga a cumplir con un control horario.
También es sabido –aunque quizá solo por las personas racionales y maduras, porque todo aquel que sigue una religión o ideología cree que lo suyo es 100% perfecto- que todo en la vida tiene su lado bueno y acarrea su parte mala, lo ideal es jugar 60-40 y ya vamos bien, por ello el hecho de que la mujer trabajara fuera del hogar, lo cual ha demostrado proporcionar muchísimas ventajas, también ha conllevado otras malas como la no cercanía a sus hijos. Ahora con el “Teletrabajo” tanto hombres como mujeres van a poder compatibilizar el trabajo y los cuidados del hogar con muchas más horas de presencia. Piénsese simplemente en las horas que cada semana dedicamos al transporte al lugar de trabajo.
Claro está que ya vamos comprobando –y Yony mucho más avanzado culturalmente nos lo hace ver con énfasis- que en la vida el hecho de que resolvamos un problema nos acarrea que inevitablemente se nos abran otros muchos más. Uno de los que se nos vienen encima es que los transportes, sobre todo públicos, tendrán que rediseñarse y buscar nuevas fórmulas de financiación, porque, bien estructurado ya implantado el teletrabajo, puede acarrear un descenso en los transportes diarios de más del 50%. Y ni que decir tiene que la hostelería y restauración sufrirán mucho. Ese cafelito de media mañana, ese menú diario de la oficina y esa cervecilla de despedida a la tarde, así como las a veces copas de despedida el viernes se suprimirán por completo. Con ello el consumo que acarrea miles y miles de puestos de trabajo van a desaparecer. Trabajaremos mucho más cómodos, eficientes y descansados en casa, pero la vida se nos va hacer mucho más aburrida y solitaria.
Otro problema anexo es el tamaño y dimensionamiento de los nuevos hogares. Algunos deberán llevar parejo el despacho de mamá y el de papá. Y los apartamentos el propio, de lo contrario o el salón o el dormitorio tendrá a la fuerza que hacer de oficina. Ya no sabremos si comemos o trabajamos, o si dormimos o estamos pendientes de la facturación de la empresa.
En fin, comprobamos una vez más que la vida es cuestión de un permanente… Equilibrio. Lo que hoy es bueno mañana es peor y los cambios son inevitables ante nuevos planteamientos vitales.
Tendremos la enorme ventaja del Teletrabajo, pero el intentar ligar en el metro al ir o venir, o en su caso en la oficina o en el restaurante de los menús de la zona, eso, eso… Ya se nos va a acabar.
Yony sabe todo esto, pero prefiere dejarnos que lo aprendamos… Por nosotros mismos.
Sobre el autor
Carlos González-Teijón es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, El Sistema, y de reciente aparición Psicología de virtudes y pecados, de editorial, Letras de autor.