Australia se prepara para lanzar su Sistema Nacional de Reconocimiento Facial de Licencias de Conducir (NDLFRS) a finales de este año, a pesar de las persistentes preocupaciones sobre la privacidad. Este sistema, propuesto inicialmente en 2017, tiene como objetivo centralizar los datos biométricos provenientes de licencias de conducir y pasaportes, facilitando así la verificación tanto para el gobierno como para el sector privado. Sin embargo, críticos del proyecto advierten sobre los riesgos asociados con la vigilancia, las débiles protecciones de privacidad y el potencial abuso o violación de datos.
El gobierno de Albanese ha acelerado la implementación del sistema sin haber aprobado previamente leyes más estrictas en materia de privacidad, tal como había prometido. Western Australia será el primer estado en integrar sus datos en este sistema, que será gestionado por Fujitsu bajo un contrato valorado en 50 millones de dólares.
Un sistema en terreno incierto
El NDLFRS fue concebido durante el mandato del entonces Primer Ministro Malcolm Turnbull, quien minimizó las preocupaciones al afirmar que no se trataba de una «vigilancia masiva», sino de una «manera moderna» de acceder a datos existentes. No obstante, el programa se estancó cuando la Coalición no logró aprobar el Proyecto de Ley de Servicios de Emparejamiento de Identidad en 2019. Ahora, bajo la Ley de Servicios de Verificación de Identidad 2023 del Partido Laborista, el sistema avanza, aunque con notables lagunas en cuanto a supervisión.
El senador David Shoebridge, del partido Greens, criticó fuertemente esta implementación, acusando al gobierno de no haber establecido «leyes más robustas adecuadas» antes de desplegar un sistema que manejará «algunas de las informaciones más personales» posibles. A pesar del argumento gubernamental que sostiene que este sistema ayudará a combatir el robo de identidad —un delito que afecta a uno de cada tres australianos— los escépticos señalan que las mismas agencias impulsoras del programa tienen un historial deficiente en cuanto a seguridad de datos.
¿Quién controla tu rostro?
El NDLFRS estará bajo la administración del Departamento de Asuntos Internos, mientras que los estados mantendrán un control nominal sobre sus datos. Sin embargo, el Departamento del Fiscal General admite que marcos clave para la gobernanza —incluyendo supervisión manual biométrica y opciones alternativas para verificación— aún están incompletos. Peor aún, Tasmania, Victoria y Australia del Sur ya han entregado datos sobre licencias de conducir; sin embargo, el sistema no podrá utilizarlos legalmente hasta que se firmen nuevos «acuerdos de participación».
Fujitsu, la empresa tecnológica detrás del fallido escándalo Horizon del Reino Unido, tiene a su cargo el contrato por 50 millones para operar el sistema hasta 2026, lo cual plantea dudas adicionales sobre la responsabilidad. Mientras tanto, las garantías ofrecidas por el gobierno parecen vacías: la Comisionada de Privacidad Carly Kind ha reconocido la necesidad de equilibrar «la seguridad y la privacidad», pero la rápida implementación sugiere que la primera está prevaleciendo a expensas de la segunda.
Un camino resbaladizo hacia un estado vigilante
El NDLFRS es solo una parte del creciente marco digital australiano que incluye Servicios NSW, Servicio Victoria y el portal federal MyGov. Los defensores argumentan que estos sistemas simplifican la burocracia; sin embargo, los críticos perciben un patrón más oscuro: la erosión del anonimato, la normalización del seguimiento biométrico y una lenta extinción de las libertades para optar por no participar.
La historia ofrece una lección cautelar. La Ley Patriota después del 11-S y el sistema de crédito social en China comenzaron como soluciones «convenientes» antes de convertirse en herramientas de control. Con el reconocimiento facial ya implementado en labores policiales, aeropuertos e incluso comercios minoristas, el nuevo sistema australiano corre el riesgo de normalizar un mundo donde cada movimiento ciudadano sea registrado y monetizado bajo pretextos relacionados con la seguridad.
La privacidad sacrificada en nombre de la digitalización
El despliegue del reconocimiento facial en Australia representa un claro ejemplo del exceso tecnocrático: un sistema diseñado para ser eficiente pero no libre, puesto en marcha antes que existan salvaguardias adecuadas. El gobierno asegura que «monitoreará continuamente» los riesgos; sin embargo, sin leyes enforceables sobre privacidad, los ciudadanos australianos deben confiar en instituciones que han fracasado repetidamente en proteger sus datos. En una era marcada por inteligencia artificial y brechas masivas en seguridad informática globales junto con impulsos hacia identificaciones digitales universales, el NDLFRS no es solo una herramienta; es un precedente. Y una vez normalizada la vigilancia biométrica, puede ser difícil dar marcha atrás.
Fuentes para este artículo incluyen:
TheEpochTimes.com
AG.gov.au
ITnews.com
La noticia en cifras
Cifra |
Descripción |
$50M |
Contrato otorgado a Fujitsu para operar el sistema hasta 2026. |
1 de cada 3 |
Proporción de australianos afectados por el robo de identidad. |
2017 |
Año en que se propuso por primera vez el NDLFRS. |
2025 |
Año en que se espera que el NDLFRS esté completamente operativo. |