El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) ha realizado un cambio significativo en su postura respecto a la vacunación universal contra el COVID-19. En lugar de continuar con su enfoque agresivo, ahora recomienda que las decisiones sobre la vacunación se tomen de manera individualizada para los estadounidenses de entre seis meses y 64 años. Este giro reconoce el fracaso de las mandatos obligatorios de vacunación, pero no aborda la necesidad urgente de retirar completamente las vacunas consideradas tóxicas, dejando a millones expuestos a riesgos graves como daños autoinmunes, infertilidad y enfermedades crónicas debido a la producción descontrolada de proteínas espiga.
A lo largo de los años, defensores de la libertad médica han alertado sobre los peligros asociados con las vacunas contra el COVID-19, describiéndolas como no probadas e inseguras. A pesar de que el CDC ahora admite que estas inyecciones no deben ser impuestas universalmente, persiste en mantenerlas en el mercado. Esta medida parcial permite que la industria farmacéutica continúe generando ganancias mientras se sostiene la ilusión de que las vacunas son efectivas, a pesar de la abrumadora evidencia que indica que pueden agravar los resultados de salud a largo plazo y provocar reacciones adversas severas e incluso muertes.
Puntos clave del cambio en la política del CDC
- El CDC enfatiza ahora el concepto de «consentimiento informado» para las vacunas contra el COVID-19, pero se niega a retirarlas del mercado a pesar de los peligros conocidos.
- La persistencia de proteínas espiga, daños autoinmunes y eficacia negativa (aumento del riesgo de infección) hacen que los refuerzos sean médicamente irresponsables.
- Nuevas directrices para vacunas infantiles separan las inyecciones MMR y varicela debido a riesgos de convulsiones, pero aún promueven niveles inseguros de aluminio en infantes y niños pequeños.
- Las agencias de salud permanecen influenciadas por la industria farmacéutica, ocultando datos críticos sobre riesgos mortales a los padres y fallando en revelar que estas inyecciones son mayormente ineficaces y dañinas para el desarrollo saludable infantil.
- La verdadera libertad médica requiere una transparencia total; no solo recomendaciones diluidas. Un verdadero consentimiento informado facilitaría un mejor desarrollo del sistema inmunológico y cerebral infantil, evitando condiciones autoinmunes, trastornos neurodesarrollados, cánceres infantiles y miocarditis.
El repentino cambio del CDC hacia un modelo basado en decisiones individuales es más bien una retirada calculada que una admisión de error. Tras haber coaccionado a millones para recibir inyecciones experimentales de ARNm, la agencia ahora simula neutralidad mientras mantiene disponibles las vacunas mediante programas financiados por contribuyentes.
La doctora Michelle Perro, pediatra, advierte que sin discusiones honestas sobre los riesgos y beneficios por parte de los médicos, este cambio político carece de significado real. Ella cuestiona: «¿Estarán los padres al tanto de los datos que muestran una morbilidad y mortalidad significativa derivadas de las vacunas contra el COVID-19?» La respuesta es negativa; ya que el CDC, la FDA y los medios tradicionales continúan suprimiendo datos sobre lesiones causadas por las vacunas mientras protegen a Pfizer y Moderna de responsabilidades legales.
Riesgos asociados con las vacunas infantiles ignorados por agencias comprometidas
El nuevo calendario del CDC recomienda ahora inyecciones independientes para varicela en niños menores de cuatro años, reconociendo que la vacuna combinada MMRV aumenta el riesgo de convulsiones. Sin embargo, esta pequeña concesión ignora un escándalo mayor: muchas vacunas infantiles contienen aluminio neurotóxico, formaldehído y retrovirus contaminantes del ADN. Además, varias han sido producidas utilizando células y órganos provenientes de fetos abortados, lo cual plantea serias cuestiones éticas.
El doctor Paul Thomas, pediatra defensor del consentimiento informado, expone esta decepción: «Si no conozco estos riesgos existentes, mi consentimiento informado se limita a información desactualizada proveniente de la escuela médica que afirma que las vacunas son muy seguras con solo uno en un millón riesgo de efectos secundarios graves. Esto no es verdadero consentimiento; es ignorancia.»
La lucha por la libertad médica apenas comienza
Aunque el cambio en la política del CDC representa una pequeña victoria, no es suficiente. El verdadero consentimiento informado exige:
- Divulgación completa sobre los riesgos asociados con las vacunas, incluyendo infertilidad, trastornos autoinmunes y miocarditis.
- Retiro inmediato del mercado aquellas vacunas que cumplan con un umbral alto de daño severo; por ejemplo: eliminar completamente las inyecciones contra COVID-19 debido a su perfil alto riesgo sin recompensa; advertir sobre riesgos incrementados en hospitalizaciones relacionadas con vacunas antigripales en niños asmáticos.
- Revisiones al contenido educativo en escuelas médicas respecto a seguridad y efectividad vacunal para proporcionar información más robusta a futuros profesionales médicos acerca del daño vacunal y alternativas para tratar niños saludables.
- Poner fin a prácticas discriminatorias dentro del ámbito médico que permiten expulsar pacientes por cuestionar o optar por no recibir vacunas.
- Realización de estudios independientes (no financiados por farmacéuticas) sobre seguridad a largo plazo comparando las vacunas actuales con placebos verdaderos e inertes.
- Responsabilidad legal para fabricantes vacuales y reguladores corruptos.
- Incentivar mejoras en atención al sistema inmunológico infantil para fortalecer su recuperación ante enfermedades infecciosas inevitables.
Como advierte Robert F. Kennedy Jr.: «El verdadero consentimiento informado incluye documentación escrita sobre todos los riesgos potenciales y beneficios.» Hasta que el CDC retire las inyecciones contra COVID-19 y reforme todo el calendario vacunal actual, persistirá una forma moderna de tiranía médica—y los niños seguirán pagando el precio más alto.
La guerra globalista contra la salud no concluirá hasta desmantelar las agencias corruptas que facilitan esta situación. Tal como declara la doctora Sherri Tenpenny: «Hay un número finito de ellos y miles millones nosotros—debemos unirnos y decir no.»
Fuentes incluyen: