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Vamos a decir mentiras
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Vamos a decir mentiras

Por Jorge Molina Sanz
viernes 20 de diciembre de 2019, 00:23h

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Seguimos con los trapicheos para formar gobierno. Mientras, veamos alguno de los puntos del acuerdo PSOE y Unidas Podemos.

A nuestro marino se le ve harto con esto de la investidura, está mohíno, por lo que esta mañana, sin dar tiempo a un primer sorbo de café, comentó:

—Como sigamos así, Papa Noel no nos trae un nuevo gobierno, esperemos que los Reyes Magos sean más esplendidos porque, aunque me debato entre «susto o muerte», creo que ya va siendo hora de acabar con esta indecisión y chalaneo para poder ver hasta dónde puede llegar la indignidad y las mentiras electorales del candidato Sánchez. ¡Esto es como navegar en un mar revuelto!

Parecía que nuestro marino estaba muy sentencioso, pero la joven profesora le secundó y dijo:

—Parece que no te gusta nada el gobierno PSOE con UP y ayuda de independentistas y filoetarras que se está fraguando, pero, una vez más, si leemos ese acuerdo sobre los «ejes prioritarios», en apariencia, sería muy difícil no estar de acuerdo con ellos. Por ejemplo, el punto décimo nos propone «Justicia fiscal y equilibrio presupuestario. La evaluación y el control del gasto público es esencial para el sostenimiento de un Estado del bienestar sólido y duradero» ¿Tú no estarías dispuesto a suscribirlo?

Una sonrisa sardónica del marino y una respuesta que no se dejó esperar:

—¡Cuánto cinismo y demagogia! Las palabras y el papel lo soportan todo, pero si analizamos las medidas que se han propuesto vemos que van justo en la dirección contraria a lo que pregonan. Lógicamente cuentan, en su ayuda, con tópicos que, a través de los medios de comunicación, se difunden y acaban calando como es el de que «la subida de impuestos solo va a afectar a los ricos». Esto además de sonar a broma, produce risa. Si consideramos rico a un profesional de tipo medio, lo primero es que esto se contradice con el deseo de crear empleo de calidad. Lo segundo es que es ridículo pensar que los ricos, los ricos de verdad, no tienen mecanismos de ingeniería financiera para eludir y diferir los pagos. La tercera, y no menos importante, es que la mayoría de los impuestos que pretenden subirnos son indirectos, es decir que los pagan todos los mortales con el consumo; y eso, proporcionalmente, afecta más a las pymes y más las clases bajas que a las altas, por ejemplo, con los impuestos y tasas a los combustibles y a las eléctricas, o el impuesto que se pretende implantar a las tecnológicas que habrá que ver si eso nos reporta algo o, como un boomerang, se nos convierte en un mayor costo para todos los usuarios.

—Mi querido marino —le responde la profesora—, pero no me podrás negar que la búsqueda de un equilibrio presupuestario y «la evaluación y el control del gasto público» no es un buen objetivo.

El escéptico marino no pudo contener una carcajada y con tono amable le comenta a nuestra joven profesora:

—Claro que es un magnífico objetivo, pero no olvidemos que el gasto público en España, en 2018, creció un 4,77 %, cuando el IPC del año fue del 1,2 %. Esto no es contener el gasto público y todas las medidas que se han anunciado no van en esa dirección, se estima que el gasto público va a seguir creciendo por encima de los ingresos.

De hecho, en el 2019 los gastos estimados serán de unos 504,84 miles de millones de euros, sobre unos ingresos estimados de 474,68, es decir que vamos a gastar un 6,35 % más de lo que ingresamos, y eso será a cambio de financiación, todo ello en una situación de una deuda de casi el 100 % del PIB anual.

La profesora asintió y complemento:

—Es muy difícil obviar esos datos y algunos más. La segunda parte de este punto «la evaluación y el control del gasto público es esencial para el sostenimiento de un Estado del bienestar sólido y duradero» suena a poco creíble porque este país pagó por intereses de la deuda el año pasado unos 30.000 millones de euros. Posiblemente esta cifra, por la bajada de los tipos interés, este año pueda ser menor.

Aunque con una política expansiva, tal como se está hablando, solo se puede aventurar un incremento de la deuda. Algunos dirán que hay países más endeudados, pero me cuesta creer que esto es lo que más nos interesa, porque somos el undécimo país del mundo con más deuda pública.

El marino concluyó:

—Solo tengo preguntas: ¿Cómo sería el panorama si hay una subida de tipos de interés? ¿Cómo piensan reducir la deuda? ¿Cómo piensan controlar el gasto público? ¿Cómo se hace anunciar incrementos en determinadas partidas del presupuesto y al mismo tiempo reducir la deuda? ¿Han pensado cuántas cosas se resolverían si se redujesen los intereses a la mitad? ¿Qué se podría hacer con esos 15.000 millones de euros anuales? ¿Qué…?

Riendo, dijimos al unísono:

—¡Basta!

Nos levantamos porque vimos que nuestro marino no iba a parar, pero todo parece apuntar a una tormenta.

Pero también nos preguntamos que podemos saber nosotros si vivimos en la aldea.

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