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Jorge Molina Sanz

26/11/2018@11:26:20
Hoy mi viejo marino, lejos de su habitual talante, estaba triste, se le notaba molesto, algo mohíno y enfurecido. Al llegar sorbí mi café, le miré al rostro y le pregunté cuáles eran los motivos de su semblante.

Hoy mi viejo marino llegó todavía mohíno con el tema de los impuestos de las hipotecas.

Hoy mi viejo marino llegó al café con un archivador con toda la documentación de su casa: escritura de compra, pagos de impuestos, de notaría y registro; más todos otros pagos como tasación, gestoría, licencia de primera ocupación. En fin, todo un archivador.

Cada día me apasionan más los momentos que paso con el viejo marino en mi aldea. En esas tertulias siempre tengo la oportunidad de conocer interesantes historias, contar con un punto de vista original y una perspectiva diferente.

La llegada a la presidencia del gobierno de Pedro Sánchez ha llenado las portadas de periódicos y telediarios, pero uno de los primeros actos relevantes ha sido el nombramiento de su consejo de ministros, con el que ha conseguido encandilar a muchos sectores.

Esta mañana al café con mi viejo amigo se sumó una amiga, divertida, inteligente, vehemente y buena conversadora.

Apenas le habíamos dado un primer sorbo al café cuando mi viejo marino, siempre ojo avizor, me indicó algo alterado…

Me cuentan que la historia de Mariano comenzó en la playa de mi aldea. Todas las mañanas solía pasear junto a la orilla, a paso ligero, dejando que la resaca de las olas mojase sus pies descalzos.

Decía Antón Chéjov, médico, escritor y dramaturgo ruso del siglo XIX, autor de deliciosos cuentos, “Si quieres ser universal, habla de tu pueblo, habla de tu aldea”, y esta idea me inspira especialmente y este quiero que sea el título de esta serie de artículos, puesto que pretendo desde mi rincón hacer un análisis de muchas contradicciones y situaciones arbitrarias de nuestro país.