Hoy, en el lenguaje tanto periodístico como coloquial, se entiende por tal: Aquellos movimientos políticos que prometen al pueblo llano lo que este desea, es decir, le dicen lo que quiere oír –prueba de ello es que cabe el populismo de derechas y el de izquierdas-. Solamente lo hacen con el fin de que les voten, y una vez en el poder, explicarán que… Lo han intentado y no han podido…Que fuerzas o poderes ocultos tales se lo han impedido… Que las circunstancias entre la fecha de la promesa y hoy han cambiado. En fin, un montón de escusas bien explicadas para que la gran mayoría, aunque no se las cree en absoluto, no tenga posibilidad de réplica, o en el fondo, no pueda acusarles a ellos de no cumplir lo que tan alegremente propusieron durante la campaña electoral.
Para explicarlo aún más sencillamente, por populismo se entiende decirle a los votantes, a la gran mayoría, que: Les están engañando…Que les están explotando…Que les dan poco y ellos pueden darle mucho más… Que si los demás hacen eso es porque son malos –son élites explotadoras, son la Casta, son extranjeros que dominan la economía, les roban los impuestos…- y ellos, los nuevos y redentores, sí son Justos, Equilibrados, Equitativos, Buenos gestores, y les concederán lo que realmente les corresponde. Vamos, que prometen la Luna y demuestran cómo conseguirla.
Es obvio que su lenguaje, aunque encerrado en verdades como puños, está destinado a la gran población que, agobiados por los problemas diarios que tienen que soportar en la lucha para salir adelante, no están formados a simplemente preocupados por leer y entender esos lenguajes. Ellos –tanto los de derechas como de izquierdas- ya adecúan sus frases y asertos para que sean simples y directos, donde no quepan segundas o terceras lecturas. Después de todo, la gran masa es simple, no podemos pedir a la gran población que sean expertos en periodismo, comunicación, finanzas, organización empresarial o ministerial, etc.
Si repasamos la historia conocida de todos los movimientos religiosos, ideológicos y políticos de cualquier cultura, comprobamos que siempre aparecen estos movimientos, que además de populistas podemos llamar “Simplistas”, en épocas de crisis de pensamiento, cuando disminuye la fe ciega en la religión o ideología dominante, y principalmente en épocas de atascos económicos donde, aunque no se viva mal –como es este el caso- sí que no se ven perspectivas de futuro para que los más jóvenes marquen su camino de ascenso y pueda cumplirse su deseo. Surgen en terreno abonado de confusión, donde los grandes expertos no disponen de salidas claras que ofrecer. Que precisamente por ser expertos saben que a todo movimiento siempre corresponde un lado bueno y un lado malo, es decir, que hay mucho que ganar pero también mucho que perder. Por eso es difícil la decisión, pero llegan estos –tanto unos como otros- y lo tienen muy claro y así lo proponen: Nada, que basta matar a los Judíos, dijeron unos,. No, hay que matar a los ricos y ya todo resuelto, dijeron otros. Basta con quitarles a la Casta sus privilegios dicen unos terceros. Y dice un cuarto –en este grupo se encuentran varios- Basta con que expulsemos, o no dejemos entrar, a los extranjeros y que defendamos a las industrias nacionales, cerrando nuestras fronteras y construyendo muros, para que resolvamos todos los problemas y seamos todos “Felices”.
Los que están algo más formados –y cualquier castellano viejo de más de cuarenta años aunque no haya pisado un centro de alta formación- saben que nada en la vida es fácil. Que no es una línea recta la que nos lleve al éxito. Ni se resuelven los grandes y profundos problemas de unas sociedades tan amplias y complejas como las nuestras con un simple: “Esto se resuelve así”.
Aclarado lo que entendemos, y se manifiesta cada día, como populista, o como lo que se denomina movimientos políticos actuales populistas, en próximos artículos analizaremos sus distintos apartados para una mejor comprensión.
Sobre el autor
Carlos González-Teijón es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, y de reciente aparición El Sistema, de editorial Elisa.