Después una breve temporada, excesivamente tutelado por los barones y grupos de presión que no le permitían hacer lo que deseaba, llegó el famoso golpe de estado partidista del 1 de Octubre 2016.
Después un breve tránsito por el desierto agrupando a una base social del partido indignada por lo ocurrido, hasta lograr unas primarias en las que derrotó con claridad a Susana Díaz en 2017.
Tres años de buena suerte le llevaban a un poder absoluto en el interior del partido, que después continuó hasta desalojar de la Moncloa a un Mariano Rajoy acosado por los casos de corrupción.
La estrella llegaba así a su máximo esplendor, que ha continuado estos años con picos como lo sucedido con la votación de la reforma laboral y el fallo del diputado Casero del PP.
Mientras, Casado ha ido caminando de tropiezo en tropiezo y con poca fortuna, hasta culminar en el pico contrario con lo sucedido en el Congreso, la operación fallida de las elecciones en CyL y la locura del enfrentamiento a muerte con una Isabel Díaz Ayuso crecida.
Esta batalla no solo es entre ellos, sino entre las dos almas políticas, sociales y económicas, que conviven en el seno de PP.
Una que ideológicamente sigue a MA Rodríguez y Aznar por aquí y probablemente por Steve Bannon allí, sin descartar a un Putin empeñado en desestabilizar Europa en general y España en particular. Lo de Catalunya fue un primer ensayo y ahora echan toda la carne en el asador para lograr la unión PP-VOX.
Mientras, en la otra alma poderosos grupos de presión y la gran banca liderada por Ana Botín, apuestan sin pudor por un acuerdo amplio PSOE-PP que evite así la influencia en la gobernanza de España de los grupos nacionalistas y de extrema derecha.
A este sector y sus medios de comunicación afines, les molesta enormemente la batalla interna que está sucediendo en el seno del PP.
Culpan de esta insensatez a MA Rodríguez del lado de Ayuso y Teodoro García Egea en el de Casado.
¿Quién vencerá?
Hoy puede parecer que el establishment, porque Ayuso se ha equivocado con el contrato que en momentos excepcionales consiguió su hermano, para proveer de mascarillas a la Comunidad de Madrid.
Puede parecerlo así, pero si Ayuso puede demostrar y parece que sí, que no hubo nada ilegal dado ese carácter excepcional del momento, aunque sea de dudosa moralidad ausente de ética, la tortilla puede darse la vuelta y el boomerang sacudir directamente en la cabeza a la dirección del PP.
La izquierda se frota las manos imaginando una importante pérdida de apoyo al PP en las próximas elecciones con Casado de líder, pero la vencedora podría ser una sibilina Ayuso y aplicar z partir de ese momento su tesis de pactos globales con VOX.
Además debe tener cuidado con una característica del electorado conservador actual; es inmune al apoyo a populistas aunque estén implicados en casos de corrupción o corruptelas.
También podría ocurrir que el poco o mucho debilitamiento vaya a parar directamente a VOX complicando si cabe aún más las cosas.
Las izquierdas, sus ideólogos si es que aún le queda alguno, debe tener en cuenta ambas circunstancias, para no errar su diagnóstico y cambiar el sentido de la marcha.
Veremos.