Estos cálculos vienen justo antes de la reunión de líderes europeos en Versalles para discutir fórmulas que permitan reducir la dependencia energética de la UE frente a Rusia.
En un momento donde casi el 70% de todo el petróleo de la UE se emplea en el transporte, la aviación es uno de los sectores más dependientes del mismo. Solo los vuelos cortos que ya tienen una conexión alternativa en ferrocarril suman cerca de 23,4 millones de toneladas de gases de efecto invernadero, unos vuelos reemplazables que antes de la pandemia consumían unas 4,35 toneladas de queroseno. Rusia es el mayor proveedor de petróleo de la UE (un 27% de las importaciones procede de allí) lo que significa que uno de cada cuatro vuelos se alimenta de petróleo ruso. Considerando el precio de mercado del mismo, el gasto en queroseno de los vuelos con alternativa por tren alcanza alrededor de 2.000 millones de euros al año, una cifra que puede ser incluso superior considerando el alza de los actuales precios.
“El sistema de transporte europeo es adicto al petróleo, alimentando los conflictos armados y la crisis climática. Usar menos energía es la forma más rápida y sencilla de dejar de financiar a Putin y atacar la emergencia climática. Si recortamos los vuelos cortos innecesarios, cuando hay una alternativa de tren decente, estaremos con una solución óptima para reducir el consumo de combustible de forma inmediata”, ha señalado Herwig Schuster, portavoz de la campaña europea Mobility For All de Greenpeace.
Greenpeace demanda una prohibición de los vuelos cortos en la UE, cuando exista una alternativa por tren, como una medida para reducir de forma inmediata la dependencia europea del crudo. Un reciente informe de Greenpeace demuestra que un tercio de las rutas cortas más utilizadas en Europa dispone de una alternativa en tren por debajo de seis horas.
El 62% de las personas que viven en Europa apoya una prohibición de los vuelos cortos, según una encuesta realizada por el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y una amplia mayoría apoya el despliegue de más trenes diurnos y nocturnos.
Greenpeace también reclama a los líderes europeos acabar con la venta de nuevos vehículos diésel y gasolina antes de 2028, e invertir masivamente en mejoras en el sector ferroviario incluyendo al menos 30 nuevas rutas en tren para los próximos tres años.
La reunión de los líderes europeos en Versalles no deben servir para reemplazar el crudo procedente de Rusia por otro de cualquier otro lugar. En su lugar deben reducir la dependencia de los combustibles fósiles acabando con sinsentidos como los ‘vuelos fantasma’ (aquellos que circulan vacíos o con muy baja ocupación) y sustituyendo los vuelos cortos por alternativas en tren.
Más allá de una inmediata prohibición de los vuelos cortos en respuesta al conflicto en Ucrania, Greenpeace exige a la Comisión Europea que asegure la completa descarbonización del sector aéreo reduciendo la dependencia de combustibles fósiles e introduciendo un veto permanente a los vuelos cortos en el Reglamento de Normas Comunes de la Aviación en la UE, actualmente en revisión y abierta a informació pública hasta finales de mayo.