Un reciente informe ha generado preocupación en el ámbito de la salud pública, al señalar que los micro-coágulos pueden persistir en el organismo de personas vacunadas contra COVID-19 incluso después de su fallecimiento. Este hallazgo proviene de autopsias realizadas a nivel mundial, donde se han observado coágulos inusuales en individuos vacunados, incluidos niños, vinculados a la proteína espiga del virus.
Los datos indican que estos micro-coágulos permanecen activos tras la muerte, lo que plantea serias inquietudes sobre las transfusiones sanguíneas provenientes de donantes vacunados. Además, un estudio realizado por embalsamadores en Tennessee reveló que más del 60% de ellos han encontrado coágulos fibrosos en los cuerpos que procesan, con un promedio del 17% de cuerpos afectados por esta condición.
Impacto alarmante en la salud pública
La investigación también destaca un aumento notable en los casos de micro-coagulación (70%) y muertes infantiles (39%), sugiriendo una posible crisis sanitaria global relacionada con las vacunas o infecciones. Expertos como el Dr. Kevin McCairn advierten que las proteínas espiga pueden inducir daños similares a los priones, creando fibrinas mal plegadas que son resistentes a la degradación y contribuyen a problemas neurológicos, daño orgánico y cáncer.
El análisis de los coágulos recuperados de los fallecidos muestra fibrina amiloide, una proteína mal plegada que persiste meses después del deceso. Este fenómeno ha llevado a especialistas como Jeanee Rose Andrewartha de Health Alliance Australia a declarar que estamos ante una crisis global relacionada con la salud amiloide.
Riesgos reproductivos y pediátricos emergentes
Estudios recientes han establecido vínculos entre las vacunas contra COVID-19 y tasas reducidas de éxito en tratamientos de fertilidad in vitro (IVF), especialmente cuando las dosis se administran dentro de los 90 días previos a la estimulación ovárica. Aunque algunos investigadores consideran esta reducción como «modesta», críticos señalan similitudes con advertencias previas sobre el ataque de las proteínas espiga a tejidos reproductivos.
Un caso particular analizado por el Dr. McCairn involucró a un niño de tres años expuesto a las vacunas mRNA durante el embarazo materno, quien presentó anormalidades sanguíneas y micro-coagulación años después del nacimiento. La madre había recibido la vacuna en etapas avanzadas del embarazo, lo que resultó en disfunción inmunológica y enfermedades crónicas para el infante.
Demandas por mayor transparencia y estudios independientes
A medida que embalsamadores y científicos expresan sus preocupaciones sobre estos hallazgos, las consecuencias a largo plazo de la exposición a proteínas espiga —ya sea por infección o vacunación— continúan siendo objeto de intenso debate. Con descensos en la fertilidad, trastornos de coagulación y efectos negativos en la salud infantil bajo escrutinio, crecen las demandas por mayor transparencia y estudios independientes sobre la seguridad vacunal.
La comunidad médica enfrenta preguntas urgentes: ¿Son estas anomalías eventos aislados o reflejan signos de una crisis más amplia? En este contexto complejo, es esencial seguir monitoreando los desarrollos relacionados con estas preocupaciones sanitarias.
Fuentes consultadas:
La noticia en cifras
Descripción |
Cifra |
Porcentaje de embalsamadores que reportan clots inusuales |
64% |
Promedio de cuerpos procesados con clots |
17% |
Porcentaje de micro-clotting observado |
70% |
Aumento en muertes infantiles |
39% |