Este Organismo sanitario está pidiendo una mejor investigación en todos los países, a fin de ayudar a garantizar que se contabilicen estas mujeres y se comprendan y aborden sus necesidades específicas.Este Organismo sanitario está pidiendo una mejor investigación en todos los países, a fin de ayudar a garantizar que se contabilicen estas mujeres y se comprendan y aborden sus necesidades específicas.
En los casos en que se dispone de pruebas de la violencia de género en estos grupos, los datos muestran una prevalencia elevada. Una revisión sistemática (en inglés) determinó que las mujeres con discapacidades corrían mayores riesgos de violencia de pareja que las mujerse sin discapacidades, y otra revisión también determinó tasas más altas de violencia sexual (en inglés).
«Las mujeres mayores y las mujeres con discapacidad están insuficientemente representadas en gran parte de las investigaciones disponibles sobre la violencia contra las mujeres, lo que socava la capacidad de los programas para satisfacer sus necesidades particulares,» dijo la Dra. Lynnmarie Sardinha, Oficial Técnica de la OMS y del Programa Especial de Investigaciones, Desarrollo y Formación de Investigadores sobre Reproducción Humana (HRP), de las Naciones Unidas, para Datos y Medición de la Violencia contra la Mujer, y autora de los informes. «Para poner fin a la violencia en todas sus formas es fundamental comprender cómo las diferentes mujeres y niñas se ven afectadas de distinta manera, y determinar si acceden a los servicios y cómo lo hacen.»
La violencia sexual y de pareja son las formas más comunes de violencia de género en todo el mundo, y afectan aproximadamente a una de cada tres mujeres. Las mujeres mayores y las mujeres con discapacidad siguen siendo objeto de este tipo de violencia, pero también afrontan riesgos específicos y otras formas de abuso, en ocasiones a manos de cuidadores o profesionales de la salud. Esto incluye comportamientos coercitivos y controladores, entre ellos la retención de medicamentos, dispositivos de asistencia u otros aspectos de la atención, y el abuso financiero.
Un estudio realizado por la OMS reveló que, entre las mujeres de 60 años o más, la violencia física y/o sexual por parte de la pareja seguía siendo la forma de abuso más frecuente. Sin embargo, a medida que sus parejas envejecían, algunas mujeres informaron de un cambio, de la violencia predominantemente física y/o sexual, a la violencia psicológica, incluidas las amenazas de abandono y otros comportamientos controladores.
Las mujeres mayores y las mujeres con discapacidad pueden hallarse extremadamente aisladas cuando se producen los actos de violencia, y en tales circunstancias les resulta difícil escapar y denunciar el abuso. La estigmatización y la discriminación pueden limitar aún más el acceso a los servicios o a la información, o motivar que los encargados de prestar esos servicios desestimen sus relatos sobre la violencia sufrida.
«La violencia de género tiene sus raíces en el poder desigual y el control sobre las mujeres,» dijo la Dra. Avni Amin, Jefa de la Unidad de Derechos e Igualdad durante el Curso de Vida de la OMS, y el HRP. «En el caso de las mujeres mayores y las mujeres con discapacidad, su dependencia y aislamiento son explotados aún más por los agresores, lo que aumenta el riesgo de abuso. Los servicios deben responder a las necesidades e identificar los contactos adecuados por medio de los sistemas de salud y atención, de modo que todas las mujeres víctimas de violencia puedan acceder a una atención empática y centrada en las sobrevivientes.»
La OMS recomienda algunas medidas para subsanar la falta de datos fidedignos. Teniendo en cuenta que las mujeres mayores están representadas actualmente en un 10% de los datos sobre violencia contra las mujeres, esas medidas incluyen la ampliación del límite de edad para participar en la encuesta. Asimismo, la Organización sugiere incorporar preguntas relacionadas con diferentes tipos de violencia, que abarquen una amplia gama de discapacidades.
En los dos informes, Measuring violence against older women y Measuring violence against women with disability, se hace hincapié en que las mujeres mayores, las mujeres con discapacidad y las organizaciones que las representan deben participar en todas las fases y aspectos del diseño y la ejecución de las encuestas, a fin de garantizar que estas sean apropiadas y fáciles de utilizar. Formatos tales como Braille o EasyRead pueden ampliar la accesibilidad.
Esos informes son los primeros de una serie sobre formas de violencia descuidadas, y se elaboraron por conducto del HRP como parte del Programa Conjunto de ONU Mujeres y la OMS sobre Datos relativos a la Violencia contra las Mujeres. Los informes están concebidos para su uso por parte de investigadores, oficinas nacionales de estadística, servicios sociales y de bienestar social y otros agentes que participan en la recopilación de datos sobre la violencia contra la mujer. La Oficina de Relaciones Exteriores y Desarrollo del Commonwealth del Gobierno del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte ha proporcionado financiación.
Junto con los informes, la OMS ha elaborado un módulo de encuestas para apoyar la recopilación de datos sobre la violencia contra las mujeres mayores, que se utilizará junto con las encuestas existentes. Los recursos para promover la inclusión de medidas sobre discapacidad en esas encuestas se publicarán más adelante, este año.